Confidencias de Ricardo de la Cierva
(...) Ha ido ganando espacio en el asiento del coche. Ya ocupa la mitad. La otra mitad, compartida entre Mercedes, su mujer, y yo. "Como t¨² dec¨ªas el otro d¨ªa, yo soy la vehemencia, la imacinaci¨®n, lo dionisiaco... Ella es lo apol¨ªneo, lo mesurado y prudente en mi vida, Tiene un gran sentido pol¨ªtico.... un saber insinuar sin decir ... Me aconseja mucho, me influye .... no tengo reparo en reconocerlo... Su¨¢rez y Tarradellas, te parecer¨¢ una tonter¨ªa, pero es una gran verdad, me han dicho que ha llegado a ministro por Mercedes... Tarradellas estima mucho la influencia, buena o mala de la mujer en el hombre pol¨ªtico... Y a Su¨¢rez, desde siempre, le Impresion¨® nuestra forma de... no s¨¦... de ir cogidos de la mano, por la calle!... Eso es un love story que ya dura diecis¨¦is a?os.... desde aquel 1 de septiembre, en el n¨²mero 19 de Recoletos... Yo acababa de conocerla y la deje: "Aunque usted no se lo crea, se?orita, antes de terminar el a?o usted estar¨¢ casada conmigo." (Mercedes se r¨ªe y dice su ¨²nica frase en todo, el viaje: "Pens¨¦ que estabas majareta..."). Sigue Ricardo: "Tambi¨¦n he llegado a ser ministro por mi sinceridad. A pesar, y a causa de, mi tremenda sinceridad. A partir de aquel art¨ªculo m¨ªo. "Error, inmenso error", contra Su¨¢rez, cuando le nombraron jefe del Gobierno, en julio de 1976... Y por mi rectificaci¨®n, tambi¨¦n sincera, el 20 de agosto, en un peri¨®dico de Alicante. Despu¨¦s. en septiembre, Su¨¢rez me llam¨® a su despacho, en Castellana, 3, todav¨ªa, y me dijo que tanto mi rechazo inicial como mi adhesi¨®n posterior le hab¨ªan abrumado... Ese d¨ªa, por cierto, me anunci¨® que quer¨ªa hacerme asesor suyo para todo lo cultural: y a Fuentes Quintana, asesor para lo econ¨®mico... Desde ese momento, yo empec¨¦ a enviarle notas. informes. Porque yo lo que he sido, lo que soy, lo que quiero seguir siendo, es "un asesor del presidente"... S¨®lo dej¨¦ de redactarle informes cuando, despu¨¦s de las elecciones de 1979, en la crisis de abril, no me hizo ministro. Sinceramente, estaba muy "cantado" que y o iba a serlo... Nombr¨® a Clavero... Yo me emberrenchin¨¦, lo reconozco. Y me dur¨® el enfado veinte d¨ªas. Su¨¢rez me instaba a seguir envi¨¢ndole mis folios diarios. Yo me hice de rogar. Me costaban tiempo y atenci¨®n ... , y no estaba dispuesto a perder ese tiempo, a no ser que, de verdad, ¨¦l los apreciase. Me hablaron de su parte Coderch y Carmela Garc¨ªa Moreno... Yo, nada. Hasta que un d¨ªa, en un pasillo de las Cortes, me cogi¨® por el brazo y me dijo que mis informes eran imprescindibles-para ¨¦l, y "muy convenientes" para m¨ª.Pilar Urbano
2 de febrero
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