As¨ª fue la gran evasi¨®n de los "grapo" de la c¨¢rcel de Zamora
La historia comenz¨® con la llegada del primer contingente de grapo a Zamora, a mediados de diciembre de 1978. Cuando la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias orden¨® el traslado desde la prisi¨®n de Soria a la de Zamora, los grapo a¨²n no se hab¨ªan repuesto del fracaso sufrido al haberse descubierto, casi al final, un serio intento de fuga. ?Unos d¨ªas m¨¢s y quiz¨¢ ahora estar¨ªamos en la calle ... ? Un chivatazo ech¨® por tierra sus planes, planes que necesariamente pasaban por un t¨²nel nada f¨¢cil de construir en una prisi¨®n como la de Soria. Y es que hab¨ªan excavado ya cincuenta metros, total para nada.Sin embargo, la misma noche de su traslado, los grapo no lograron conciliar el sue?o en sus nuevas celdas de Zamora, a pesar de que se hab¨ªa dispuesto especialmente para ellos la colocaci¨®n de placas de calefacci¨®n individuales de mil vatios de potencia, no as¨ª para los comunes. Lo que les manten¨ªa despiertos era, a buen seguro, algo que acababan de ver y que les dio pie para albergar nuevas esperanzas de fuga: el patio general de la prisi¨®n s¨®lo cuenta con cinco bombillas de doscientos vatios. rodeadas adem¨¢s de un protector de cristal y de una armadura met¨¢lica que reduce a la mitad la intensidad del alumbrado. Todo ello para una extensi¨®n aproximada de 4.000 metros cuadrados. Por fuera, la situaci¨®n a¨²n les era m¨¢s favorable: de las cuatro garitas que tiene instaladas la Guardia Civil dos est¨¢n vac¨ªas, nadie las utiliza, por carecer de fluido el¨¦ctrico. Las otras dos, m¨¢s pr¨®ximas a la tapia de la c¨¢rcel, distan de s¨ª unos 180 metros y cuentan tan s¨®lo con tres puntos luminosos. Desde las ventanas vieron tambi¨¦n el r¨ªo Duero, a menos de cien metros, y una espesa niebla cubriendo la parte baja de los alrededores de la c¨¢rcel, al igual que ocurr¨ªa la mayor¨ªa de las noches de fr¨ªo.
Planes para la fuga
A la ma?ana siguiente. los grapo intercambiaron impresiones. Volver a pensar en la fuga no resultaba descabellado. Con un poco de suerte, cualquier noche de invierno podr¨ªan salir sin ser vistos. Claro que habr¨ªa que suprimir a¨²n algunos problemas: la vigilancia de los funcionarios (?Bueno, este tema no ser¨¢ muy complejo. Tocamos a siete por cada turno, algunos son j¨®venes. Ser¨¢ cuesti¨®n de mantenerlos ocupados lo m¨¢s posible y dejar caer alguna amenaza que otra contra sus familias?), la consistencia de las paredes de la prisi¨®n y las l¨®gicas medidas de seguridad de las que cualquier c¨¢rcel dispone y de las que igual mente deber¨ªa disponer, aun m¨¢s acentuadas, una a la que se le destina para albergar a los terroristas m¨¢s buscados del pa¨ªs.
As¨ª es que, poco a poco, se pusieron a trabajar. Sorprendidos, y seguramente contentos, observaron que la prisi¨®n de Zamora est¨¢ construida a base de piedras, arena y cal, este ¨²ltimo elemento, erosionado por el paso del tiempo y la humedad. Seguramente, no que dar¨ªa m¨¢s que arena y piedras y excavar arena es relativamente f¨¢cil. Despu¨¦s de examinar minuciosamente la c¨¢rcel. descubrir¨ªan que no existe ninguna iluminaci¨®n lateral en el patio, sobre todo donde est¨¢ la terrazilla del lavadero. Este ser¨ªa un buen punto para comenzar el t¨²nel. S¨®lo ser¨ªan necesarios materiales y alg¨²n lugar seguro donde ir acumulando la arena excavada.
En la prisi¨®n de Zamora, ni direcci¨®n, ni inspecci¨®n ni funcionariado sab¨ªan que justo debajo de la escalera de la terraza, junto a los lavaderos, habla una c¨¢mara de aire de dos metros. En el plano general que el director tiene colgado en una de las paredes de su despacho, no se ve reflejada esta posibilidad, as¨ª es que, en principio, no hab¨ªa ning¨²n motivo de alarma alrededor de aquella zona. Los grapo, sin embargo, descubrieron en unas semanas lo que varias generaciones de funcionarios e inspectores penitenciarios ni siquiera sospechaban. Todos los responsables del Ministerio de Justicia aseguraron haberse enterado de la existencia de tama?o hallazgo a ra¨ªz de la fuga. El primer problema para la escapada de los grapo quedaba, pues, resuelto.
A¨²n habr¨ªan de hacer un segundo descubrimiento que aumentar¨ªa sus ya gozosas expectativas. Las puertas del interior de la prisi¨®n son, en su mayor¨ªa, de forja de hierro, pero sus cerraduras tienen un candado de f¨¢cil destrucci¨®n. Las del patio general son de cerrojo, al igual que las del departamento celular (donde dorm¨ªan la mayor¨ªa de los grapo), todas ellas de f¨¢cil apertura con una simple cuchara o con un alambre. Esto, al menos, es la descripci¨®n que figura en un parte elevado a la Inspecci¨®n de Establecimientos Penitenciarios en el a?o 1978. en el que se hace constar, adem¨¢s, que con este tipo de cerraduras las cancelas que dan acceso al patio general, hab¨ªan sido abiertas por varios internos.
Primera huelga de hambre
As¨ª las cosas, s¨®lo se trataba de conseguir plena libertad de movimientos en el interior del recinto y la entrada de los materiales necesarios para comenzar a excavar.
Cuando llegaron los grapo a Zamora, el r¨¦gimen de la prisi¨®n funcionaba de tal manera que los trabajos de huida iban a resultar, sin duda, extremadamente fatigosos. S¨®lo se pod¨ªan utilizar las duchas dos d¨ªas a la semana y a determinadas horas; las comidas eran servidas y administradas por los funcionarios, y se consum¨ªan en un Solo comedor, bajo horario establecido; las comunicaciones con las visitas se reduc¨ªan a media hora; en los locutorios hab¨ªa unas rejillas por las que era imposible meter nada..., y algo que resultaba especialmente molesto a los grapo: los dormitorios se cerraban a las nueve de la noche en verano y a las diez en invierno. Los grapo llegaron a la conclusi¨®n de que todas estas cosas ten¨ªan que cambiar.
Y as¨ª fue como, a los veinte d¨ªas de su llegada, iniciaron la primera huelga de hambre: la comida no les gustaba y solicitaron ser ellos mismos quienes administrasen el presupuesto de las comidas (127 pesetas diarias, frente a las 94 destinadas a los comunes. Parece ser que, tambi¨¦n en las c¨¢rceles, todav¨ªa hay clases), y ellos mismos se las cocinar¨ªan. Las dem¨¢s peticiones, unidas a otras dos nuevas reivindicaciones especialmente significativas: la negativa a pasar los recuentos en formaci¨®n y la concesi¨®n de materiales para instalarun taller de trabajos manuales, conseguir¨ªan arranc¨¢rselas poco despu¨¦s, nada m¨¢s entrevistarse con el inspector de la zona, se?or Gonzalo.
A partir de la entrevista, los grapo abandonaron la huelga y consiguieron sustanciosas mejoras, muy mal recibidas por el entonces director accidental del centro, Miguel Mart¨ªn, y los funcionarios, especialmente molestos porque toda la negociaci¨®n entre los grapo y el inspector de zona se hab¨ªa realizado ?sin contar con nosotros para nada?.
El r¨¦gimen qued¨® acomodado al gusto y necesidades de los grapo: libre acceso al patio desde las ocho hasta las diez de la noche, televisi¨®n particular para sus dependencias, supresi¨®n de las rejillas de los locutorios (? un d¨ªa llegaron a pasar hasta un saco de cinco kilos de garbanzos, oiga?, cuenta uno de los funcionarios), funcionamiento de las duchas todas las horas del d¨ªa (?encend¨ªa la calefacci¨®n y se duchaba s¨®lo uno?, cuenta otro de los funcionarios; ?cuando la quit¨¢bamos ven¨ªa otro con la toalla y vuelta a empezar. As¨ª estaban todo el d¨ªa, y a m¨ª me ten¨ªan ocupado exclusivamente en subir y bajar a poner la dichosa calefacci¨®n?.) Condicionado al horario de la televisi¨®n, la hora de retirada a los dormitorios se retras¨® hasta las 23.30. Y, bajo constantes presiones, los grapo consiguieron tambi¨¦n quiz¨¢ la petici¨®n m¨¢s sorprendente de toda la tabla reivindicativa: la entrada de materiales para sus trabajos manuales.
Herramientas a domicilio
A partir de ese momento contaron con un bricolage de lo m¨¢s completo: una caja de herramientas, sierras, martillos, formones, tenazas, gubias, taladros, limas, escofinas, serruchos, palos de sierra con su armadura, tubos de hierro, pegamento... y arcilla, que luego utilizar¨ªan para amortiguar los golpes en la excavaci¨®n. En un informe realizado por los funcionarios se cuenta adem¨¢s un dato especialmente significativo: ?En determinada ocasi¨®n, les fue concedido un saco de cemento que, bajo la excusa de confeccionar unas pesas gimn¨¢sticas, se presume fuera utilizado para otros fines.? Porque, de hecho, pesas gimn¨¢sticas nunca las hubo, pero s¨ª una bien disimulada entrada de t¨²nel, tan bien disimulada que, a lo largo de seis meses, pas¨® inadvertida hasta para la brigada que creara en su d¨ªa el comisario Conesa, pues exactamente el 7 de noviembre -es decir, cuao renta d¨ªas antes de la escapada-, tras un d¨ªa entero de minucioso registro, anotaron en el libro de incidencias del penal: ?No hay indicios de intentos de evasi¨®n.?
Para celebrar el ¨¦xito de sus gestiones con el inspector de la zona, los grapo organizaron ese d¨ªa una pantagru¨¦lica comida -dentro de sus posibilidades- con todo el dinero que hab¨ªan ahorrado durante los d¨ªas en que estuvieron en huelga de hambre, para envidia y mortificaci¨®n de los presos comunes, quienes no s¨®lo contaban con menos asignaci¨®n para sus comidas, sino que adem¨¢s carec¨ªan de calefacci¨®n en sus celdas, o de televisi¨®n en sus salas.
Presiones al nuevo director
Un buen d¨ªa, el 17 de octubre pasado, los grapo sufrieron un contratiempo. En cuanto tom¨® posesi¨®n de su cargo, el nuevo director de la c¨¢rcel, Pedro Romero Mac¨ªas, dispuso que tal estado de cosas deb¨ªa terminarse. El, que proced¨ªa del penal de Basauri, se qued¨® perplejo al ver la situaci¨®n de movilidad de los grapo y la casi incre¨ªble falta de medidas de seguridad. ?Compar¨¢ndolos con los de ETA?, coment¨®, ?¨¦stos parece que est¨¦n en un hotel.? Tras o¨ªr las versiones de los funcionarios -?los grapo pueden con nosotros, se?or director. Haga algo, porque si no, no sabemos a d¨®nde iremos a parar?- y descubrir un rev¨®lver
As¨ª fue la gran evasi¨®n de los "grapo" de la c¨¢rcel de Zamora
con munici¨®n del calibre 32 largo en el bolso de uno de los internos que trabajaban en la granja, tom¨® la decisi¨®n de aplicar el reglamento de la misma manera que se hac¨ªa antes de la llegada de los grapo. Esta medida no gust¨® a los afectados, quienes reaccionaron con otra huelga de hambre, esta vez de diecinueve d¨ªas de duraci¨®n.Con los d¨ªas de la huelga, m¨¢s los necesarios para reponer la debilidad f¨ªsica derivada de la negativa a ingerir alimentos, se paraliz¨® durante casi un mes la construcci¨®n del t¨²nel. Este inconveniente indign¨® en extremo a los grapo, y durante varios d¨ªas no cesaron de amenazar de muerte al nuevo director. Los escritos de amenaza constan ahora en el Juzgado de Zamora.
No obstante, no fue mucho lo que consiguieron los grapo con esta segunda acci¨®n de protesta. Tan s¨®lo la orden del director general de Instituciones Penitenciarias para que se flexibilizase la entrada de alimentos al penal y los consejos solapados a Pedro Romero. presuntamente desde altas instancias del Ministerio de Justicia, para que ?en una situaci¨®n tan delicada en las c¨¢rceles como la que se ha creado con el secuestro de Javier Rup¨¦rez, mira a ver de que no haya follones con los pol¨ªticos. que ahora ser¨ªan sin duda muy contraproducentes ?.
Mientras tanto, se acercaba el d¨ªa elegido para la fuga y los grapo debieron pensar que tampoco se trataba de estar desfallecidos de hambre ese d¨ªa. no fuera a pasar que alguno se desmayara a mitad del t¨²nel. As¨ª, la calma se restableci¨® en la prisi¨®n y los grapo segu¨ªan comprobando alborozados que cualquier intento serio de imponer el orden en la c¨¢rcel no era atendido con la debida premura por la Direcci¨®n General. Ni se reaccion¨® despu¨¦s de que la Jefatura Superior de Polic¨ªa presentase un informe, el pasado verano, sobre la escas¨ªsima seguridad del penal, ni se trajeron refuerzos de funcionarios, cuando Pedro Romero los solicit¨®, ni la Polic¨ªa Nacional ayudaba a hacer los recuentos reglamentarios de reclusos. S¨®lo se consigui¨® la presencia de varios n¨²meros de la polic¨ªa en el vest¨ªbulo de la c¨¢rcel, pero a los tres d¨ªas fueron retirados. Una vez producida la fuga, un destacamento policial vigilar¨ªa el interior de la c¨¢rcel, y con su ayuda, se tardar¨ªa hasta dos horas en obligar a los reclusos a formarse para hacer el recuento.
Tanto el ex director de Zamora como los funcionarios aseguran que los recuentos de los grapo, considerados por la polic¨ªa como peligrosos terroristas, no se hac¨ªan en formaci¨®n. Eran los mismos presos quienes impon¨ªan su t¨¦cnica de recuento, y ¨¦sta no era otra que la de crear la confusi¨®n del funcionario y aglomerarse cada poco tiempo.
Los "grapo" decid¨ªan c¨®mo hacer los recuentos
Este era, sin duda, el principal quebradero de cabeza de los funcionarios:
?Si formados tard¨¢bamos en contar a los presos quince minutos escasos?, cuentan, ?a los grapo les ten¨ªamos que dedicar m¨¢s de una hora y media. Mientras sal¨ªa uno por la puerta de la sala de d¨ªa, dos entraban al patio, un grupito se juntaba unos metros m¨¢s all¨¢ de la garita del funcionario y otros tantos se quedaban en el patio. La ¨²nica manera de hacer un recuento serio?, concluyen, ?era esperando a que todos estuvieran en sus celdas. As¨ª, a las 23.30 horas sab¨ªamos con seguridad que estaban todos.
El mismo d¨ªa en que se produjo la fuga, se cumpl¨ªan dos meses justos desde la toma de posesi¨®n del nuevo director. Los m¨¢ximos dirigentes de los GRAPO: Enrique Celdr¨¢n Calixto, Francisco Brotons Beneyto, Abelardo Collazo Aralijo, Juan Mart¨ªn Luna y Fernando Hierro Chom¨®n se escaparon de la prisi¨®n a trav¨¦s de un t¨²nel de ocho metros. Ese d¨ªa, la vida interior del recinto no sufri¨® ninguna alteraci¨®n hasta la fuga, los recuentos se efectuaban con las mismas dificultades de los dem¨¢s d¨ªas, y en el parte de las 19.30 el funcionario de servicio firm¨® sin novedad. Estas mismas palabras rubricar¨ªan el recuento de las nueve. ? A las 19.30 entraron 78 grapo a cenar?, asegura, ?y a las nueve, los 78 salieron.? No hab¨ªa, pues, motivo de alarma.
La fuga y la tardanza, en com¨²n carga
Ser¨ªa despu¨¦s, en el recuento serio de la noche, a las 23.30, cuando el funcionario sufri¨® el gran susto: ?Faltan cinco, se?or director, faltan cinco.? Pedro Romero acababa de cenar en el domicilio que ocupaba junto a la prisi¨®n, se visti¨® a toda prisa y corri¨® al despacho a marcar el n¨²mero de tel¨¦fono que consta en el texto que le remiti¨® el Ministerio de Justicia para casos de urgencia. A este tel¨¦fono s¨®lo respondi¨® -asegura- un contestador autom¨¢tico: ?Marque por favor el siguiente n¨²mero de tel¨¦fono... Corresponde al inspector de servicio.? ?Este nuevo n¨²mero?, atestigua Pedro Romero, ?me dio durante m¨¢s de diez minutos una se?al rara, no del tipo de cuando se est¨¢ comunicando. Algo as¨ª como si las l¨ªneas estuviesen sobrecargadas.? Y a?ade: ?No quise perder m¨¢s tiempo y me reun¨ª con los funcionarios y la polic¨ªa que estaban buscando la boca del t¨²nel y asegur¨¢ndose de que no faltaba ninguno m¨¢s. El gobernador ya estaba avisado. Eran exactamente las 0.45 de la madrugada del d¨ªa 18.?
A la 1.10 le llam¨® el director general de Instituciones Penitenciarias, Enrique Galav¨ªs. para comunicarle su profundo disgusto por lo sucedido y por no haberle avisado, ante lo que Pedro Romero le explic¨® el porqu¨¦ le fue imposible establecer contacto. Enrique Galav¨ªs colg¨® el auricular visiblemente enfadado. Se hab¨ªa enterado por la Direcci¨®n General de Pol¨ªtica Interior, v¨ªa Gobierno Civil de Zamora. Enrique Galav¨ªs dio parte entonces al ministro de Justicia, I?igo Cavero, y ¨¦ste, al parecer, no avis¨® al presidente Su¨¢rez. Cuando se enter¨® al d¨ªa siguiente, con casi trece horas de retraso, mont¨® en c¨®lera. seg¨²n pudieron apreciar sus m¨¢s allegados.
Al d¨ªa siguiente, con la visita del director eeneral y del inspector Emilio Tavera, comienzan a desarrollarse una serie de contradicciones.
El ministro Cavero se aventura a acusar de negligencia a Pedro Romero, cuando ni siquiera est¨¢ abierta la investigaci¨®n judicial. Pocos d¨ªas despu¨¦s, el portavoz oficial del Gobierno, Josep Meli¨¢, asegurar¨ªa lo mismo y en id¨¦nticas circunstancias. Enrique Galav¨ªs coment¨® a los periodistas que la fuga debi¨® producirse entre las 7.30 y las 9.30 del d¨ªa 17, mientras que Pedro Romero y el gobernador civil aseguraban, por su lado, que ocurri¨® entre las 7.30 y las 11.30. Las circunstancias en que se realizaban los recuentos y el hecho de que la puerta del patio y la de los dormitorios se abriese con un simple alambre hacen muy dif¨ªcil determinar cu¨¢l de las dos versiones es la real.
"No habl¨¦is a los periodistas"
Sea como fuere, los cinco dirigentes de los GRAPO desaparecieron esa noche sin que haya sido posible encontrarlos. Cuando se inici¨® el rastreo por los alrededores hab¨ªan pasado ya, por lo menos, un par de horas.
Tambi¨¦n el d¨ªa siguiente a la fuga, Pedro Romero se enter¨®, a trav¨¦s de una agencia de noticias, de que cesaba como director de la prisi¨®n, y varios minutos tard¨® el hombre en salir de su asombro, en tanto que muy pocos d¨ªas antes recib¨ªa una carta del director general felicit¨¢ndole por su gesti¨®n al frente del penal zamorano.
Los pasos siguientes se desarrollaron as¨ª: solidaridad de los funcionarios con Pedro Romero, solicitud al Rey y a Adolfo Su¨¢rez de que sea el ministro Cavero y el director general, Galav¨ªs, quienes dimitan, y no su ex director; nombramiento de Emilio Garc¨ªa Gallego como director provisional y primera entrevista de ¨¦ste con los funcionarios, en la que les recomend¨® efusivamente ?no hablar con la prensa?; segunda entrevista con el inspector general de Prisiones, Emilio Tavera, en parecidos t¨¦rminos: ?Este asunto lo arreglaremos entre nosotros, no habl¨¦is a los periodistas?; nombramiento de Tavera como encargado de la investigaci¨®n judicial abierta para esclarecer los hechos, y posterior designaci¨®n de Eusebio Dom¨ªnguez como director definitivo de la c¨¢rcel de Zamora.
Un ¨²ltimo dato a a?adir a este enmara?ado puzzle ser¨ªa el ofrecimiento posterior a Pedro Romero de la subdirecci¨®n de otra c¨¢rcel, acompa?ada de diversos complementos, que fue rechazado por el interesado.
Actualmente, la investigaci¨®n sigue su curso, y los grapo que quedaron en Zamora tras la fuga han sido trasladados a las c¨¢rceles de Herrera de la Mancha (Ciudad Real) y a El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz).
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