La empresa, hoy: austeridad y esperanza
Es preciso detectar el cambio; examinarlo y aprestarnos a modificar nuestras actitudes frente al entorno. Es evidente en la empresa la novedad de las relaciones humanas, aun en desarrollo y, acaso, no ubicadas suficientemente; la dificultad que produce la puesta en escena de una mayor libertad en todos los ¨®rdenes; el obst¨¢culo que para la visi¨®n sint¨¦tica y la r¨¢pida toma de decisiones que la acci¨®n ejecutiva empresarial exige, supone el exceso de informaci¨®n que se recibe, y que se integra por un c¨²mulo de datos heterog¨¦neos y muchas veces contradictorios.Se ha modificado el viejo marco donde jug¨¢bamos a mercaderes en el ¨¢mbito internacional. La energ¨ªa y las materias primas han cambiado sus puntos de referencia, y donde hab¨ªa abundancia hoy hay escasez; lo que era un mercado de compradores hoy lo es de vendedores o suministradores; lo que eran relaciones comerciales hoy son probablemente relaciones pol¨ªticas.
Es claro, pues, que el elenco de seguridades aparentes que el pasado nos brinda se ha transformado hoy en un clima de indecisi¨®n, presunta incoherencia y continua modificaci¨®n. Tal es el entorno nuevo; as¨ª es el cambio, esta es la realidad.
Pero no es menos cierto, tambi¨¦n, que los espa?oles seguimos siendo recios y orgullosos -gigantes y cabezudos, se dir¨¢ en una de nuestras entra?ables regiones-, con incre¨ªble capacidad para el sacrificio y para el ?encaje?, y que, por encima de cualquier circunstancia, la riqueza de una naci¨®n la constituyen sus pobladores, sus habitantes. Capaces de trabajar sin l¨ªmite, de darse m¨¢s. Capaces de asumir un ideal vagamente intuido, sin condiciones. Capaces de perseverar en la consecuci¨®n del progreso para sus hijos y del bienestar para todos. Virtudes que nuestro pueblo incorpora a un esp¨ªritu que compatibiliza la renuncia y el realismo.
No ha sonado la voz de alarma, sino la de la calma y la serenidad como estado de ¨¢nimo desde el que abordar el esfuerzo que el futuro nos reclama y que acometeremos con seriedad, ilusi¨®n y fe. Nos encontramos en la parte baja del ciclo, lo que equivale a estar en v¨ªsperas del cambio de signo de las curvas param¨¦tricas. Con la certeza de que las cotas generales a alcanzar son cada vez mayores, pero que las conseguiremos. El tiempo tempestuoso siempre termina apacigu¨¢ndose, y despu¨¦s de la depresi¨®n recobraremos pronto la abundancia.
Me pregunto si este optimismo que me invade, que debe invadirnos, no estar¨¢ depreciado por componentes de euforia o de vac¨ªo.
Y elimino, al punto, toda duda. Porque si, efectivamente, el modelo de crecimiento, empresarial y general, seguido durante las d¨¦cadas anteriores se est¨¢ agotando, nosotros sabremos aceptar, con el alcance temporal que los objetivos exijan, otro modelo de ?austeridad para todos? en el que las cargas sean equitativamente soportadas.
Porque si en los ¨²ltimos a?os del desarrollo hemos dilapidado recursos energ¨¦ticos y materias primas, consiguiendo niveles impensables de derroche y poluci¨®n, de ahora en adelante el nivel tecnol¨®gico alcanzado nos va a permitir el reciclaje y la utilizaci¨®n intensa de los recursos escasos de que disponemos.
Porque si a¨²n arrastramos unos reflejos de protesta insolidaria ante las aspiraciones leg¨ªtimas de cualquier grupo social que nos sea ajeno, la dureza de la crisis y la dispersi¨®n de la cultura nos est¨¢n permitiendo y nos permitir¨¢n, en mayor medida en el futuro, aceptar las nuevas situaciones con pruebas de franca solidaridad.
Porque si antes cab¨ªan, con enorme desfachatez, amenazas especulativas en materias absolutamente vitales, la modernidad de nuestra legislaci¨®n administrativa y fiscal, su adaptaci¨®n y desarrollo de los principios de nuestra reciente Constituci¨®n, podr¨¢ suavizar, repartir y condenar las tensiones producidas por la actuaci¨®n de quienes, con raz¨®n, deben ser llamados enemigos de la sociedad.
Y, fundamentalmente, mi optimismo se basa en la realidad de una Constituci¨®n y de unas instituciones que defienden la libertad. La libertad para todos, ciudadanos y Estado, aunque esto parezca una paradoja. Porque, a veces, cuando se habla de libertad se piensa, con evidente error o con morbosa intenci¨®n, en un
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oasis para todo menos para el Estado y las instituciones p¨²blicas, a quienes, por contra, se trata de maniatar o encadenar.
Libertad de empresa, en particular. Porque la libertad es creadora, podremos -en materia econ¨®mica- reactivar nuestro potencial productivo. La empresa p¨²blica y la privada, en una acci¨®n conjunta, sin desgastes en est¨¦riles diatribas y con aut¨¦ntico estilo de complementariedad y lealtad mutua, en su condici¨®n de agentes indispensables para el desarrollo, ser¨¢n el arma poderosa para transformar el reto econ¨®mico que supone el bajo ritmo presente de actividad en posibilidad de avance hacia una sociedad mejor. La empresa, y hago en ella profesi¨®n de fe, es el mejor instrumento de promoci¨®n general y de encauzamiento de las potencialidades creadoras del hombre. Es all¨ª donde mejor se asimilan los cambios impl¨ªcitos en todo proceso econ¨®mico y social. La empresa exige, para su continua vivencia, una superaci¨®n permanente de los conocimientos t¨¦cnicos y humanos y una constante previsi¨®n que logre vencer las adversidades de los ciclos. No s¨®lo es esencial producir mejor, sino producir lo mejor.
Y si, en ¨¦pocas cada vez m¨¢s alejadas, la sociedad ha girado alrededor de la preocupaci¨®n de los ingresos personales, es decir, de cu¨¢nto se retiraba del producto nacional, provocando una inflacionaria e incesante carrera de salarios al alza, vamos a mantener nuestro centro en la b¨²squeda de la productividad, en la aportaci¨®n al producto nacional, bases aut¨¦nticas de la justicia en las aspiraciones laborales.
El reajuste en el nivel de bienestar el descenso de los beneficios especulativos de las empresas ser¨¢n sobradamente compensados por otro bienestar descontable a valor actual: la esper¨¢nza en el porvenir. Si tenenios que volver al brasero, lo haremos con alegr¨ªa, convencidos de que ello es parte de la soluci¨®n.
Espa?a ofrece hoy la plataforma de un factor humano m¨¢s positivamente estructurado, con unos sindicatos responsables y organizados por encima de luchas y demagogias del momento; y unas patronales conscientes de la necesidad de llegar a acuerdos. Espa?a tiene un capital tecnol¨®gico y un capital financiero del que da vivas muestras el cortejo de instituciones bancarias extranjeras. Espa?a tiene un mercado exterior desbloqueado, unos canales hist¨®ricos de penetraci¨®n y un mercado interno con enorme potencial de expansi¨®n.
Estas son nuestras reflexiones en un tiempo de transformaci¨®n.
La raz¨®n nos obliga a creer que, para el ma?ana, los cambios que se est¨¢n experimentando son positivos. La austeridad y la esperanza son siempre constructivas.
No dejemos sitio al pesimismo. No tengamos visiones deformadas por lentes de miop¨ªa. Miremos a trav¨¦s de ventanas que nos muestren el largo alcance de un panorama abierto y sedante.
Se est¨¢ gestando un hombre mejor, un espa?ol nuevo y solidario.
Yo apuesto por el futuro.
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