Pitita, hacia la noche
El criado de chaquetilla blanca me hace esperar en la rendija de la puerta como si yo fuera el cobrador del gas. Pienso que tampoco a los cobradores del gas hay que dejarlos en la rendija de la puerta. Sale Pitita, muy ataviada para ir a cenar con este cobrador de gas/cronista de su vida y milagros.Los ¨²ltimos milagros de Pitita consisten en que se sienta a la mesa de un restaurante, por ejemplo, y consigue, mediante la concentraci¨®n, que vayan viniendo hacia ella las personas que all¨ª est¨¢n o por all¨ª pasan: un franc¨¦s, una se?ora sola, un cojo, un homosexual, un ni?o. Claro que esto tambi¨¦n lo consiguen, sin hacer meditaci¨®n trascendental, vud¨², ni mantra, otras mujeres que conozco: Emma Cohen, Carmen Platero, B¨¢rbara Rey (que ha atra¨ªdo un domador con todos sus leones), Addy Ventura, Angela Molina, Sara Mora, Raquel Evans y hasta do?a Pilar Franco, siempre rodeada de entrevistadores.
Cenamos en Mayte, donde saludo a Luis G¨®nzalez-Seara y se?ora. Luis se queda como esperando que yo le comente algo de lo que pasa o de lo que le pasa, pero yo, a los amigos, s¨®lo les digo, en sus malos momentos pol¨ªticos, que est¨¢n muy guapos. Con nosotros, en la mesa, Miguel de la Quadra-Salcedo y su bell¨ªsima Marisol, Julio Ayesa, una compacta suramericana que no se queda -ay-, los Valdivieso y toda una dorada basca. Marisol me pregunta el signo zodiacal y luego me pregunta algo m¨¢s dif¨ªcil:
-?Y a ti, por qu¨¦ no te gusta Baroja?
S¨ª que me gusta Baroja. Hay tres grandes bo¨ªnas en la literatura: la de Baroja, la de Pla y la de Delibes. Como no quiero desarmar esta sant¨ªsima trinidad literaria de las bo¨ªnas, dir¨¦ siempre en las cenas que me gusta Baroja. Luego, por escrito, dir¨¦ la verdad. Miguel de la Quadra, lleno de bondad y verdad, va deshaciendo cient¨ªficamente todas las preguntas irracionalistas de Pitita, que huye de lo claro por aclarar lo oscuro, como Artaud:
-?Y la isla de Pascua, y el tri¨¢ngulo de las Bermudas, y las tribus prehist¨®ricas de Filipinas?
-En Pascua hay una piedra volc¨¢nica muy maleable, que ha hecho posible esas estatuas. En Bermudas no veo nada raro. Los prehist¨®ricos filipinos no viven as¨ª desde el magdaleniense, sino que son el resto de una regresi¨®n antropol¨®gica producida en una peque?a comunidad por alguna peste, accidente biol¨®gico o cosa as¨ª.
Asisto, entre salsa y salsa de la lubina dos salsas, al di¨¢logo de la luz y la sombra, a la dial¨¦ctica de la mujer que viene del misterio y el hombre que va hacia las fuentes televisivas de la racionalidad. Y es m¨ª propia alma la que duda -ay-, una vez m¨¢s y como siempre, entre la luz y la sombra, entre la raz¨®n y el misterio, entre la cifra y la met¨¢fora. Mi alma incierta y de provincias. Estoy m¨¢s en Pitita, pero veo claro que lo irracional es coartada para convertir al obrero en una Bella Durmiente con boina, como Baroja y los otros, del bosque laboral. Y es coartada, asimismo, para jubilar a Hans K¨¹ng, contra la escarpada protesta de cincuenta te¨®logos espa?oles. ?Y de d¨®nde ha salido esa leva de te¨®logos? Los librepensadores llevan veinte a?os en sus caf¨¦s hablando de la falta de vocaciones religiosas. Va a haber que dejar de ir al caf¨¦.
Lo cual que Pitita ha visto a Wojtyla en San Pedro, el domingo:
-Sali¨® y dijo: ?Me alegra que est¨¦is aqu¨ª otra vez. Me voy de viaje, pero el domingo vuelvo. No me fall¨¦is el domingo, que os pongo falta.? Es muy humano, pero en lo de la p¨ªldora yo dir¨ªa que se ha pasado un poco.
?La luz, la sombra, la fe, la p¨ªldora? Sale y saluda don Alfonso de Borb¨®n, divorciado ya de Franco y volandero en una nube de rubias/jet. Sale Luis Rosales, convaleciente y sonriente. Van muriendo con el siglo los candelabros de la mesa. Pitita hacia la noche. Yo, hacia la raz¨®n hist¨®rica. Miguel/Marco Polo, hacia la China.
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