El arte de la parodia
Albert Boadella ha inventado una parodia de fragmentos de La Iliada y de La Odisea. La palabra es escasa y caricaturesca; el autor y su grupo -Xalana, filial de Els Joglars- conf¨ªan, naturalmente, en que las bases del relato son perfectamente conocidas: el lenguaje, por tanto, es sobre todo visual: gestos y actitudes, indumento, objetos de atrezzo y utiler¨ªa, marionetas, m¨¢scaras, escenario. Y algunas canciones, algunos rasgos de expresi¨®n corporal bien aplicada.La parodia es un g¨¦nero antiqu¨ªsimo que los propios griegos, aqu¨ª parodiados, emplearon bien. El sentido de ¨¦sta es el cl¨¢sico: humanizar y desmitificar h¨¦roes y dioses, guerras y bellezas. Una de las formas habituales es aplicar la mentalidad de lo cotidiano para reducir el alcance de la leyenda, destruir la aureola y el ¨¦nfasis. Boadella y el grupo lo hacen con desenfado, con libertad, con comicidad. Hacia el final del espect¨¢culo pasa velozmente por escena Groucho Marx: es un homenaje y es un reconocimiento de fuente de inspiraci¨®n, de un sentido de humor superrealista, de un culto al gag. El reconocimiento de la paternidad -dir¨ªamos agnosis, por fidelidad al lenguaje de la tragedia griega- no disminuye el valor de la inventiva, que es abundante: una gran imaginaci¨®n, un descubrimiento continuo de efectos c¨®micos. El espectador lo acoge con entusiasmo. Toda la gama que va de la sonrisa a la carcajada refleja que el espect¨¢culo ha cumplido su objetivo.
La Odisea, de Homero
Adaptaci¨®n de AIbert Boadella. Grup Xalana, de Els Joglars. Con Jes¨²s Agelet, Manel Barcel¨®, Anna Brians¨®, Jordi Cano, Joan Faneca, Bl¨¢i Llopis, Pep Maulini, Oscar Molina. Decorado y vestuario de Joan Guill¨¦n. Asesor¨ªa musical de Josep M. Dur¨¢n. Direcci¨®n de Dom¨¦nec Reixach. Estreno: Sala Olimpia (Centro Cultural La Corrala). 13-II-80.
Todo est¨¢ bien por s¨ª mismo. Queda la duda de si en esta destrucci¨®n de mitos no aparece tambi¨¦n, involuntariamente, una peque?a destrucci¨®n del mito personal de Albert Boadella y de Els Joglars, convertidos en h¨¦roes de la libertad de expresi¨®n por una reciente campa?a que englobaba, al mismo tiempo que el repudio de la aventura que hab¨ªan sufrido, la defensa del ensanchamiento de los l¨ªmites actuales de la libertad en todos los campos de la expresi¨®n. Hab¨ªa quien esperaba algo m¨¢s: un teatro de combate, una aproximaci¨®n mayor a los problemas y los temas de hoy. Habr¨¢ quien pueda pensar que la persecuci¨®n a Boadella y su grupo ha dado el resultado de derivarles hacia un teatro de evasi¨®n, de risa y sonrisa, de libertades perfectamente admisibles capaces de entusiasmar, por ejemplo, a don Ricardo de la Cierva, ministro de Cultura, que mostraba en la noche del estreno su admiraci¨®n, repetida en la palabra ?maravilla? y ?Mediterr¨¢neo?. Entusiasmo que sinceramente compartimos.
Pero probablemente toda esta reflexi¨®n es injusta, o demasiado politizada, o cargada por sensaciones y reminiscencias ajenas al espect¨¢culo en s¨ª. Intr¨ªnsecamente, el espect¨¢culo dirigido por Dom¨¦nec Reixach es una lecci¨®n admirable de una forma de teatro. Los ocho actores interpretando m¨¢s de treinta personajes, su preparaci¨®n minuciosa y lograda de expresi¨®n corporal -sin los abusos escolares tan usuales: aplicada s¨®lo en su punto- o de educaci¨®n de voz y de ritmo, el cuidado del gesto del rostro nutren la invenci¨®n continua, el hallazgo del efecto.
La conducci¨®n del relato, la forma libre y espectacular de la dramaturgia, el desenfado en encontrar convenciones nuevas en la que el p¨²blico es c¨®mplice son de por s¨ª datos suficientes para considerar el espect¨¢culo como bien pensado, bien ideado y bien realizado. Si hay defectos de dicci¨®n son atribuibles a que el grupo trabaja habitualmente en otro idioma: un motivo para agradecerles el esfuerzo suplementario de hacerlo en castellano.
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