Las fuerzas de seguridad de El Asad entregan las armas en busca del perd¨®n
Polic¨ªas, soldados y oficiales del ej¨¦rcito que sirvieron al antiguo r¨¦gimen acuden a registrarse ante las nuevas autoridades para evidenciar su distanciamiento de la dictadura
El advenimiento de la nueva Siria no ha acabado con las colas en las panader¨ªas o en las paradas de autob¨²s. Pero las filas han aparecido en un lugar in¨¦dito: en las comisar¨ªas y otros edificios de las fuerzas de seguridad, antes temidos por ser centros de brutales torturas. Ahora, quienes ocupan estas dependencias son los combatientes de Hayat Tahrir al-Sham (HTS), la milicia que lider¨® la ofensiva rel¨¢mpago que derroc¨® al dictador Bachar el Asad hace un par de semanas, y quienes se arremolinan frente a sus puertas son polic¨ªas, soldados y oficiales del ej¨¦rcito que sirvieron al antiguo r¨¦gimen y que ahora buscan una especie de amnist¨ªa.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de su triunfal entrada en Damasco, los responsables del nuevo Gobierno interino nombrado por HTS hicieron un llamamiento a trav¨¦s de las redes sociales y de la televisi¨®n a todos los antiguos miembros de las Fuerzas Armadas, incluidos los trabajadores m¨¦dicos, para que entregaran sus identificaciones, armas y veh¨ªculos. Los centros donde deben registrarse est¨¢n distribuidos por todo el pa¨ªs, y en los bastiones del antiguo r¨¦gimen, como la ciudad de Latakia, durante los ¨²ltimos d¨ªas se ha podido ver a centenares de personas que se afanaban para regularizar su situaci¨®n.
En los centros m¨¢s concurridos, los soldados han de esperar al raso durante horas para poder conseguir un n¨²mero. Una vez dentro de las dependencias, el proceso es siempre el mismo. Primero, un polic¨ªa del nuevo Gobierno registra el nombre de cada persona y, despu¨¦s de haberles tomado una foto frente a una pared blanca, crea una nueva tarjeta de identificaci¨®n para ellos. Posteriormente, pasan a otra sala donde debe entregar su arma. En algunas fotograf¨ªas de estos centros, publicadas por la prensa y las agencias de noticias, se pueden ver apiladas decenas de pistolas y kal¨¢shnikovs. Como colof¨®n, y para simbolizar la renuncia a su pasado al servicio de El Asad, los candidatos deben pisar un retrato del dictador.
Esta es una de las primeras medidas destinadas a hacer acopio de las decenas de miles de armas ligeras que circulan en el pa¨ªs despu¨¦s de casi 14 a?os de guerra civil, con el fin de pacificar el pa¨ªs. De momento, los primeros que deben deshacerse de ellas son los miembros del ej¨¦rcito, que ha sido formalmente disuelto. Luego, ser¨¢ el turno de la constelaci¨®n de milicias opositoras que combatieron a El Asad. De hecho, el martes, en una reuni¨®n apadrinada por HTS, m¨¢s de una decena de milicias opositoras acordaron disolverse e integrarse en el nuevo ej¨¦rcito.
¡°De ninguna manera vamos a permitir que haya armas en el pa¨ªs fuera del control del Estado, ya sea por parte de facciones revolucionarias, como de aquellas presentes en el ¨¢rea de las SDF [las Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias]¡±, declar¨® Ahmed al Shara, el l¨ªder de HTS ¨Dconocido hasta hace poco como Al Julani¨D el pasado domingo en una rueda de prensa tras la visita del ministro de Exteriores de Turqu¨ªa Hakan Fidan. Este viaje, el primero de un canciller extranjero desde la ca¨ªda de al Asad el 8 de diciembre, ha evidenciado la influencia de Ankara en la nueva Siria gracias a haber apoyado durante a?os a las milicias opositoras asentadas en el norte del pa¨ªs.
La donaci¨®n del armamento a las nuevas autoridades no garantiza la amnist¨ªa, sino que esta solo podr¨¢ llegar despu¨¦s de una investigaci¨®n para verificar que el antiguo agente o militar no cometi¨® cr¨ªmenes de guerra. En caso de que as¨ª sea, en principio, podr¨ªa incluso reintegrar su antigua posici¨®n.
De momento, se insta a todos aquellos registrados a volver a las mismas dependencias pasados dos o tres meses para tener noticias sobre su futuro. ¡°Si queremos conseguir la paz social, debe haber justicia, y no la habr¨¢ sin que se depuren responsabilidades. Aquellos que tengan las manos manchadas de sangre, no tendr¨¢n amnist¨ªa¡±, ha declarado al respecto Obeida Arnaut, un portavoz del nuevo gobierno.
Si bien la mayor¨ªa de aquellos que se han registrado en este proceso de reconciliaci¨®n son soldados de baja graduaci¨®n, tambi¨¦n lo ha hecho alg¨²n miembro de la antigua c¨²pula militar, como Talal Makhlouf, general de la Guardia Republicana y al que se acusa de haber reprimido con extrema dureza numerosas protestas pac¨ªficas en 2011. De hecho, por esta raz¨®n, Makhlouf, miembro de la familia de la madre de Bachar el Asad, figura en la lista de mandatarios del r¨¦gimen sancionados por la Uni¨®n Europea, adem¨¢s de otros pa¨ªses.
El hecho de que Makhlouf haya podido registrar su petici¨®n de amnist¨ªa sin ser arrestado ha generado una gran controversia entre activistas y familiares de las v¨ªctimas de un conflicto que seg¨® la vida de m¨¢s de medio mill¨®n de personas. Adem¨¢s, a¨²n hay m¨¢s de 100.000 personas desaparecidas que se teme que pueden haber fallecido en las atroces c¨¢rceles del antiguo r¨¦gimen, por lo que la cifra podr¨ªa crecer de forma considerable.
¡°Lo que ha pasado con Makhlouf es algo preocupante para todas aquellas personas que quieren que haya un proceso de justicia transicional. Makhlouf es una persona conocida por todos los sirios, que saben que particip¨® en torturas y en el bombardeo de ciudades¡±, ha advertido Rami Abdurrahman, director del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, en la cadena de televisi¨®n Al Arabiya.
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