1980: datos iniciales
Afirman los contables que todo buen balance debe cumplir con cuatro propiedades: ha de ser preciso, debe ser veraz, tiene que ajustarse a una l¨®gica y debe resultar oportuno, resaltando lo importante y subordinando a ello los detalles secundarios.Cuando estas exigencias generales de la contabilidad de la empresa tratan de aplicarse a la contabilidad nacional espa?ola, la primera salvedad que debe hacerse se refiere a las limitaciones impuestas por la penuria de los datos de partida. Un balance se alimenta de informaci¨®n. Ordena con lenguaje contable las m¨²ltiples anotaciones que registran los movimientos de valores realizados en la econom¨ªa a la que el balance se refiere. Sin una buena informaci¨®n es imposible construir un buen balance. Y es esa condici¨®n inicial la que justamente se incumple en el caso de Espa?a.
No es ciertamente un trabajo agradable, ni un destino afortunado el de elaborar un balance de la econom¨ªa espa?ola. Y es triste y lamentable tener que confesarlo. Por otra parte, es este un hecho bien conocido de todos los que por obligaci¨®n o afici¨®n tratan de enterarse de lo que en la econom¨ªa espa?ola ocurre. Dos veces en el pasado a?o nos hemos referido desde estas mismas p¨¢ginas al oscuro espejo de las estad¨ªsticas espa?olas y a sus limitaciones informativas (EL PAIS 15-6-79 y 25-11-79). Confesemos que estas referencias, hechas con la mejor intenci¨®n de ayudar a una mejora de la estad¨ªstica espa?ola, no han sido escuchadas, corriendo la misma suerte que las reiteradas quejas realizadas una y otra vez por los economistas de dentro y de fuera del pa¨ªs a lo largo de los ¨²ltimos a?os. A los lamentos por la informaci¨®n estad¨ªstica disponible se contesta siempre lo mismo, afirmando que las limitaciones estad¨ªsticas son generales en todos los pa¨ªses y urgi¨¦ndonos a contentarnos con las que hoy tenernos: ¨¦stas son lentejas, si las quieres, las comes, y si no, las dejas.
Desgraciadamente, esta situaci¨®n de las estad¨ªsticas espa?olas va a prolongarse, porque no parece haber inter¨¦s por parte de nadie en mejorar los datos de que se dispone para observar la actividad econ¨®mica, pero mientras la informaci¨®n estad¨ªstica espa?ola no mejore, quienes la utilizamos y la padecemos tenemos la obligaci¨®n de reiterar nuestras quejas y de destacar la trascendencia -econ¨®mica y pol¨ªtica- de sus limitaciones. Porque, en efecto, debe acentuarse, una vez m¨¢s, que las graves deficiencias de la informaci¨®n estad¨ªstica espa?ola que obstaculizan la realizaci¨®n del balance anual, no constituyen tan solo dificultades para lograr un conocimiento detallado, erudito y especulativo de las actividades de nuestra econom¨ªa. No. Una contabilizaci¨®n precisa, veraz y oportuna de la actividad econ¨®mica nacional es necesaria para algo m¨¢s que para satisfacer los plausibles deseos del conocimiento econ¨®mico. Esa contabilizaci¨®n correcta resulta indispensable para fundamentar una pol¨ªtica econ¨®mica racional, para discutir y contrastar sus fundamentos y valorar sus efectos, condiciones indispensables de una pol¨ªtica econ¨®mica democr¨¢tica, y para comprobar si los acuerdos de grupos sociales o de instituciones respecto de variables fundamentales se han cumplido o no.
Esta referencia a las limitaciones informativas impuestas por la situaci¨®n de la estad¨ªstica espa?ola no se realiza para disculpar los defectos debidos a nuestras propias limitaciones, que anticipadamente reconocemos y en las que indudablemente incurrir¨¢ el balance que tratamos de ofrecer del a?o 1979, sino para afirmar que la precisi¨®n, veracidad y rigor ser¨¢n imposibles en cualquier balance de nuestra econom¨ªa. Y quien lo realice padecer¨¢ perplejidades enojosas sembradas por la falta de informaci¨®n estad¨ªstica. Puede muy bien afirmarse que realizar un balance de la econom¨ªa espa?ola constituye un ejercicio de adivinaci¨®n impuesto por la penumbra que crea la limitaci¨®n de la informaci¨®n estad¨ªstica disponible. Es ese dif¨ªcil ejercicio el que tratamos de realizar seguidamente en este trabajo.
Resultados de la actividad productiva
Por mucho que sea el sentido de distinci¨®n -que no es poco- que poseen los economistas espa?oles, resulta muy dif¨ªcil ser original a la hora de cifrar el desarrollo econ¨®mico de la producci¨®n espa?ola en 1979. D¨¦cimas arriba, d¨¦cimas abajo, los distintos balances del a?o 1979 van a presentar un crecimiento del producto interior bruto que no diferir¨¢ del que presenta el cuadro macroecon¨®mico que ofrecernos: el 1,6%. A algunos les gustar¨ªa alargar un poco m¨¢s la cifra, aproxim¨¢ndola hacia el 2%; a otros, acortarla un poco m¨¢s, hacia el 1,4%. Pero los jatos de partida para llegar a esa conclusi¨®n no permiten presentar a esas estimaciones como fundamentalmente divergentes. El crecimiento de 1979 ha sido un crecimiento modesto, realizado en un a?o en el que los acontecimientos pol¨ªticos nacionales y los econ¨®micos internacionales han afectado de forma importante a las expectativas de producci¨®n y al comportamiento de los agentes econ¨®micos.
Quiz¨¢ m¨¢s ¨²til que insistir en la preferencia por una u otra tasa de desarrollo sea la de concretar las fuerzas que la han condicionado. Cuatro son los principios a los que parece haber respondido la marcha de la producci¨®n espa?ola en 1979:
- Una ca¨ªda en el producto interno del sector primario (agricultura y pesca) situada en el 2,5% respecto a 1978.
- Un aumento de la producci¨®n del sector secundario (industria y construcci¨®n), que se cifra en el 1,4% y al que se llega por contraposici¨®n de dos crecimientos diferentes, positivo uno, el de la industria (2,5%), y negativo otro, el de la construcci¨®n (-2,4%).
- Un crecimiento del sector terciario, que nuestro balance cifra en un 2,5% en 1979, crecimiento que rompe con la tendencia vigente en el sector desde la crisis, que hab¨ªa sido el que presentaba un cuadro m¨¢s brillante con tasas anuales medias de crecimiento pr¨®ximas al 4%.
- El a?o 1979 ofrece, desde el punto de vista productivo, dos perfiles muy distintos, seg¨²n la mayor¨ªa de las opiniones: un primer semestre din¨¢mico y un segundo semestre de crecimiento m¨¢s apagado, tanto en sus peores resultados productivos como a consecuencia de su t¨¦rmino de comparaci¨®n, puesto que el segundo semestre de 1978 ofreci¨® crecimientos mayores de la producci¨®n que el primero.
Cuando estos cuatro resultados productivos de 1979 se enfrentan con los del a?o pasado, se observan algunas diferencias importantes. El brillante crecimiento del sector primario -ya aludido- se opone a la contracci¨®n productiva en el presente ejercicio. El sector secundario, por el contrario, ofrece resultados mejores en el a?o pasado que en el de 1978, como consecuencia de un comportamiento de la industria sensiblemente igual (2,1 % en 1978 frente a 2,5% en 1979), y una ejecutoria del sector de construcci¨®n mucho peor en 1978 que en el a?o 1979 (-4,8% en 1978 frente a -2,4% en 1979). El sector terciario, sin embargo, reflej¨® mejores resultados en el 1978 (4%) que en el ¨²ltimo a?o, en -el que el retroceso del turismo y de las actividades a ¨¦l asociadas ha estado claramente presente en los resultados productivos m¨¢s bajos.
Dicho en otros t¨¦rminos: la agricultura y los servicios se portaron mejor en 1978 que en 1979, y la mayor debilidad productiva de estos dos sectores en 1979 explica la tasa menor de crecimiento del producto interior bruto.
Este repaso de las fuerzas que han estado detr¨¢s del desarrollo de la producci¨®n en 1978 y 1979 no puede olvidar los principales problemas que a consecuencia de ese comportamiento hereda el a?o que hemos iniciado. El retroceso en la renta real de los agricultores, debido, fundamentalmente, seg¨²n el Ministerio de Agricultura, al coste creciente de los ?inputs? agrarios y la marcha de los precios pagados a los agricultores a lo largo del a?o, han creado un clima dif¨ªcil en nuestro medios rurales que va a condicionar la marcha de la econom¨ªa en 1980. Es importante contabilizar este problema que vamos a vivir en este ejercicio como problema heredado del balance de producci¨®n y renta de 1979.
Por otra parte, del lado de los servicios, el a?o 1979 transmite a 1980 un horizonte de preocupaci¨®n en el rendimiento de uno de los mejores activos del pa¨ªs: su turismo. Por vez primera y de forma
(Pasa a p¨¢gina 48.)
1980: datos iniciales
(Viene de la p¨¢gina 47.)
importante, el turismo ha acusado una recesi¨®n en su actividad en 1979, lo que obliga a plantearse de cara al a?o actual su adecuado tratamiento. Es cierto que se han tomado con car¨¢cter preventivo algunas decisiones y medidas, pero no lo es menos que convendr¨ªa tratar de seguir los problemas del turismo con toda atenci¨®n y ofrecerles por todos los sectores implicados -empresarios, trabajadores y Gobierno- las respuestas adecuadas. No ser¨¢ f¨¢cil realizar una campa?a brillante en este ejercicio porque en un a?o de crecimiento cero para los pa¨ªses de la OCDE no puede esperarse que la demanda de un servicio tan ligado a los movimientos de la renta como el turismo no experimente crecimientos positivos. Sin embargo, la experiencia de 1979 en dos puntos concretos, precios del sector tur¨ªstico y anomal¨ªas en los servicios por movimientos reivindicativos y ca¨ªda en la calidad de ¨¦stos, deber¨ªa llevar al sector entero (incluidos sus trabajadores) hacia decisiones realistas y responsables.
El balance de 1979, contemplado desde la demanda
Si los resultados del ejercicio de 1979 se contemplan desde el lado de la demanda, se obtienen algunas caracter¨ªsticas fundamentales a las que ha obedecido el comportamiento de las distintas variables en 1979:
1. El crecimiento econ¨®mico del pasado ejercicio se ha sostenido por la demanda interna y no, como hab¨ªa ocurrido en 1978, por el saldo exterior. Dicho en otros t¨¦rminos, el motor del crecimiento ha estado dentro y no fuera de nuestra econom¨ªa.
2. El factor decisivo de la demanda interior ha sido el crecimiento del consumo privado, que nuestro balance estima en el 1,9%, y cuyo peso en el valor total del gasto nacional le concede el car¨¢cter de protagonista. Avalando ese comportamiento positivo del consumo privado han estado el crecimiento de los salarios y de otras rentas, as¨ª como una menor presi¨®n fiscal directa y un crecimiento importante de las prestaciones sociales.
3. Pese a su limitada entidad, la novedad m¨¢s destacada del lado del gasto nacional se halla en el car¨¢cter positivo que reviste, seg¨²n nuestros c¨¢lculos, la formaci¨®n interior bruta de capital. Parece estar claro dentro de lo que esta expresi¨®n significa (dada la provisionalidad de los datos espa?oles) que la ca¨ªda de la inversi¨®n. constante desde el comienzo de la crisis, ha tocado fondo y que. por primera vez despu¨¦s de 1974, la tasa de inversi¨®n no alcanza valores negativos. Estos. al menos. se sostienen en los alcanzados en 1978. A ese resultado se llega por la confluencia de varias fuerzas diferentes: de una parte, y como lastre, ha actuado, el componente negativo de la inversi¨®n en construcci¨®n; de otro, el positivo del aumento de las existencias y de la inversi¨®n p¨²blica en tasas que superan a sus valores de 1978 en valores situados en torno al 3%. Si se tiene en cuenta que en 1978 la inversi¨®n hab¨ªa registrado una tasa negativa de -4.5%, puede concluirse en la importancia de este cambio que vence una tendencia largo tiempo acumulada. Este comportamiento de las inversiones en 1979 debe relacionarse con el aumento de las Importaciones. Los bienes de equipo desempe?an dentro de la importaci¨®n espa?ola un papel muy significativo. alcanzando aproximadamente un 22% de las importaciones totales, excluidos los crudos de petr¨®leo. Este grupo de importaciones expa?olas ha venido aumentando en los ¨²ltimos ejercicios a tasas importantes y en el que acaba de finalizar lo ha hecho al 9,4% (hasta noviembre). La significaci¨®n de estas cifras es fundamental para comprender el proceso de ajuste que est¨¢ realizando la econom¨ªa espa?ola. El aumento de las importaciones de bienes de equipo est¨¢ permitiendo aumentar la productividad del sistema econ¨®mico, que en 1979 habr¨¢ crecido a una tasa del orden del 3,6%. Esta mayor inversi¨®n en bienes que incorporan innovaciones tecnol¨®gicas que alientan el crecimiento econ¨®mico discurre paralelamente y no por casualidad con unas menores cifras de empleo. La inversi¨®n se configura as¨ª como una variable cuyo crecimiento poco tiene que ver con el crecimiento de la ocupaci¨®n.
Es interesante comprobar a este respecto cu¨¢les son los principales bienes de inversi¨®n importados y cu¨¢les son los sectores fundamentalmente afectados por esas inversiones que incorporan nuevas tecnolog¨ªas. El cuadro 3 que acompa?a este trabajo ofrece una respuesta primaria a esta interesante cuesti¨®n a los lectores. Como puede comprobarse, en 1979, la agricultura ha sido una gran destinataria de estos bienes de equipo, seguida por los aparatos de telecomunicaci¨®n y toda la maquinaria para oficina dirigida al tratamiento de la informaci¨®n (lectores magn¨¦ticos y m¨¢quinas para el tratamiento de la informaci¨®n).
4. El sector exterior ha registrado en 1979 algunas novedades. Del lado positivo: el sostenimiento, pese a las dificultades, de la exportaci¨®n de mercanc¨ªas y que ¨¦sta haya comenzado a caer en la ¨²ltima parte del a?o, la ganancia en estas exportaciones de cuotas de mercado, continuando con una tendencia anterior. Del lado negativo, la ca¨ªda de las exportaciones de servicios y la creciente dificultad de penetraci¨®n de nuestras exportaciones. Quiz¨¢ haya que decir que el sector exterior ha registrado ya sus mejores d¨ªas en los dos a?os y medio vividos desde el ajuste de la peseta, en julio de 1977, hasta hoy, y que, en adclante, van a ser m¨¢s los d¨ªas duros que los d¨ªas f¨¢ciles. La recuperaci¨®n de las inversiones debe continuar en el futuro, y ¨¦sta tirar¨¢ necesariamente de las importaciones. El comercio mundial va a padecer tasas m¨¢s d¨¦biles de crecimiento, del orden del 4%, que limitar¨¢n las oportunidades exportadoras de todos los pa¨ªses, y, por supuesto, del nuestro. De otro lado, el comportamiento de la balanza de capitales en 1980 supondr¨¢ la entrada de cantidades muy importantes que dif¨ªcilmente tolerar¨¢n ca¨ªdas en el tipo de cambio con el que facilitar la actividad exportadora. Situados en este contexto y con unas reservas exteriores importantes, ser¨¢ muy dif¨ªcil que los problemas de la exportaci¨®n espa?ola encuentren audiencia pol¨ªtica. Se corre as¨ª el riesgo de que en el pr¨®ximo ejercicio la asignaci¨®n de recursos hacia el sector exterior deje de tener el dinamismo y la fuerza que le han caracterizado en los a?os inmediatos. Todo ello no ofrece peligros graves de cara a 1980. El pa¨ªs cuenta con una reserva importante y un d¨¦ficit de la balanza corriente del orden de los 2.500 millones de d¨®lares no crear¨ªa mayores problemas, habida cuenta de la fuerte contrapartida de la balanza de capitales prevista para este a?o. Sin embargo, la postergaci¨®n del desarrollo de la exportaci¨®n en 1980, si se realiza, tendr¨ªa consecuencias importantes en ejercicios sucesivos. Si Espa?a pierde mercados en 1980 no los va a ganar confacilidad en ejercicios sucesivos. La exportaci¨®n es un tejido que no se destruye y se genera autom¨¢ticamente, sino que requiere una asiduidas y una dedicaci¨®n continuadas, so pena de perder las oportunidades ganadas. Por todo ello, seria bueno plantearse la cuesti¨®n de si es posible dise?ar una nueva pol¨ªtica comercial en la que el sector privado y el sector p¨²blico colaboren de una manera decidida para variar nuestra organizaci¨®n comercial exterior. ?No ser¨ªa aconsejable definir una nueva estructura comercial al servicio de unos resultados exportadores? En todo caso, con este cambio deber¨ªa colaborar la balanza de capitales a trav¨¦s de las inversiones exteriores directas, mediante las cuales, en los ¨²ltimos ejercicios, Espa?a ha conseguido objetivos de exportaci¨®n en los que muy pocos cre¨ªan.
(Pasa a la p¨¢gina 49.)
1980: datos iniciales
(Viene de la p¨¢gina 48.)El componamiento de los precios
Cerrando esta excursi¨®n sobre los datos iniciales de 1980, parece indispensable referirse a las variaciones experimentadas por los precios y a su comparaci¨®n con las registradas en 1978. El cuadro n¨²mero 2 ofrece en su parte central las variaciones principales que afectan a cada una de las magnitudes econ¨®micas. La reducci¨®n en todas ellas de la tasa de inflaci¨®n es una caracter¨ªstica importante. Esta menor inflaci¨®n, ganada con esfuerzo a lo largo de dos ejercicios, es quiz¨¢ uno de los datos de partida m¨¢s destacados de nuestra econom¨ªa y que ser¨ªa bueno que fuese dato de salida de 1980. Sobre ¨¦l ha ca¨ªdo la tormenta de precios energ¨¦ticos, que va a dificultar considerablemente la marcha de la econom¨ªa de 1980. Un ejercicio que demanda de la pol¨ªtica econ¨®mica la adopci¨®n clara de una serie de decisiones econ¨®micas que no deber¨ªan demorarse y que no pueden limitarse en manera alguna a la definici¨®n de unos precios realistas de la energ¨ªa, sino que deben abarcar al campo m¨¢s amplio y m¨¢s complejo de todos los ajustes demandados por la crisis econ¨®mica que padecemos.
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