El Rey reafirma la idea de Espa?a y exhorta a ilusionarse con las metas propuestas por la Constituci¨®n
Don Juan Carlos dirigi¨® a los espa?oles, en la noche del pasado d¨ªa 24, su tradicional mensaje navide?o a trav¨¦s de las dos cadenas de televisi¨®n y las emisoras de radio. El Monarca, que pronunci¨® su salutaci¨®n navide?a acompa?ado por la Reina, el pr¨ªncipe Felipe y las infantas Elena y Cristina, exhort¨® reiteradamente a los espa?oles a superar las dificultades y a ilusionarse con un proyecto com¨²nque nos permita asumir ?un futuro digno de nosotros y de nuestros hijos?. A lo largo de su discurso, el Rey reafirm¨® la idea de Espa?a y el compromiso hist¨®rico, nacional y mundial, de los espa?oles, y apel¨® a las metas que se incluyen en el pre¨¢mbulo de la Constituci¨®n, que anim¨® a conseguir ?en la justicia, la libertad y la seguridad?. Ofrecemos a continuaci¨®n un amplio extracto del mensaje.
?Una vez m¨¢s, y junto con la Reina y mis hijos, os pido unos minutos de atenci¨®n al dirigirme a todos los espa?oles en est¨¢s horas de solemnidad familiar. Cumplo con ello una grat¨ªsima costumbre iniciada en el a?o de mi proclamaci¨®n como Rey y en correspondencia con la sinceridad y el calor hogare?o de estas fiestas de Navidad.Unidos en la aspiraci¨®n com¨²n de conseguir los niveles de dignidad y de justicia, de libertad y de paz, que son en nuestros tiempos esencial requisito y, a la vez, objetivo final de la democracia, siento en estos momentos profunda emoci¨®n al referirme a nuestra condici¨®n de espa?oles. Porque los espa?oles sabemos luchar para conseguir lo que deseamos, y nada que merezca la pena se consigue sin lucha, sin esfuerzo y sin sacrificio.
Somos espa?oles -espa?oles de todas las regiones de nuestra Patria- y hemos de sentir el orgullo de serlo, lo mismo en las penas que en las alegr¨ªas, en los ¨¦xitos o en las dificultades.
Tenemos un proyecto de vida en com¨²n que se llama Espa?a. Ella nos acoge y protege. Ella nos pide nuestra entrega y nos mira dedicados a nuestro empe?o en hacerla mejor y m¨¢s plena. Por eso es imposible no sentir esta doble corriente integradora entre la Patria y sus hijos, entre ¨¦stos y la Patria.
Y todo resulta especialmente trascendental, porque lo cierto es que, al atravesar una etapa llena de momentos dif¨ªciles, de tormentas y de expectativas pol¨ªticas, debemos prepararnos a entrar en otra cargada de posibilidades, pero en la cual no dejar¨¢n de presentarse obst¨¢culos que ser¨¢ necesario vencer.
No es hora, pues, de desfallecimientos ni de inhibiciones. Muy grave es la alternativa entre lo que podemos ganar y lo que podemos perder. Espa?a no es una naci¨®n de perdedores: como espa?ol y como Rey, compruebo cada d¨ªa la inmensa capacidad luchadora de nuestro pueblo, que se crece cuanto m¨¢s altas y nobles son sus metas o m¨¢s profundas las dificultades.
Ser¨ªa ingenuo ocultar que estas dificultades existen, porque est¨¢n en la mente de todos y es preciso admitir claramente la verdad, de la misma manera que han de reconocerse los esfuerzos constantes que se realizan para superarlas.?
Desterrar el odio, el rencor y la violencia
?Los pesimistas podr¨¢n preguntarse hacia d¨®nde vamos y dudar si seremos capaces de hacer de nuestra Patria un hogar del que se hayan desterrado el odio, el rencor y la violencia.
Pero frente a las dudas y las incertidumbres no permitamos que el temor ahogue la esperanza o que la desconfianza frustre nuestros empe?os, porque no deja de ser cierto que a veces las apariencias son m¨¢s negativas que la propia realidad.
No abandonemos jam¨¢s nuestro orgullo espa?ol, nuestro ¨¢nimo decidido, nuestra leg¨ªtima presunci¨®n de que sabemos enfrentar unidos nuestros problemas y resolverlos, sin caer en el des¨¢nimo o en la indiferencia.
Necesitamos fortalecer nuestra capacidad de ilusi¨®n y mirar al porvenir con la esperanza que radica en nuestras propias fuerzas.
Cada uno de nosotros tiene en sus manos una gigantesca responsabilidad in¨¦dita: realizar la Espa?a que exige nuestro tiempo.
Una Espa?a que no puede renunciar a su protagonismo en la historia ni a la carga de sus valores creativos, sino que, en consonancia con ellos, ha de dar cauce a la vitalidad de sus generaciones j¨®venes, proponi¨¦ndoles un ideal de vida en una Patria que constituya su aspiraci¨®n suprema.
Abandonemos la obsesi¨®n del pasado pr¨®ximo para atribuirle todos los males o todos los bienes, el complejo de haberlo vivido en la colaboraci¨®n o en la disparidad, la cr¨ªtica de lo que ya est¨¢ superado o el af¨¢n de resucitarlo, el deseo de revancha destructiva o la conservaci¨®n a ultranza de lo que no es sustancial ni oportuno, y pensemos unidos en construir el mejor de los futuros, venciendo diferencias, coincidentes en lo fundamental, y tratando de estar de acuerdo en la determinaci¨®n de lo que es fundamental verdaderamente.
A trav¨¦s de la historia, las distintas generaciones han tenido que plantear, si han querido sobrepasarse a s¨ª mismas, el dilema de entregarse hasta la propia consunci¨®n para estar a la altura que la Patria exige, o vivir tranquilamente culpables en la mediocridad y en la agon¨ªa.
Est¨¢ claro que para todos nosotros -espa?oles de hoy en un mundo que no permite ni perdona aislamientos ni divisiones- no es la comocidad mediocre la que nos debe tentar, sino todo lo contrario: la realizaci¨®n en esta hora de esa naci¨®n propia y fecunda, sustento de paz y libertad.
S¨®lo con voluntad los espa?oles fueron capaces de iluminar y de ver la otra cara del mundo, como pr¨®logo para contemplar luego, conciencia del deber cumplido, la cara de Dios.
Con voluntad seremos capaces tambi¨¦n de recuperar la asombrosa terquedad en el triunfo, que ha sido el signo de nuestros mejores siglos.?
Metas constitucionales
?Nos es imprescindible mantener la ilusi¨®n de unas metas importantes, las importantes metas que se incluyen en el pre¨¢mbulo de nuestra Constituci¨®n:
-Garantizar dentro de ella y de las leyes la convivencia democr¨¢tica, conforme a un orden econ¨®mico y social justo.
- Consolidar un Estado de derecho que asegure el imperio de la ley, como expresi¨®n de la voluntad popular.
- Proteger a todos los espa?oles y pueblos de Espa?a en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.?
- Promover el progreso de la cultura y de la econom¨ªa para asegurar a todos una digna calidad de vida.
- Establecer una sociedad democr¨¢tica avanzada, y
- Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pac¨ªficas y de eficaz cooperaci¨®n entre todos los pueblos de la Tierra.
Con firme y continuada voluntad hemos de conseguir, en la justicia, la libertad y la seguridad, tan elevados fines.
Nuestro mayor peligro es la rutina, el lento y paulatino desmoronamiento, la erosi¨®n implacable del des¨¢nimo y del desencanto.
No aspiremos, ego¨ªstamente, a la vulgar superaci¨®n del d¨ªa de hoy, para alcanzar tan s¨®lo el d¨ªa de ma?ana. Miremos horizontes m¨¢s lejanos, sin triunfalismos inoportunos, pero tambi¨¦n sin hacer gala de un pesimismo tr¨¢gico, como si nos recre¨¢ramos en la faceta catastr¨®fica de todos los temas.
Si Europa no es verdaderamente Europa sin su proyecci¨®n universal, y si su esp¨ªritu es el di¨¢logo, nos corresponde a nosotros -como he se?alado en el Consejo de Europa- alentarlo especialmente hacia Am¨¦rica.
A los pueblos hermanos de aquel continente, que conviven en la patria com¨²n de un idioma que hablan en el mundo entero millones de seres, quisiera enviarles un saludo cordial en nombre de todos los espa?oles, precisamente en estos momentos.
Como espa?oles, por tanto, tenemos razones suficientes para asumir, sin pesimismo ni temor, nuestro futuro: un futuro digno de nosotros y de nuestros hijos.
Una profunda emoci¨®n me invade al nombrarlos. Porque no hay nada tan exigente como los hijos y nada tan hondamente riguroso como nuestra propia exigencia ante ellos, porque la envuelve la ternura.
A nuestros hijos pedimos que sean los primeros y los mejores. Pero muchas veces no tenemos en cuenta que, para exigirles mucho, es tambi¨¦n mucho lo que debemos darles.
Y ?qu¨¦ menos que darles una patria sin fisuras, indestructiblemente unida, en la que puedan convivir arm¨®nicamente las ideolog¨ªas y las comunidades en un profundo y l¨®gico sentimiento de solidaridad?
?Qu¨¦ menos podemos hacer como espa?oles de hoy que evitar a las nuevas generaciones que tengan que optar ?entre una Espa?a que muere y otra Espa?a que bosteza??
Pongamos nuestra raz¨®n y nuestro coraz¨®n de espa?oles en la raz¨®n y en el coraz¨®n de la Historia y no nos neguemos al honor y a la oportunidad de construir, de una vez para siempre, la patria que todos -todos nosotros, sin duda alguna- hemos so?ado alguna vez.
Salutaci¨®n final
A todos cuantos, como espa?oles, nos sentimos solidarios de esta Espa?a que nos ampara, y cuya permanencia como naci¨®n nos corresponde garantizar, quiero enviar un saludo m¨ªo y de mi familia, con el deseo de que en estas fiestas recojan y hagan realidad el mensaje de amor y comprensi¨®n que ellas inspiran.
A los trabajadores, cuyo pulso es y ha de ser siempre el que d¨¦ ritmo al pulso de la patria.
A los intelectuales, que ofrecen su pensamiento y su cr¨ªtica para orientar nuestros avances por el camino del progreso.
A todas las instituciones del Estado, que se afanan en la consolidaci¨®n de la democracia.
A las fuerzas armadas y a las de seguridad, que protegen nuestro insobornable derecho a sentirnos espa?oles y nos ofrecen a diario la lecci¨®n de su disciplina y de su sacrificio.
Nuestro recuerdo se dirige hoy muy especialmente hacia aquellos que dieron su vida en cumplimiento del deber, y hacia sus familias, cuya pena compartimos.
A todos cuantos sufren en el dolor, en la enfermedad o en la desgracia.
A los j¨®venes que llevan en s¨ª la semilla del futuro y a nuestros mayores, que nos ofrecen el fruto de su experiencia y de su ejemplo.
A los emigrantes, que lejos del terru?o viven y laboran por la patria, pensando en ella con nostalgia y con amor.
A las mujeres, que, en definitiva, son depositarias de la vida y luz del camino.
Para todos cuantos, en suma, hacen crecer a esta Espa?a que nos une pido a Dios, en mi nombre y en el de los m¨ªos, la mayor felicidad en estas tradicionales fechas navide?as.?
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