Una
buena parte de los personajes que aparecen en el ¨ªndice onom¨¢stico de la Memoria breve de una vida p¨²blica, de Manuel Fraga Iribarne, acudi¨® ayer a la presentaci¨®n que de este libro hizo la Editorial Planeta en el Mayte Commodore, de Madrid.En el transcurso de la presentaci¨®n, Jos¨¦ Manuel Lara, editor del libro, hizo una reflexi¨®n, no nost¨¢lgica, pero s¨ª de memorias, de lo que ocurr¨ªa en el Ministerio de Informaci¨®n antes de que Fraga llegara a ministro. Carmen Llorca present¨® el libro propiamente dicho, y termin¨® su disertaci¨®n leyendo la carta que un periodista ingl¨¦s le envi¨® a Fraga. Y este ¨²ltimo pronunci¨®, de pie, al contrario que sus predecesores, un discurso en el que el recuerdo se confundi¨® con la pol¨ªtica.
La presentaci¨®n de la obra tuvo un auditorio diverso, en el que figuraban personalidades de la prensa -Juan Beneyto, Jim¨¦nez Quiles, Jes¨²s de Polanco, Fern¨¢ndez As¨ªs, Emilio Romero-, figuras de las letras -los acad¨¦micos Carmen Llorca, Pedro Sainz Rodr¨ªguez y Torcuato Luca de Tena, y los novelistas Angel Palomino y Vizca¨ªno Casas-, personajes de las variedades, como Luciana Woolf y Nin¨ª Monti¨¢n, y pol¨ªticos del pasado y del presente, como Antonio Garrigues y D¨ªez-Ca?abate y Jos¨¦ Ram¨®n Lasu¨¦n. Adem¨¢s hab¨ªa, entre banqueros, hombres de las finanzas y corre li giona rios del se?or Fraga, l¨ªder de Alianza Popular, un personaje inclasificable, el doctor Vallejo N¨¢jera, que une a su dedicaci¨®n profesional como psiquiatra muchas otras actividades, entre ellas la literaria. Hab¨ªa tambi¨¦n relevantes compa?eros de la ¨¦poca ministerial de Fraga Iribarne, como Le¨®n Herrera Esteban, que fue el ministro de Informaci¨®n que el 20 de noviembre de 1975 dio la noticia de la muerte de Franco, una fecha que es significativa, porque en Memoria breve de una vida p¨²blica marca el fin de la historia que cuenta el autor del libro.
Para Jos¨¦ Manuel Lara, la llegada de Fraga al Ministerio de Informaci¨®n, en 1965, fue un alivio, porque antes de esa fecha los editores no ten¨ªan acceso a los responsables de la imposici¨®n de la censura en Espa?a. El presidente de Planeta cont¨® una an¨¦cdota que ilustra las tribulaciones que padeci¨®: le hab¨ªan prohibido una obra sobre El desastre de Annual. Intent¨® ver al director general que de m¨¢s cerca entend¨ªa sobre cosas de censura. Cuando accedi¨® a ¨¦l, le invit¨® a una cena, y durante ella el funcionario repas¨® los peros, hasta llegar al pero principal: ??Qui¨¦n fue el comandante que gan¨® la batalla que usted narra aqu¨ª??, le pregunt¨® el director general al autor del libro. ?El comandante Franco.? ??Cojones!, ?y no cree que era ya hora de ponerlo??, dijo el se?or Lara que grit¨® el director general. Despu¨¦s de relatar la an¨¦cdota, el presidente de Planeta elogi¨® la capacidad de convocatoria de lectores que tiene Fraga Iribarne y se mostr¨® satisfecho, como editor, de tenerle entre sus autores.
Carmen Llorca glos¨® elogiosamente la figura de Fraga. ?Imag¨ªnense?, dijo, entre otras cosas, ?el tremendo vac¨ªo que se advertir¨ªa en la historia reciente de Espa?a si uno elimina de ella la presencia de Fraga.? Para la escritora, Fraga no es s¨®lo ?un hombre de Estado?, sino un buen retratista de sus personajes. Entre esos retratos, Carmen Llorca cit¨® el de Franco, que Fraga ilustra con una pincelada, extra¨ªda de cuando el anterior jefe del Estado le pidi¨® asesoramiento para un nombramiento, y le confi¨®: ?Llevo tantos a?os encerrado entre estos muros que ya no conozco a nadie.? Franco le dedicaba sonrisas luminosas a Fraga; los pr¨ªncipes, tambi¨¦n. Y el pueblo espa?ol, a?adi¨® la escritora, tambi¨¦n compart¨ªa la luminosidad de tal actitud. Para terminar de elaborar su propio retrato de Fraga, Carmen Llorca ley¨® la carta en la que un periodista ingl¨¦s afirma ,que el ex ministro parece ?habitado por los siglos?.
Fraga Iribarne le quit¨® importancia a ese ¨²ltimo elogio, porque ?los ingleses, despu¨¦s de comer bien, son tremendamente generosos?. Repiti¨® el se?or Fraga que su libro es un testimonio, no una automoribundia, y se?al¨® que en ¨¦l no oculta nada de lo que es de inter¨¦s p¨²blico. Se dec¨ªa de la pel¨ªcula Franco, ese hombre, cont¨® Fraga, que hab¨ªa que verla en Biarritz, ?porque all¨ª sal¨ªa totalmente desnudo?. De su libro no puede decirse lo mismo, porque no hay posibilidad de desnudar m¨¢s su biograf¨ªa pol¨ªtica. Reconoci¨® que no ha hecho las Confesiones de san Agust¨ªn y explic¨® que su prop¨®sito personal ha sido cat¨¢rtico. Al t¨¦rmino de su disertaci¨®n, que fue muy apasionada y luego muy aplaudida, el ex ministro de Informaci¨®n y ex embajador en Londres en tiempos de Franco asegur¨® que su servicio al pa¨ªs ha estado presidido por esta m¨¢xima: ?No volver a servir a se?or que pueda morir.?
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