Los grupos de la resistencia isl¨¢mica no han conseguido todav¨ªa un frente com¨²n
?Por el momento no se ha formado ning¨²n frente de los grupos de la resistencia afgana; s¨®lo hay una acci¨®n com¨²n y una serie de conversaciones entre los distintos grupos?, afirm¨® ayer un portavoz del Hezbi Islami, la m¨¢s importante entre las guerrillas afganas, en la ciudad paquistan¨ª de Peshawar.La busca de un frente o agrupaci¨®n es ya una urgente necesidad para los isl¨¢micos afganos que se oponen al r¨¦gimen de Babrak Karmal. A finales de este mes se celebrar¨¢ en Islamabad (Pakist¨¢n) la conferencia de pa¨ªses isl¨¢micos y los grupos guerrilleros de Afganist¨¢n estar¨ªan interesados en acudir con una representaci¨®n en toda regla.
La conferencia de Islamabad tiene una importancia clave en este momento: es en ella en la que se podr¨¢ pedir ayuda a los pa¨ªses musulmanes que se han mostrado m¨¢s indignados por la intervenci¨®n sovi¨¦tica. Seg¨²n todos los indicios, Arabia Saud¨ª, Kuwait y alg¨²n emirato del golfo P¨¦rsico ser¨ªan los m¨¢s dispuestos a ello. Pero, para no hacer distingos entre diferente grupos (cuyas diferencias no terminan de estar claras). ser¨ªa previamente necesario llegar a una federaci¨®n o a cualquier otra soluci¨®n semejante.
Cambiar el Cor¨¢n por las obras de Lenin
?Quer¨ªan cambiarnos el Cor¨¢n por las obras de Lenin?. Ingenuas afirmaciones de este tipo se escuchan de boca de los m¨¢s veteranos residentes de los campos de refugiados. Era la ?primera generaci¨®n? de los que optaron por el ¨¦xodo.
Son las v¨ªctimas de las ?rupturas? cultural y econ¨®mica habidas en Afganist¨¢n en los ¨²ltimos dos a?os. Las v¨ªctimas de unas medidas gubernamentales tomadas apresuradamente y que ellos nunca llegaron a comprender, ni nadie se tom¨® la menor molestia en explicar: la reforma agraria, la nueva legislaci¨®n sobre la mujer, que prohibe, entre otras cosas, comprar a las futuras esposas; las restricciones del cultivo de opio, que ha multiplicado por seis los precios en s¨®lo dos a?os.
Problemas tribales m¨¢s que guerrillas
Sin embargo, hasta hace bien poco, el acoso al poder central result¨® f¨¢cil. M¨¢s que de guerrillas organizadas habr¨ªa que haber hablado de simples problemas tribales, en muchos casos.
S¨®lo ahora, despu¨¦s de la invasi¨®n sovi¨¦tica, la resistencia (improvisada, atomizada y pobre de medios) se ha visto obligada a replantear su actuaci¨®n. La intervenci¨®n sovi¨¦tica no ha supuesto ning¨²n empeoramiento de la cruel represi¨®n afgana. M¨¢s bien, al contrario, parece haber estado destinada a poner las cosas en orden y hacer alg¨²n tipo de concesiones religioso-culturales que el pueblo ven¨ªa reivindicando.
Sin embargo, es justamente despu¨¦s de la invasi¨®n sovi¨¦tica cuando se ha producido la mayor oleada de refugiados. Los afganos se han encontrado frente a un poder¨ªo militar que desconoc¨ªan. Los relatos de la ?segunda generaci¨®n? de refugiados giran sobre temas concretos, y hablan, por ejemplo, de c¨®mo despu¨¦s de volar un puente para detener una columna de tanques sovi¨¦ticos aparec¨ªan los potentes helic¨®pteros MI-24. que acababan en pocos minutos con los focos de resistencia. La sorpresa les dura todav¨ªa.
Las diversas etnias de Afganist¨¢n (?patanes?, tadyiks, jazaras, turquemanos, uzbecos, nuristanos, baluchis, mongoles, n¨®madas de Pamir ... ) no hab¨ªan visto nunca en funcionamiento una maquinaria b¨¦lica semejante, como tampoco nunca hab¨ªan concebido, aunque s¨ª sufrido, una idea de Estado.
Ahora, con el comienzo de la d¨¦cada, los grupos resistentes se replantean su tarea. En pocos d¨ªas, el viejo Mauser en bandolera ha dejado de ser la m¨¢xima garant¨ªa de independencia.
Drama de los refugiados
Queda pendiente, entre tanto, el drama de los refugiados. Como suele suceder, este problema tiende a convertirse en arma pol¨ªtica arrojadiza, en una oportunidad de pedir ayuda de dudoso destino o de alimentar bur¨®cratas.
Sin embargo, el problema existe. En el mismo Peshawar hay campos de refugiados que sufren subalimentaci¨®n y que se encuentran faltos de asistencia sanitaria. No es dif¨ªcil poder adivinar qu¨¦ es lo que sucede en zonas m¨¢s aisladas del pa¨ªs.
El general Zia Ul Jaq, presidente de Pakist¨¢n, ha pedido nuevamente la ayuda internacional. Seg¨²n los datos oficiales, hay once millones de pesetas diarias para gastar en los 360.000 refugiados; es decir. algo m¨¢s de treinta pesetas por persona y d¨ªa. No es la cantidad ideal, pero, bien administradas, ser¨ªan suficientes, al menos para evitar el hambre. Algunos sectores de la resistencia afgana han empezado ya, t¨ªmidamente, a reivindicar el derecho a administrar las ayudas que les vayan enviando.
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