La venta de boletos en bares, un negocio fabuloso perseguido por el Ministerio del Interior
La venta de boletos en bares se ha revelado, en los ¨²ltimos meses, como un negocio que, desarrollado a gran escala, puede mover miles de millones de pesetas, sobre los que los organismos oficiales no ejercen control alguno. Declarado il¨ªcito por el Ministerio del Interior, la propia indefinici¨®n jur¨ªdica del boleto como producto comercializado (no es una rifa, ni una t¨®mbola, ni una promoci¨®n de venta, etc¨¦tera) hace que a¨²n no se hayan tomado medidas contra las entidades que los promueven, aunque s¨ª se han tomado, y muy duras, contra los bares que los venden al p¨²blico, y que s¨®lo son el ¨²ltimo eslab¨®n de la cadena.
El viernes de la semana pasada, el Ministerio del Interior, a instancias de la Comisi¨®n Nacional del Juego, mand¨® una nota oficial a todos los gobernadores civiles para que ¨¦stos erradicaran de sus respectivas provincias la pr¨¢ctica de la venta de boletos. Anteriormente, exist¨ªa ya una comunicaci¨®n de Interior por la que se declaraba il¨ªcita tal pr¨¢ctica, en base al art¨ªculo primero, p¨¢rrafo 1, del decreto de 11 de marzo de 1977, desarrollado despu¨¦s m¨¢s concretamente en octubre de ese a?o.La nota del viernes establece unas sanciones escalonadas, consistentes en multas de 100.000 pesetas y advertencia la primera vez, multas de 250.000 pesetas y cierre del local por un mes la segunda y multas de medio mill¨®n y cierre por tres meses la tercera vez v consecutivas.
El se?or G¨®mez Chaparro, director general de la Comisi¨®n Nacional del Juego, declar¨® a EL PA?S que las ¨²ltimas instrucciones tienden a homologar las sanciones en base a criterios aplicables a todo el Estado y a los diferentes protagonistas del proceso de fabricaci¨®n, distribuci¨®n y venta de los boletos. Los m¨¢s f¨¢ciles de detectar, l¨®gicamente, son los expendedores, los bares donde se ofrecen al p¨²blico, para lo que basta las inspecciones de la polic¨ªa.
El segundo escal¨®n lo forman los distribuidores, intermediarios entre las entidades promotoras y los bares. El tercero corresponde a los productores, entendiendo como tales las empresas gr¨¢ficas donde se imprimen, lo que ya: presenta dificultades, desde el momento en que los boletos no llevan pie de imprenta en ning¨²n caso.
Son precisamente las entidades promotoras contra las que a¨²n no se han dictado normas concretas. Seg¨²n el se?or G¨®mez Chaparro, se est¨¢ investigando actualmente sus posibles responsabilidades. Esta aparente falta de marco legal respecto a las actividades de las promotoras parece reforzar el argumento que un alto directivo de Ayuda Social Ben¨¦fica, una de las principales entidades de este tipo, expuso a EL PA?S. B¨¢sicamente se refiri¨® a que mal se puede perseguir una actividad que no es legal ni ilegal.
Esta ambig¨¹edad jur¨ªdica en que se mueven la polic¨ªa y los organismos ministeriales -seg¨²n la citada sociedad- ha producido situaciones irregulares, como ocurri¨® hace apenas dos meses, cuando la polic¨ªa precint¨® un n¨²mero importante de cajas que conten¨ªan bolsas de boletos, almacenadas en un bajo de la calle Do?a Berenguela, 15. Un testigo presencial del precinto contempl¨® tambi¨¦n c¨®mo a los dos o tres d¨ªas la medida se revoc¨® y Adolfo Sanz, uno de los distribuidores de Ayuda Social Ben¨¦fica, continu¨® dando salida a su mercanc¨ªa.
Picaresca a todos los niveles
En un bar de los barrios perif¨¦ricos de Madrid, un cliente habitual, amigo personal adem¨¢s del propietario del local, compra un manojo de boletos, a duro cada uno. De repente, el propietario le ofrece un boleto determinado. ?Coge ¨¦ste que tiene premio?, le dice. El cliente paga su duro, desenvuelve el boleto y se encuentra con que la suerte le ha agraciado con quinientas pesetas. Este hecho es uno m¨¢s de los que mueven a la Comisi¨®n Nacional del Juego a considerar la venta de boletos como algo il¨ªcito, por cuanto no cumple las reglas de imparcialidad que son requisitos de todos los juegos de azar. Efectivamente, los boletos sin premio y los premiados se entregan en los bares en bolsas aparte. El due?o del bar mezcla despu¨¦s el contenido de ambas bolsas, si quiere hacerlo, pero nadie le impide, hipot¨¦ticamente hablando, que se reserve para s¨ª los boletos premiados, o que se los ofrezca a los clientes m¨¢s habituales.Hay que tener en cuenta que se ha creado un verdadero vicio alrededor de los boletos. Declaraciones personales recogidas en varios bares de Madrid coinciden en se?alar la existencia de adictos que invierten miles de pesetas al cabo del mes en probar su suerte. Asimismo, la opini¨®n general afirma que muchos establecimientos obtienen ganancias muy importantes por este concepto, aunque los due?os de bares consultados minimizaron el beneficio a mil o 2.000 pesetas al d¨ªa.
Lo cierto es que absolutamente nadie sabe con exactitud el dinero global que se mueve en el negocio de los boletos. El se?or G¨®mez Chaparro habla de varios miles de millones y debe ser verdad, por cuanto el directivo en cuesti¨®n de Ayuda Social Ben¨¦fica mencion¨® el dato de que Hacienda, si legalizara el juego, obtendr¨ªa unos beneficios fiscales de unos 7.500 millones de pesetas, seg¨²n un estudio econ¨®mico realizado por la sociedad.
A r¨ªo revuelto, ganancia de pescadores. La pr¨¢ctica de la venta de boletos se practica en Espa?a como una modalidad menor de juego desde hace muchos a?os, pero es ahora cuando una serie de personas han decidido organizarlo a escala nacional. Por lo general, se aducen como justificaci¨®n fines ben¨¦ficos.
As¨ª, las entidades conocidas que se mueven en este campo son la ya mencionada Ayuda Social Ben¨¦fica, presidida por Gonzalo de Borb¨®n y con Vicente Olmedilla, conde de Cerrager¨ªa como vicepresidente, cuyo objetivo es recaudar fondos para la Asociaci¨®n Espa?ola de Lucha contra la Poliomielitis, entidad presidida por la condesa de Morata, Isabel de Cubas. Otras ser¨ªan la Secretar¨ªa Nacional de Parados, la Juventud Carmelita, la Fundaci¨®n San Francisco de As¨ªs, Mensajeros de la Paz, etc¨¦tera. En M¨¢laga y Almer¨ªa aparecieron boletos presuntamente avalados por la princesa do?a Sof¨ªa, y otros destinados, seg¨²n figura impreso, a los Hu¨¦rfanos de las Fuerzas Armadas de Aire, Mar y Tierra y Guardia Civil.
El negocio es tan apetecible que se ha llegado a un punto de competencia entre los distribuidores de las diversas marcas, quienes adem¨¢s, para vencer las escasas reticencias de los propietarios de los bares, les prometen tranquilamente que ?todo es legal, pero si le ponen a usted una multa nosotros nos encargaremos de pagarla.? No deja de ser curioso que exista la posibilidad de sancionar algo que se presenta como legal, pero, por ahora, y a pesar de los 150 bares sancionados s¨®lo en Madrid desde el mes de noviembre, muy pocos establecimientos han decidido retirar los boletos.
Para Vicente Olmedilla, vicepresidente de Asobe, el problema es de la Administraci¨®n y no suyo. La entidad se constituy¨® el 28 de junio del a?o pasado y la autorizaci¨®n para funcionar se pidi¨® al Ministerio del Interior el 7 de agosto del mismo a?o. El Ministerio deneg¨® la autorizaci¨®n el 3 de octubre de 1979, y Asobe present¨® recurso contencioso de reposici¨®n, aunque ya entonces hab¨ªa comenzado la impresi¨®n de boletos. Seg¨²n el se?or Olmedilla, desde hace un par de meses cuando han paralizado sus actividades a la espera de que se aclare la situaci¨®n, aunque no pueden impedir que los boletos ya entregados a los distribuidores se pongan en circulaci¨®n.
El vicepresidente de Asobe opina, que la venta no es legal ni ilegal, sino simplemente que no est¨¢ reglamentada, y acusa de burocracia y falta de iniciativa a la Administraci¨®n. Asobe envi¨® un dossier a Hacienda pidiendo el control de las ventas. ?No entiendo por qu¨¦ no se reglamenta adecuadamente esta nueva modalidad de juego?, expuso Vicente Olmedilla. ?Ser¨ªa ventajoso para Hacienda y para sectores sociales desasistidos, como el caso de los poliomiel¨ªticos, que contar¨ªan as¨ª con una ayuda econ¨®mica importante para su reinserci¨®n en la sociedad. Rechazo totalmente las acusaciones de que esto sea un negocio privado. Todos los que participamos en la sociedad tenemos nuestros propios recursos, y si nos hemos metido en esto es s¨®lo por motivos idealistas.?
El se?or Olmedilla, sin embargo, eludi¨® en dos ocasiones facilitar la cantidad que hasta ahora se hayan entregado a la Asociaci¨®n.
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