Africa Prat
Mi entra?able Mar¨ªa Asquerino, con ojos de noche y alegr¨ªa de trabajo, un corredor profesional, aureolado de velocidad, Cardona, de barba y dise?o, Garc¨ªa-Trevijano, el bigote m¨¢s enigm¨¢tico de la pol¨ªtica marginal, Guimaraens, promotor de culturas y cosas, L¨®pez-V¨¢zquez, con la bondad de la inteligencia o a la inversa, Africa Prat, de rojo, rubio y sonrisa, Pepe Mart¨ªn, locuaz y despeinado. Fot¨®grafos, periodistas, personal. La revista Lui nos re¨²ne para una cena en la que quieren que hablemos de cosas.-Ya tengo teatro, cine, trabajo, de todo, Paco, gracias a lo que has escrito de m¨ª -me dice Mar¨ªa.
Despu¨¦s de lo de Felicidad Blanc de Panero, espero otro telegrama del ministro de Cultura comunic¨¢ndome que Mar¨ªa Asquerino tambi¨¦n est¨¢ ya empleada y que a mandar.
-?Cu¨¢l es la primera obligaci¨®n de un Ministerio de Cultura? -es la pregunta que me hacen.
-Desaparecer.
El joven esbelto y urgent¨ªsimo, el chico/Jarama, el hombre /circuito, nos explica que el deporte est¨¢ tan desasistido como la cultura, en la actual crisis. Crisis de la que, seg¨²n algunos memoriones, s¨®lo puede sacarnos un quinto partido, el Partido Radical:
-T¨² ibas a inventar ese partido -le digo a Trevijano.
-Te prometo que no. Hace tiempo vinieron a verme los radicales italianos, que son ultrarrevolucionarios, como sabes. Yo ya no tengo a?os para eso.
Luego nos explicar¨ªa, mediante Arist¨®teles, la f¨ªsica qu¨¢ntica de Planck, Galileo y Cop¨¦rnico, Descartes, Kant, Einstein, la destrucci¨®n de las matem¨¢ticas y el cierre de Rep¨®rter, por qu¨¦ ¨¦l se ha retirado de la pol¨ªtica y de una democracia en la que no cree. Tiene raz¨®n, pero ha sido demasi¨¦ para este body. No as¨ª para el body de Charo Soriano, gloriosa y pelirroja, que le encuentra cult¨ªsimo, interesant¨ªsimo y platajunt¨ªsimo. Como la crisis es el pie forzado o voluntario de esta cena (y de todas las cenas a que asisto ¨²ltimamente), Charo dice algo decisivo sobre la crisis del teatro:
-Ya es hora de que el actor vuelva a tener su sitio en el escenario. El p¨²blico se ha cansado de ver subir y bajar ascensores en escena y de no o¨ªr lo que decimos los actores. Hoy importa m¨¢s un ascensor, teatralmente, que Hamlet diciendo su mon¨®logo.
-?Qu¨¦ es el aplauso para un actor? -pregunta Cardona.
-Como un orgasmo -dice Afriquita, hija m¨ªa.
Africa Prat inaugur¨® la transici¨®n desnud¨¢ndose en Calcutta:
-S¨ª, ya te v¨ª en primera fila, en el estreno, Umbral. Menudos nervios.
Hoy, la transici¨®n est¨¢ en crisis. Garc¨ªa-Trevijano lo explica a su manera:
-Dicen que siempre hemos estado en crisis, y eso es reaccionario. Lo caracter¨ªstico de nuestro tiempo no es que una ideolog¨ªa haya entrado en crisis, sino la crisis como ideolog¨ªa. Los Estados utilizan y difunden una mentalidad de crisis para manipularnos a todos mediante el miedo y la filosof¨ªa de la crisis.
Pero luego reconoce que todo est¨¢ en crisis por culpa, como hemos explicado antes, de la destrucci¨®n de las matem¨¢ticas y, quiz¨¢, por el cierre de Rep¨®rter, pienso yo. Luego la crisis no es inventada, propagand¨ªstica. L¨®pez-V¨¢zquez, mientras tanto, explica que lo dif¨ªcil es hacer bien una pel¨ªcula mala, porque en las buenas siempre se queda digno. Entre la bohemia de boutique del piso de Cardona, entre galgos de porcelana y abstractos de la casa, me quedo dubitando sobre la crisis. La crisis c¨®smica de Trevijano es para m¨ª, sencillamente, la desestabilizaci¨®n espa?ola a tope, la democracia que nos han mangado. Africa Prat me da la clave de que la transici¨®n ha terminado: ?Yo no me desnudo m¨¢s. Ya no se lleva.?
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