Un a?o despu¨¦s de la ca¨ªda del sha, la revoluci¨®n isl¨¢mica sigue buscando su camino
Hace un a?o, el d¨ªa 11 de febrero de 1979, desapareci¨® el quinto ej¨¦rcito del mundo. Despu¨¦s de meses de continuas manifestaciones, masacradas por los inmortales de la Guardia Imperial, la poblaci¨®n de Teher¨¢n y otras grandes ciudades de Ir¨¢n llevaban al poder al ayatollah Jomeini. Con la sola esperanza del para¨ªso de los musulmanes, multitudes de manifestantes derribaban el trono del sha Reza Pahlevi y acababan con 2.500 a?os de imperio. El ¨²nico armamento de los mostazafin (desheredados) eran palos, piedras y alg¨²n coctel molotov.
Tan escasos medios bastaron para hacerse con el poder. El Ej¨¦rcito del sha se hallaba desmoralizado y en plena di¨¢spora. En Ir¨¢n s¨®lo hab¨ªan quedado los jefes militares m¨¢s cr¨¦dulos: aquellos que protegieron hasta la muerte el trono del Pavo Real o que tuvieron que rendirse entre sollozos. Despu¨¦s del triunfo, a la revoluci¨®n iran¨ª le quedaba pendiente la busca de su identidad.El primer problema con que se encontraron sus dirigentes fue el recuperar las 10.000 armas que hab¨ªan quedado en manos de la poblaci¨®n, despu¨¦s de los tres d¨ªas de la batalla de Teher¨¢n (9, 10 y 11 de febrero de 1979). Luego fue el desplazamiento del sector moderado del Frente Nacional, que agrupaba a los sectores isl¨¢mico-nacionalistas. M¨¢s tarde vino la ¨¦poca dorada de los integristas isl¨¢micos. Personajes intransigentes, como el duro Bejeshti o el pintoresco Jaljali, parec¨ªan marcar el ritmo. Con esta nueva a?ada, sub¨ªan al tren de la revoluci¨®n isl¨¢mica toda una serie de personalidades que no pose¨ªan el pedigree de viejos luchadores como Bazargan.
Entre crisis y crisis, la vida de los iran¨ªes ha sufrido muchos cambios. Para los mostazafin, la revoluci¨®n supuso el reencuentro con unas pautas culturales oficiales m¨¢s cercanas a las suyas, una seguridad social ineficaz, pero reci¨¦n estrenada, y un sueldo doble al que recib¨ªan antes de la revoluci¨®n. Junto a ello quedaba una econom¨ªa quebrada, una moneda que rompi¨® bruscamente su ascenso, para verse marginada de las cotizaciones internacionales y perd¨ªa la mitad de su valor en el mercado negro M¨¢s de tres millones de personas (mostazafin, en su mayor¨ªa) se encontraban sin empleo. A estos tres millones (m¨¢s de un 30% de la poblaci¨®n activa) hab¨ªa que a?adir el m¨¢s de medio mill¨®n de t¨¦cnicos occidentales y mano de obra paquistan¨ª, afgana, india, filipina o coreana que se vieron obligados a abandonar el pa¨ªs en los meses inmediatos a la revoluci¨®n.
Las elecciones presidenciales del d¨ªa 25 de enero llevaron a la presidencia a Abdul Hassan Banisadr, esperanza ¨²ltima de los moderados isl¨¢micos. Nueve d¨ªas antes de su triunfo electoral, los habitantes de Teher¨¢n mostraban su desencanto no acudiendo a la manifestaci¨®n que conmemoraba el primer aniversario de la marcha del sha. Ayer, sin embargo, un exceso de fervor impidi¨® la celebraci¨®n del aniversario de la revoluci¨®n.
Ir¨¢n se encuentra ahora en el inicio del asentamiento de su revoluci¨®n. La v¨ªa Banisadr es moderada desde el momento en que busca un camino al margen de las feroces luchas internas. Esta v¨ªa est¨¢ potencialmente amenazada por una hipot¨¦tica desautorizaci¨®n emitida desde el liderazgo espiritual del im¨¢n Jomeini. Por otro lado, est¨¢n los frentes revolucionario-verbalistas de los estudiantes isl¨¢micos y de los isl¨¢micos intransigentes. La v¨ªa Banisard es tan innovadora como aventurera: se trata de buscar un desarrollo calmado y comunitario que busque en las colectividades agrarias lo que no se pudo encontrar en aquel loco desarrollismo del sha: aquel Eldorado del petr¨®leo que cay¨® por tierra a golpes de Cor¨¢n, a fines del reci¨¦n acabado siglo XIV del Islam.
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