El nombre de las calles

Me ha llenado de estupor e indignaci¨®n la noticia publicada el domingo pasado en EL PAIS sobre el cambio de nombre propuesto para mi calle, Hermanos Miralles, sin que nadie consultara con los vecinos. ?Qui¨¦n les manda a los concejales al alcalde o, simplemente, a los chupatintas del Ayuntamiento colgarnos sin m¨¢s ni m¨¢s el nombre de ?General D¨ªaz Porlier?? Como si otros problemas mucho m¨¢s gordos no tuvi¨¦ramos.Aparte los innumerables estorbos y molestias (papel timbrado y tarjetas que mand¨¦ hacer hace poco, una abundante correspondencia con provincias y el extranjero, que se ver¨¢ perturbada, etc¨¦tera), est¨¢, en el caso de mi calle, el principio moral de poner por decreto el nombre de otro general, por muy liberal que fues,. de otra guerra en la que hubo vencedores y vencidos. Me confirma una amiga que vive en la (actual) calle de V¨ªctor Pradera y es profesora de arte que tampoco le hace mucha gracia que se lo cambien a ?Mendiz¨¢bal?, autor de la nefasta desamortizaci¨®n decimon¨®nica. Pero, sobre todo, me est¨¢ empezando a molestar mucho el af¨¢n de los padres de nuestro municipio de aparentar un reformismo que, en casos como este, no resiste an¨¢lisis. ?Cu¨¢nto costar¨¢ dicho cambio, entre unos gastos y otros?