Estreno de Coria, actuaci¨®n de Larrocha y "Gloria" de Vivaldi
Orquesta y Coro de RTVE.
Solistas: Alicia de Larrocha, Caridad Casao, Mariana Yu y M. Solaesa. Director: Od¨®n Alonso. Director Coro: P. Pirgano. Obras de M. A. Coria, Beethoven y Vivaldi.
Teatro Real, 26 y 27 de enero.
A lo largo de la obra de Miguel Angel Coria, o siguiendo sus ce?idos escritos, descubrimos a modo de constantes un deseo de libertad, un amor por las formasconcisas, una b¨²squeda de la belleza sonora. Lo que se confirma en su nueva partitura escrita por encargo de RNE en homenaje al padre Soler y titulada con este enunciado: ?Una modesta proposici¨®n para que los compositores pobres de Espa?a no constituyan una carga para sus padres ni su pa¨ªs y sean ¨²tiles al p¨²blico.?
Ser original utilizando ?materiales? conocidos es algo dif¨ªcil. Y, sin embargo, este hecho se produce, necesariamente, en el mundo de la literatura. M¨¢s o menos todos los lenguajes responden a un mismo idioma, as¨ª que el creador debe buscar la originalidad en sus ideas. A lo que ha llegado Coria hasta el punto que se me antoja hoy un m¨²sico singular¨ªsimo. Por otra parte, tiene un especial sentido para saber el ?tiempo? de desarrollo de sus ideas, a sabiendas de que no pasar¨¢ la frontera donde comienza la ret¨®rica.
En Coria, la sustancia, el lenguaje, el trabajo arm¨®nico e instrumental y la duraci¨®n constituyen una fuerte unidad. Sabe lo que quiere y lo realiza con exactitud artesanal. Su ¨²ltimo fin, la utilidad de su m¨²sica, es, como. quer¨ªa Falla, encontrar y transmitir belleza sonora. Desde ella establece la comunicaci¨®n con el auditorio, como se demostr¨® en la excelente acogida dispensada a su ¨²ltimo estreno. La Sinf¨®nica de RTVE, dirigida por Od¨®n Alonso, mont¨® la obra con la mejor de las eficacias: la claridad y el seguimiento fiel de las intenciones del compositor, quien recogi¨® personalmente las ovaciones que le fueron tributadas.
Alicia de Larrocha, en el primer concierto beethoveniano, luci¨® los rasgos caracter¨ªsticos de su personalidad, t¨ªpica y, si se quiere. paradigm¨¢tica de la escuela catalana. Toda su actuaci¨®n fue una suma de ponderaciones. por no decir moderaciones, de las que a veces se escapan recursos expresivos que parecen leves evocaciones del pianismo rom¨¢ntico. Bien respondida por una orquesta a la vez sometida y presente, el ¨¦xito de todos fue notable, y nuestra ilustre compatriota hubo de saludar repetidas veces.
Para final, esa media hora de apretada belleza que es el Gloria de Vivaldi, seg¨²n la revisi¨®n de Alfredo Casella. Coro y orquesta, con la soprano Caridad Casao y la mezzo Mariana Yu (adem¨¢s del organista Mart¨ªnez Solaesa) crearon un mundo de continuidad a veces ce?ido a principios de la m¨²sica instrumental, pero en ocasiones fuertemente cargados de dramatismo en cuanto llenan el texto de significaciones. El aria de soprano y el de contralto funcionan a modo de polos de esa expresividad dram¨¢tica, de un cantar las pasiones con el viejo Monteverdi en lejana perspectiva. Y con Bach como inmediato anuncio. Versi¨®n honda y brillante, l¨ªrica y transparente, que mereci¨® muy largas ovaciones.
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