La Espa?a necesaria
Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez va a publicar un libro titulado La Espa?a necesaria, en Taurus. Trata, en ¨¦l, de configurar el futuro educacional espa?ol y cosas as¨ª. Apasionante, pero imprudente:-Est¨¢s teorizando al borde del abismo, tronco -le digo- Hablas del futuro cuando resulta que el presente puede volar como el puente sobre el r¨ªo Kwai.
Lo cual que un conocimiento, m¨ªo que trabaja en TVE tiene un loro que se sabe el estribillo de aquella pel¨ªcula, y lo silba entero. El loro de Otero Besteiro, en cambio, s¨®lo dice:
-Otero, un besito. Otero, un besito.
Almuerzo con Llanos y Carmen Diez de Rivera:
-Los rusos acabar¨¢n y¨¦ndose de Afganist¨¢n -dice Llanos.
-Naturalmente. Cuando hayan dejado all¨ª un Gobierno propicio -le explica Carmen, a la que alguien me ha definido hoy como ?l¨²cida y amarga?.
Esto que cuento puede propiciar otra nota de la agencia sovi¨¦tica de noticias Tass como la que han dado ayer sobre m¨ª, v¨ªa Efe, que me lee Antonio Casado y que viene a decir: ?El escritor espa?ol Francisco Umbral se ha manifestado favorable a la concurrencia a los Juegos Ol¨ªmpicos de Mosc¨². En esta capital se considera al escritor espa?ol como un heterodoxo por su frivolidad ideol¨®gica, aunque si reconoce su car¨¢cter cr¨ªtico.? Carmen, Llanos y yo constituimos una trilateral heterodoxa de restaurante barato. A pesar de lo cual, ellos me compran en los tenderetes de Opera (al fin, la venta callejera a toda galleta: gracias, Tamames), una pegatina que dice: ??Nucleares? No, gracias.? A media tarde me retratan con la levita verde de Larra y salgo con la pegatina en la solapa. Larra tambi¨¦n se la hubiera puesto. La Espa?a necesaria que estamos necesitando no necesita de bombas /centrales nucleares. A ver si Tass coge el detalle y me absuelve, pues, teniendo en cuenta que yo no soy bailar¨ªn del Bolshoi ni tengo pluma, no me va a ser f¨¢cil escapar a la ¨®rbita sovi¨¦tica ni darme de baja como ?portavoz rojo de los rojos?, ministro. S¨®lo se puede cruzar el tel¨®n de acero, -sin romperlo ni mancharlo, a paso de danza y vestido de lago de los cisnes
Ceno en La Fuencisla con Paco Ord¨®?ez, que est¨¢ manco de haberse ca¨ªdo en la nieve y saca una mano por el pico del chaleco, como un personaje de Ops, de Topor o de Magritte. Hablamos de su libro La Espa?a necesaria. Cuando fue a la cl¨ªnica con el brazo descolgado le tuvieron una hora esperando, solo, con formidables y espantosos dolores, y al final tuvo que encajarse el brazo ¨¦l mismo, a base de torsiones circenses. Lo m¨¢s necesario de nuestra Espa?a necesaria es una sanidad social que funcione.
-Mira, Paco -le digo-, t¨² hiciste una reforma fiscal que empezaba a ser acollonante, acometiste gigantes y molinos que muelen el oro del paleocapitalismo espa?ol, y ahora te ves como te ves, cesado y manquito, porque los molinos dijeron basta.
Ord¨®?ez, tan l¨²cido, duda tambi¨¦n de que sea el momento de configurar dernocr¨¢ticamente, culturalmente, el futuro, cuando apenas si tenemos un presente.
-Ese pragmatismo tuyo es el mismo de Su¨¢rez -me dice Su¨¢rez, en su orden de prioridades no olvida cada ma?ana eso que yo llamar¨ªa ?la guerra del norte? y no puede o no quiere perder el tiempo en otras cosas.
En efecto, la primera necesidad de la Espa?a necesaria es existir, pues, como recuerda Ortega, comentando la Historia de Roma de Mommsen, hab¨ªa un profesor que lo explicaba as¨ª:
-El Imperio Romano comenz¨® por no existir. Nuestra reciente democracia comenz¨® por no existir. Espa?a ha existido poco o ha existido demasiado, hipertrofiada por los poetas invictos de Secretar¨ªa General del Movimiento. Entre la Espa?a m¨ªnima del 98 y la Espa?a m¨¢xima o maxiespa?a de Franco, a ver si logramos, sencillamente, la Espa?a necesaria.
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