Greta Garbo, la divina esp¨ªa
Greta Garbo, la misteriosa actriz sueca, la Divina Greta, encarnaci¨®n del mito de la belleza y la inteligencia n¨®rdica, fue esp¨ªa durante la segunda guerra mundial, si hay que creer al ¨²ltimo de sus bi¨®grafos, el norteamericano Charles Higham. En un libro recientemente publicado en Estados Unidos, y que estos d¨ªas rese?a la prensa europea, cuenta Highain que Greta Garbo fue, desde 1939 y durante toda la guerra, un importante contacto del servicio secreto brit¨¢nico, y que su intervenci¨®n fue vital para muchos hombres de ciencia y de arte amenazados en la Europa de la ocupaci¨®n nazi.
Todos los que han conocido a Greta Garbo coinciden en remarcar su doble cualidad: por una parte, esa importancia f¨ªsica, ese aspecto impresionante desde su metro ochenta de estatura y la belleza que revolucion¨® la imagen de lo deseable en el cine; por otra, la sensaci¨®n de que esa extra?a belleza estaba llena de vida interior: la Divina es -ha dicho el argentino C¨¦sar Tiempo hace no mucho- una mujer enorme intelectualmente. Ahora, gracias a Charles Higham, se descubre que en la vida privada que la actriz ha ocultado celosa y efectivamente ha habido tambi¨¦n una ¨¦poca de vivir peligroso, de exponerse y entregarse, desde la neutralidad de su pa¨ªs y en medio de la Europa en guerra. Seg¨²n el reportaje aparecido recientemente en el diario sueco Expressen, Greta Garbo contact¨® con el servicio secreto brit¨¢nico, poco antes de que estallara la guerra, por medio del director de cine h¨²ngaro Alexander Korda. La actividad de Greta Garbo se concret¨® en el salvamento de numerosas personas, entre ellas el f¨ªsico nuclear Niels Bohr, que pudo escapar de Noruega a Suecia con su ayuda.Las relaciones de Greta Garbo entre los personajes m¨¢s influyentes de la sociedad sueca tambi¨¦n facilitaron el contacto de los aliados con el mundo pol¨ªtico de ese pa¨ªs neutral. Dice Charles Higham que a ella se debieron los encuentros entre el servicio secreto ingl¨¦s y varios magnates, como el naviero Axel Johnson.
La leyenda de Greta Garbo no ha hecho sino crecer desde que decidi¨® retirarse del cine y de la vida p¨²blica en 1941. Desde ese retiro riguroso, en que la actriz evita el espect¨¢culo de su vejez, se niega a la fotograf¨ªa o a la declaraci¨®n.
Garbo no se cas¨® nunca, y dice su leyenda que s¨®lo tuvo un amor verdadero: Stiller, el director que mostr¨® su val¨ªa en La leyenda de Gosta Berling, y que iba a conquistar Am¨¦rica acompa?ado de la entonces joven, bell¨ªsima, delgad¨ªsima Greta Garbo del cine silente. En su historia, conservada en el recuerdo de la actriz, intervinieron dos hechos terribles: el relativo fracaso de Stiller en Hollywood, y la fulgurante consagraci¨®n de la misteriosa, y, ya vuelto a Suecia, la prematura muerte del director en 1928... Una oscura culpa, la que viene de lo involuntario, de lo no querido, dicen que amarg¨® a Greta Garbo. Y una rara fidelidad marc¨® su vida.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.