Canad¨¢: los liberales regresan al poder
HACE NUEVE meses -el 22 de mayo del a?o pasado-, las elecciones generales de Canad¨¢ se inscrib¨ªan, como un dato m¨¢s y muy significativo, en la oleada del turno conservador del mundo occidental. En tiempo tan corto se ha desgastado el poder de Joe Clark y las esperanzas de que una mano austera y derechista restaurase un pa¨ªs erizado de problemas -los peores, cong¨¦nitos-, y el balance de las -nuevas elecciones -anticipadas porque el poder se le fue a Clark dentro de ?su? C¨¢mara de los Comunes- muestra unos resultados pr¨¢cticamente inversos. Vuelve el jovial Trudeau, el Partido Liberal, y con un n¨²mero de esca?os en los Comunes suficiente como para gobernar cuatro a?os.?Qu¨¦ ha pasado en este tiempo para que cambie de opini¨®n el electorado tan r¨¢pidamente? No ha pasado nada, y eso es lo peor que puede suceder en un pa¨ªs donde se est¨¢ esperando, se est¨¢ necesitando, que pase algo. Trudeau, m¨®vil y combativo, daba una sensaci¨®n de movimiento, de combate. Al conservador Clark se le haamontonado la dificultad de la vida sin que hiciera m¨¢s que encastillarse en un inmovilismo y una fatalidad que daban sensaci¨®n de desgobierno. Le han crecido los precios entre las manos y no ha encontrado m¨¢s soluci¨®n que cerrar los salarios; se ha endurecido el tema autonomista y s¨®lo ha respondido con discursos. Depend¨ªa de los cinco votos en el parlamento que le prestaba el Cr¨¦dito Social, y estos votos, de extrema derecha, te?¨ªan a¨²n m¨¢s el conservadurismo propio. La opini¨®n p¨²blica se le ha vuelto en contra, hasta el punto de que, seg¨²n resultados a¨²n provisionales, el Cr¨¦dito Social ha perdido absolutamente, todos sus esca?os, lo cual dificulta a¨²n m¨¢s la situaci¨®n de los conservadores en la oposici¨®n, puesto que, en cambio, ha crecido la socialdemocracia. Sin perder de vista los problemas peculiares de Canad¨¢, la personalidad de Trudeau y la falta de personalidad de Clark, una manera muy realista de considerar estas elecciones es una inclinaci¨®n a la izquierda y una desviaci¨®n de la derecha.
En este aspecto, es importante se?alar la importancia de la situaci¨®n pol¨ªtica internacional. Clark ha querido utilizarla; ha querido repetir la jugada electoral de Carter y ha abrazado con entusiasmo la guerra fr¨ªa. En toda su campa?a ha empleado continuamente -como su maestra, Margaret Thatcher- el tema de ?Rusia es culpable?; ha manejado la cuesti¨®n de Afganist¨¢n, se ha alineado con Estados Unidos. El tema de Estados Unidos tiene una sensibilidad especial en Canad¨¢, donde todo el mundo es consciente de la influencia del gigante vecino y de la imposibilidad de zafarse de ella, pero donde, tambi¨¦n, toda acentuaci¨®n de esa influencia es de mal gusto. Sobre todo cuando se puede distinguir que una cosa es alinearse con Estados Unidos y otra con el presidente Carter. Clark ha llegado a la aventura novelesca de utilizar su embajada en Teher¨¢n para el rescate de diplom¨¢ticos de Estados Unidos escondidos en ella, d¨¢ndoles documentaci¨®n falsa.
Aparte del car¨¢cter exaltante de una actuaci¨®n de Pimpinela Escarlata, hay cuestiones de petr¨®leo y de relaciones exteriores que han inquietado a la poblaci¨®n. Como ha inquietado la clara definici¨®n en favor del boicot a los Juegos Ol¨ªmpicos, precisamente en un pa¨ªs de esp¨ªritu ol¨ªmpico neutral, con su olimpiada reciente y sus juegos de invierno en marcha. La oferta de que Montreal aprovechara sus instalaciones para quit¨¢rselas a Mosc¨² ha terminado por parecer de mal gusto a los propios canadienses. En suma, Clark ha sabido unir lo in¨²til a lo desagradable; ha perdido, primero, su votaci¨®n de confianza, y, despu¨¦s, las elecciones generales.
No hay que pensar, de todas maneras, que Trudeau vaya a cambiar de ninguna forma los compromisos del pa¨ªs con Estados Unidos; pero s¨ª puede ser importante que en las reuniones internacionales, en las que ahora figura Canad¨¢ como una de las cabezas de Occidente -tiene puesto en la Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n que se celebrar¨¢ en Madrid, y estaba citada en Bonn junto a Jap¨®n, Francia, Gran Breta?a y Alemania Federal, en la reuni¨®n que ha deshecho Giscard-, la voz de Trudeau y el Partido Liberal es apaciguadora y muy distinta de la voz guerrera de Clark.
Esta es una manera de ver el resultado de las elecciones del lunes. Quiz¨¢ no sea la manera canadiense de verla, la de un pa¨ªs donde los problemas internos determinan, sobre todo, un resultado; pero la manera de considerarlas desde un punto de vista internacional, donde las defecciones de los aliados de los ?grandes? a la hora de la hostilidad se van acentuando -Polonia, Francia- es la de una peque?a contribuci¨®n m¨¢s a la disminuci¨®n de las tensiones: una tendencia que se va haciendo importante.
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