En la Pascua Militar
LA PASCUA Militares una fiesta de singular trascendencia y significaci¨®n en la familia de las armas, y es tambi¨¦n motivo de reflexi¨®n sobre los problemas que el Ej¨¦rcito y la defensa nacional plantean en nuestro pa¨ªs cara a las necesidades de la nueva sociedad industrial y del marco geoestrat¨¦gico en que nos movemos. Este a?o la fiesta de la Pascua Militar tiene una novedad rese?able, y es que por primera vez en casi medio siglo un civil -el ministro Rodr¨ªguez Sahag¨²n- ocupa la cartera de Defensa y es el responsable de estos temas ante el Gobierno, por m¨¢s que persista la figura de un vicepresidente militar. La oportunidad del d¨ªa merece ser aprovechada para poner de relieve la habilidad de Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n para el desempe?o de una tarea especialmente dif¨ªcil en los momentos que atravesamos y tambi¨¦n el normal comportamiento de los mandos militares, que han aceptado, sin reserva alguna que se conozca, el mando de un ministro civil, correspondiente, en definitiva, a la m¨¢xima, sagrada en las democracias, de que los ej¨¦rcitos est¨¢n subordinados al poder pol¨ªtico.El Ministerio de Defensa se ha embarcado en una reforma de las Fuerzas Armadas tendente a una mayor profesiconalizaci¨®n y tecnificaci¨®n de las mismas, un rejuvenecimiento de los cuadros y una adecuaci¨®n de sus medios a las necesidades de la defensa nacional y a los compromisos que nuestro pa¨ªs mantiene con el Occidente. Los proyectos del Gobierno a este respecto ser¨¢n en su d¨ªa debatidos en las Cortes y ya habr¨¢ ocasi¨®n de volver sobre ellos en extenso. En cambio, merece la pena hoy iniciar una reflexi¨®n sobre algunos aspectos del papel jugado por el Ej¨¦rcito en la reciente historia espa?ola.
Primero, no huelga en absoluto el recordatorio de que globalmente los militares espa?oles han puesto de relieve su esp¨ªritu de disciplina y obediencia y, en muchos casos, su origen popular y su entroncamiento con la sociedad en que viven, aceptando y respetando las reformas pol¨ªticas de la transici¨®n, que en muchas ocasiones chocaban frontalmente con las ideas inculcadas durante decenios a los oficiales en las academias militares. Este comportamiento respetuoso, si no caluroso, del estamento militar, garantizado por la actitud del Rey, jefe supremo de las Fuerzas Armadas, ha facilitado sin duda los a?os dif¨ªciles del tr¨¢nsito pol¨ªtico y ha evitado la acumulaci¨®n de tensiones en el paso de la dictadura a la democracia. Y es m¨¢s ejemplar todav¨ªa si se pone de relieve que los militares y los miembros de las fuerzas del orden han pagado un alto precio en vidas humanas frente al terrorismo y la subversi¨®n antidemocr¨¢tica, sea de ETA, sea de los grapos.
Por lo dem¨¢s, el reconocimiento d¨¦ estos dos hechos y el homenaje de gratitud que debe conllevar no debe evitar tambi¨¦n la conciencia de que en determinados sectores militares el advenimiento de la democracia produjo reacciones de signo contrario, que no siempre han sido atajadas por el poder pol¨ªtico con la eficacia y la energ¨ªa que deber¨ªa exigirse al Gobierno. Y, lo que, es peor, sobre los que no se ha ofrecido a¨²n suficiente informaci¨®n. Destacan en este panorama de nerviosismo e incertidumbre, de amenazas de aventuras golpistas o protestas indiscriminadas en algunos cuartos de banderas, oscuri.dad que todav¨ªa se cierne sobre la Operaci¨®n Galaxia o la lenidad con que se actu¨® el a?o pasado en el caso de las declaraciones de tres tenientes generales que criticaron abierta y duramente la transici¨®n pol¨ªtica. Desconocer el hecho de que todav¨ªa extensas zonas de la poblaci¨®n espa?ola mantienen una relaci¨®n m¨¢s de temor que de respeto, m¨¢s de dubitaci¨®n que de confianza, frente a algunos mandos militares, precisamente como consecuencia de esta falta de claridad informativa y del protagonismo injustificado que adquieren los sectores -sin duda minoritarios- del Ej¨¦rcito que no quieren la democracia, no servir¨ªa de nada. Lo importante es progresar en el acercamiento de la sociedad y el Ej¨¦rcito que de ella emana, destruir tab¨²es en ambos sentidos, sustituir la adulaci¨®n por la cr¨ªtica respetuosa y sincera y garantizar al pa¨ªs un programa militar coherente con los tiempos que vivimos y con las necesidades de nuestra defensa.
Pensamos que Rodr¨ªguez Sahag¨²n puede ser el hombre indicado para hacer todas esas cosas, pero por eso mismo no hemos querido dejar de poner de relieve lo que consideramos errores de bulto en el tratamiento del tema por el ejecutivo. Errores que esperamos no produzcan en el futuro mayores debilidades que pongan en peligro la estabilidad constitucional.
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