Villancicos de Soler, revisados y estudiados por Samuel Rubio
Lleva toda la raz¨®n Samuel Rubio: no es posible emitir un juicio definitivo sobre la categor¨ªa del padre Soler en tanto no se conozca, en casi su totalidad, la obra que cre¨® en los diferentes g¨¦neros y mientras no est¨¦ dominada, en igual o parecida medida, la m¨²sica espa?ola de su ¨¦poca. Durante mucho tiempo, Soler ha funcionado como una suerte de ap¨¦ndice espa?ol de Scarlatti a trav¨¦s de un par de docenas de sonatas.Fue precisamente Samuel Rubio quien public¨® en la UME la m¨¢s amplia colecci¨®n sonat¨ªstica del monje escurialense, con la novedad de ofrecer una serie de ?sonatas? en varios tiempos que, por muchas razones, separan a Soler del modelo scarlattiano. Junto a esto, en el campo instrumental, eran relativamente frecuentes los conciertos para dos ¨®rganos y los ?quintetos?, publicados respectivamente por Santiago Kastner y Angl¨¦s-Gerhard. En cuanto a obras religiosas (misas, motetes, salmos, magn¨ªficat, himnos, responsorios, lamentaciones, salves, ant¨ªfonas, autos, villancicos), su audici¨®n y su publicaci¨®n han constituido rareza. Con ocasi¨®n del 250 aniversario del nacimiento de Soler ha sonado -aqu¨ª y fuera de aqu¨ª- su m¨²sica con gran profusi¨®n. Sin duda, la m¨¢s importante contribuci¨®n, porque emprende el camino hacia una exacta valoraci¨®n del m¨²sico, gracias a un mayor conocimiento, es la colecci¨®n de siete villancicos, revisados, precedidos de un compendioso estudio, por Samuel Rubio y espl¨¦ndidamente editados por el Instituto de M¨²sica Religiosa de la Diputaci¨®n Provincial de Cuenca, que dirige Pablo L. de Osaba. Serie que viene a unirse a las publicaciones de Frederick Marvin en la editora alemana Barenreiter.
El villancico desde el Renacimiento al XVIII
Ciento veintiocho villancicos ha catalogado Rubio. Los siete elegidos lo fueron en funci¨®n de su belleza y variedad y, de modo general, por la fecha de composici¨®n, siempre posterior a 1762, ya que considera el music¨®logo que, a la saz¨®n, Soler llevaba diez a?os de residencia en El Escorial y contaba 33 a?os de edad, datos que garantizan un estado de madurez creadora.
En cuanto al estudio -que constituye una separata, del mismo modo que cada villancico est¨¢ editado suelto para hacerlo m¨¢s ¨²til y manejable-, hay que elogiar la capacidad de s¨ªntesis demostrada por Rubio al seguir la l¨ªnea evolutiva de la forma (o las formas) del villancico, desde el XV hasta Soler en tan s¨®lo una cincuentena de p¨¢ginas. A trav¨¦s de ellas nos lleva, en l¨ªnea clara y sustantiva, por los modelos de los Cancioneros de palacio y la Colombina, de Upsala y de V¨¢zquez, de las Canciones y Villanescas, de Guerrero, y el Cancionero de Medinaceli, de los cruciales Villancicos, de Pedro Rimonte y Juan Bautista Comes, de Cabanilles, Mat¨ªas Ruiz, Diego de Torrijos, Juan Mat¨ªas Veana y Antonio Yanguas, de Manuel del Valle y, al fin, de Antonio Soler.
Capacidad de s¨ªntesis, tambi¨¦n, al asimilar y resumir en tan breve espacio una amplia bibliograf¨ªa (ediciones musicales y estudios), citada siempre a pie de p¨¢gina, y al acometer el doble an¨¢lisis imprescindible del villancico: como forma literaria y como forma musical. Es bien sabido que desde el ?villancico? del siglo XV, no siempre navide?o, ni siquiera religioso, hasta esa suerte de ?cantatas?, tocadas de aires tonadilleros, que vienen a ser los ?villancicos? dieciochescos, hay gran diferencia: la propia de una larga evoluci¨®n que Rubio explica y sistematiza al m¨¢ximo. (En este g¨¦nero, gracias a la publicaci¨®n de Vicente Ripoll¨¦s en 1935, ven¨ªan siendo interpretados con frecuencia ejemplos de la escuela valenciana: Rabassa, Pradas, Fuentes, Morera.) Tan larga es la evoluci¨®n y tan profundo el cambio que casi podr¨ªa hablarse de fen¨®menos musicales distintos, unificados por la intencionalidad religiosa de base y por su filiaci¨®n popularista, en cuanto de popular represente el t¨¦rmino ?villano? y sus derivados.
Presencia del "folklore"
En Soler, cuyo incipiente, ?folklorismo? me ha parecido siempre escaso en las ?sonatas? (dir¨ªa incluso que m¨¢s escaso que el de Scarlatti), aparece con mayor claridad y definici¨®n en los ?villancicos?. Cita Rubio algunos casos de alusi¨®n ?folklor¨ªstica? en ?villancicos? denominados por su autor ?asturianos?, aun cuando la verdad es que se trata del tema, casi literal, del provenzal y catal¨¢n El Noi de la mare. ?Lleg¨® a/o vino de Asturias esta melod¨ªa a la que m¨¢s tarde se aplic¨® un texto de Mistral? Conocido es el ir y venir, el ?vuelo?, de las canciones populares, y preferentemente las tonadas para ?villancicos?, de una regi¨®n a otra y hasta de un pa¨ªs a otro. Sabido es, igualmente, que los compositores dieciochescos -y anteriores- no se preocupaban demasiado por la identificaci¨®n ?folklor¨ªstica?, m¨¢s a¨²n si, como en el caso que citamos, se trata de una estructura r¨ªtmica encuadrada en el ?villancico? y la ?pastoral?, seg¨²n se practic¨® en Italia, Francia, Espa?a y hasta Alemania. Basta con el ?asturianismo? de la letra para la titulaci¨®n de Soler. Lo cierto es que el ?folklore? aparece definido en los ?villancicos? solerianos, con lo que, en esto, siguen una vieja tradici¨®n nacional. Como la sigue el juego de personajes con nombre propio -Ant¨®n, Gila, Pascual, etc¨¦tera- al lado de otros m¨¢s abstractos. Samuel Rubio estudia los distintos aspectos morfol¨®gicos, comenta el estilo y las ?plantillas? vocales e instrumentales, establece las distintas ?variantes?, nos ?introduce?, en suma, en el ?villancico? por v¨ªa hist¨®rico-anal¨ªtica y comparativa, a fin de poner en todo y por todo, claridad, m¨¢xima virtud de cualquier tratadista.
En las revisiones musicales evidencia su instinto y su saber musical. Ciego y Lazarillo (1762), Angel (1768), Dos maestros de capilla (1764), Angel, San Jos¨¦ y Nuestra Se?ora (1769), Ant¨®n y Gila (1769), Ni?os (1769) y Cazadores (1772) son los villancicos publicados, escritos a cinco, seis, siete y ocho partes, con diverso acompa?amiento instrumental: violines con aditamento, en algunos casos, de flautas, o de trompas o de los populares gaita y salterio.
Cuatro de estos villancicos fueron excelentemente cantados y tocados en el ¨²ltimo lunes de Radio Nacional, bajo la direcci¨®n de Remart¨ªnez, con profesores de su ?Camerata? e intervenci¨®n vocal de Ifigenia S¨¢nchez (de todo punto excelente), Mar¨ªa Jos¨¦ S¨¢nchez, Pablo Heras, Catalina Moncloa, Mar¨ªa Arag¨®n y Vicente Encabo. Casi sin soluci¨®n de continuidad, la musicolog¨ªa escrita se convirti¨® en musicolog¨ªa viva. Un nuevo conocimiento de Soler comienza. El mejor elogio a Samuel Rubio es el de pedirle que contin¨²e.
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