S¨¢nchez Covisa: "Un funcionario del Gobierno fue el inductor y uno de los responsables de los asesinatos"
En un ambiente tensisimo, el primer testigo de la defensa y antiguo dirigente de los Guerrilleros de Cristo Rey, Mariano S¨¢nchez Covisa, declar¨® ayer tarde q ue un sexto personaje no procesado, funcionario del Gobierno, ha sido el inductor y uno de los responsables de la matanza de Atocha, cuya tercera sesi¨®n judicial se celebr¨® ayer en Las Salesas. Antes, el presidente del tribunal hab¨ªa adoptado una serie de medidas para evitar posibles alteraciones y la acusaci¨®n particular hab¨ªa renunciado a interrogarle, por considerar que no se trataba de un testigo ?serio?.
La vista de ayer tarde comenz¨® a desarrollarse con normalidad. El p¨²blico, lejos de disminuir, contin¨²a abarrotando los bbricos, ocupados algunos de ellos por pers¨®nas que llevaban desde las siete de la ma?ana guardando cola para asistir a la sesi¨®n de la tarde.El primer testigo en comparecer, de parte de la acusaci¨®n, fue el abogado Antonio Doblas, quien declar¨® que el mismo d¨ªa de los sucesos -24 de enero de 1977- ¨¦l hab¨ªa visto juntos en el sindicato vertical del Transporte al secretario, Francisco Albaladejo, y al procesado Fern¨¢ndez Cerr¨¢. Ser¨ªan, seg¨²n dijo, entre las 7.30 y las ocho de la tarde.
El segundo testigo era el subcomisario de Polic¨ªa y funcionario del Sindicato del Transporte Enrique Vigil. A preguntas de la acusaci¨®n, el se?or Vigil reconocio haberle regalado una pistola al secretario Francisco Albaladejo despu¨¦s de que ¨¦ste le mostrase la correspondiente licencia y un an¨®nimo en el que se le amenazaba de muerte. El testigo dijo haberle transferido su pistola, una Star del calibre nueve corto, aun cuando sab¨ªa que hab¨ªa sido procesado con anterioridad por tenencia il¨ªcita de armas. El siguiente di¨¢logo, mantenido entre el abogado Jos¨¦ Mar¨ªa Mohedano y el testigo, puso fin al interrogatorio de la acusaci¨®n:
-?Por qu¨¦ motivo le regal¨® usted su arma al procesado Albaladejo? ?Por qu¨¦ cree usted que Francisco Albaladejo ten¨ªa licencia de armas?
-No s¨¦, por las amenazas ser¨ªa.
-?Y no es menos cierto que la pidi¨® alegando la grave situaci¨®n en que se encontraba, por tener que tratar en el sindicato con gente muy peligrosa?
-No me consta que fuera por eso. No lo s¨¦.
El siguiente en comparecer, Ces¨¢reo Biendicho, cobrador de una agencia de transportes y ex miembro de la Guardia de Franco, dijo haber adquirido la mencionada pistola Star del calibre nueve corto en 1942, atribuida a Fern¨¢ndez Cerr¨¢, y que al cabo de ?cuatro, cinco, seis u ocho a?os? se desprendi¨® de ella ?al entreg¨¢rsela a Dar¨ªo Guti¨¦rrez Velasco, un buen amigo m¨ªo, para que pasase la revisi¨®n de la pistola?.
?Que usted le dio su arma a un amigo para que se la llevara a revisi¨®n?
-S¨ª, as¨ª fue.
-?Acaso no ten¨ªa tiempo para llevarla usted mismo?
-No; yo ten¨ªa mucho trabajo.
-?Y no dispon¨ªa de un solo momento libre para hacerlo en los trescientos sesenta y cinco d¨ªas del a?o? (Las revisiones tienen una periodicidad anual.)
-No; en todo el a?o no pod¨ªa hacerlo.
-?Cu¨¢ndo se la devolvi¨®?
-Nunca, y yo tampoco se la reclam¨¦.
-?No se la reclam¨®, aun sabiendo que pod¨ªa caer en responsabilidad penal por no pasar la revisi¨®n reglamentaria cada a?o?
-No, no lo hice; fue una falta m¨ªa.
-?Y desde el a?o 1956, en que se la dej¨® a su amigo, la Guardia Civil nunca le ha llamado la atenci¨®n por no pasar el control?
-No, ni una sola vez.
El testigo que declar¨® a continuaci¨®n, Antonio Fons, era el administrador de la finca de la calle de Atocha, 55. En su breve intervenci¨®n se?al¨® que el contrato con los abogados laboralistas, en r¨¦gimen de inquilinos, se realiz¨® a nombre de la abogada Manuela Carmena, y que impuso la condici¨®n de aumentar el alumbrado de la escalera, como as¨ª hicieron. A?adi¨® que nunca hab¨ªa recibido queja alguna de los vecinos y que desde el primer momento sab¨ªa con qu¨¦ fines profesionales se le hab¨ªa alquilado el local.
Manuela Carmena, la siguiente en comparecer ante el tribunal, fue asediada con m¨²ltiples preguntas, sobre todo por parte de la defensa. Dijo que nada m¨¢s arrendar la casa pusieron un cartel de dimensiones considerables, de lat¨®n dorado, con el r¨®tulo de Abogados, muy visible para cualquier persona, tanto de d¨ªa como de noche. (Los presuntos asesinos declararon el lunes pasado que no vieron el citado cartel y que por esa raz¨®n desconoc¨ªan que se trataba de un bufete), y que ese mismo d¨ªa hab¨ªa convocada otra reuni¨®n de abogados en el otro despacho laboralista de la calle de Atocha, situado en el n¨²mero 49, para cuya convocatoria ella misma hab¨ªa cursado los telegramas de citaci¨®n.
-?A la hora en que se produjeron los sucesos en el despacho del n¨²mero 55 estaban ustedes reunidos en el del 49?
-S¨ª.
-Cu¨¦ntele al tribunal lo que recuerde sobre esos momentos.
-Cuando o¨ªmos mucho ruido, ir y venir de ambulancias y como mucho jaleo por la calle, pensamos que algo pasaba, probablemente un incendio o algo as¨ª. Al fijarnos m¨¢s desde el balc¨®n, nos dimos cuenta de que era justo en el portal del otro despacho, con lo que corrimos a llamarles por tel¨¦fono. Nadie nos contest¨® y decidimos bajar a ver qu¨¦ ocurr¨ªa. Ya en el portal, me cogi¨® del brazo un compa?ero y me dijo: ?Les han matado. Es incre¨ªble, pero les han matado?. Est¨¢bamos horrorizados. En volandas, y sin saber muy bien ni por d¨®nde andaba, comenzamos a subir las escaleras y all¨ª ya vimos continuos regueros de sangre. Arriba no quedaba nadie, s¨®lo la polic¨ªa.
A las preguntas de un abogado defensor sobre si habla en la reuni¨®n del despacho de Atocha el d¨ªa de autos dos personas que no eran abogados, Manuela respondi¨® tajante: ?Eso es absolutamente falso. Es casi una calumnia. ?
-?Era militante del ilegal PCE?
-S¨ª.
-?Conoc¨ªa la existencia del grupo de abogados disidentes del PCE conocidos como ?el grupo de Espa?oleto, 13??
-No hab¨ªa ning¨²n grupo organizado como tal ni disidente de nada. Ten¨ªamos otro despacho en la calle de Espa?oleto, 13, pero de
Sanchez Covisa: " Un funcionario del Gobierno fue el inductor y uno de los responsables de los asesinatos"
iguales caracter¨ªsticas a los de Atocha.Preguntas ofensivas
Tras este interrogatorio, la defensa inici¨® una serie de preguntas que la acusaci¨®n consider¨® ofensivas y fuera de lugar: ?Se?or¨ªa?, dijo Jos¨¦ Bono, ?no podemos consentir que la defensa intente hacer culpable a una de las v¨ªctimas. El presidente estim¨® esta consideraci¨®n y dio por finalizada la comparecencia.
Tras algunas ausencias muy importantes, entre ellas la de Manuel Guti¨¦rrez, alias el Loco, quien, seg¨²n consta en el sumario, pudo ser quien cambiara el ca?¨®n de la pistola de Garc¨ªa Juli¨¢, se dio paso al primer testigo de la defensa, Mariano S¨¢nchez Covisa.
La acusaci¨®n record¨® al presidente del tribunal que el falso testimonio en causa procesal podr¨ªa constituir delito y que se negaba a interrogarle, por pensar que si lo hac¨ªan ?significar¨ªa admitirle un m¨ªnimo de seriedad, y que no era el caso?.
Nada m¨¢s comparecer en la sala Mariano S¨¢nchez Covisa, y antes de tomarle juramento, el presidente del tribunal, en medio de una enorme expectaci¨®n, tom¨® la palabra y dijo: ?Se?or S¨¢nchez Covisa, quiero advertirle que usted viene aqu¨ª exclusivamente como testigo. Este tribunal no permitir¨¢ que se le haga ninguna pregunta que pudiera ser ofensiva o perjudicial para usted y salvaguardar¨¢ sus derechos, pero a cambio quiere pedirle que se limite a responder s¨ª o no a las preguntas y que se abstenga totalmente de hacer ning¨²n comentario. Si sus respuestas necesitaran aclaraci¨®n, yo mismo me encargar¨¦ de que las efect¨²e, pero a los letrados deber¨¢ responder exclusivamente con s¨ª o no.?
-Yo quer¨ªa... -comenz¨® S¨¢nchez Covisa.
-Sin cometarios.
-S¨ª, pero yo quer¨ªa...
-Sin comentarios.
En este momento reinaba en la sala una tensi¨®n fort¨ªsima. Los rostros de numerosas personas estaban crispados; los de otras, expectantes; los de los miembros de la defensa, estupefactos. Uno de ellos, el letrado Gonz¨¢lez Fr¨ªas, no quer¨ªa comenzar el interrogatorio en esas condiciones porque dijo estar cohibido por la exposici¨®n de los acusadores particulares. ?Se?or¨ªa?, dijo dirigi¨¦ndose al magistrado, ?pido serenidad. Da la sensaci¨®n de que nuestro testigo haya venido aqu¨ª a provocar y ...?
-Se?or letrado -le interrumpi¨® tajante el presidente- ?Se da usted -Cuenta de que me est¨¢ acusando de falta de serenidad? D¨ªgame, ?cu¨¢nto tiempo necesita usted para serenarse?
-Unos segundos, excelencia.
-Pues h¨¢galo y comience el interrogatorio.
-Se?or S¨¢nchez Covisa -pregunt¨® el abogado de la defensa Gonz¨¢lez Fr¨ªas-, consta en el sumario que usted hab¨ªa advertido a la autoridad de que hechos como los que ocurrieron en Atocha pod¨ªan ocurrir.
_S¨ª, es cierto.
-Entonces, el ministro del Interior y el gobernador civil estaban avisados. ?Vive usted en la calle de Atocha n¨²mero 33?
-Desde hace sesenta a?os.
-?Conoc¨ªa la existencia del despacho de Atocha, 49?
-La conoc¨ªa, yo...
-?Sin comentarios! -increp¨® el presidente.
-Y conoc¨ªa usted la existencia del despacho de Atocha, 55.
-No, en absoluto... ?Puedo ... ? (dirigi¨¦ndose al tribunal).
-No, no puede, lim¨ªtese a contestar s¨ª o no.
"?Covisa, suerte!"
-?Estaba usted detenido el 24 de enero de 1977, por hab¨¦rsele considerado implicado en la muerte de Arturo Ruiz?
-Siempre que pasaba una cosa de esas me det.... perd¨®n, s¨ª, s¨ª, s¨ª, s¨ª.
En este punto del interrogatorio, los nervios contenidos de una parte del p¨²blico estallaron en forma de risas, exclamaciones de apoyo y aplausos. El presidente del tribunal orden¨® a la polic¨ªa que expulsara de la sala a los autores. Tres muchachas salieron en medio de un silencio sobrecogedor. Una de ellas grit¨®: ? i Covisa, suerte! ?.
-?Comunic¨® usted la posible entrada de Joaqu¨ªn Navarro en Atocha, 55? -continu¨® el defensor.
-S¨ª, lo comuniqu¨¦ en la Direcci¨®n General de Seguridad.
En sus respuestas a las detalladas preguntas de la defensa, y contestando frases muy breves, Covisa relat¨® que sab¨ªa que el despacho de Atocha, 49, era ?una c¨¦lula clandestina disfrazada ?, que no ten¨ªa ni la menor idea de la existencia del bufete del n¨²mero 55 y que conoc¨ªa desde hace a?os al procesado Garc¨ªa Juli¨¢, a quien consideraba ?un hombre con fama de poseer sentimientos cristianos?, y que le cre¨ªa incapaz, en estado normal, de disparar contra ninguna persona indefensa.
-?Sabe de la existencia de una reuni¨®n en la cafeter¨ªa D¨®llar, de un hombre llamado Barcos Bellver, Juan Antonio Gim¨¦nez S¨¢ez y otro?-
-S¨ª, sab¨ªa, y que Barco Bellver era el seud¨®nimo de Antonio Prieto Cueto.
-?Y este hombre ten¨ªa relaci¨®n con Manuel Reduello Alonso?
-S¨ª.
-Le comunic¨® su pensamiento de que en Atocha, 49, se encubr¨ªa una c¨¦lula del ilegal PCE.
-Lo que.... lo que... ?puedo?
-No, la pregunta es muy concreta. Responda y no a?ada nada.
-Es que yo lo que le dije fue que el 30 de abril iba a haber una reuni¨®n de abogados del PCE presidida por Sim¨®n S¨¢nchez Montero y por Romero Mar¨ªn, general so,vi¨¦tico, agente de la KGB y relacionado con los GRAPO. As¨ª se lo inform¨¦ al jefe de la brigada que me ten¨ªa detenido, David S¨¢nchez Garc¨ªa, y me consta que ¨¦ste se lo dijo al jefe de la DGS, y me consta que tambi¨¦n lo sab¨ªa el Gobierno.
-?De d¨®nde saca usted estas informaciones?
-De un informante an¨®nimo, en el que conf¨ªo plenamente, porque nunca se equivoca.
-?Sabe de la existencia de una reuni¨®n en la calle de Alameda, 5?
-S¨ª, el 31 de marzo, de abogados, a la que asistieron la mayor¨ªa de los que luego fueron asesinados, y me consta que la presid¨ªa Eugenio Triana. Tambi¨¦n s¨¦ de cierto que en esa misma reuni¨®n se grit¨®: ? ?Viva el esp¨ªritu de Atocha! y ?Carrillo, asesino?.
-?Qui¨¦n es Antonio Prieto?
-El jefe de los servicios de documentaci¨®n de Presidencia del Gobierno (posible culpable por inducci¨®n, seg¨²n la defensa).
Petici¨®n de pruebas
Resumiendo este largo y detallado interrogatorio, el presidente del tribunal concluy¨®: ?Aqu¨ª se est¨¢ acusando a Antonio Prieto, miembro al servicio del Gobierno, como inductor de la matanza de Atocha y este hombre no est¨¢ procesado ni acusado en este sumario. ?Qu¨¦ pruebas tiene, se?or letrado??
-El testimonio de este testigo excepcional.
-Usted, se?or Covisa, ?concept¨²a como responsable a Antonio Prieto de los hechos del 24 de enero de 1977?
-Uno de los responsables.
-?En qu¨¦ se basa?
-En que Antonio Prieto le encarg¨® a Juan Antonio Jim¨¦nez S¨¢ez que le presentase a un hombre dispuesto a todo. El d¨ªa 18 hubo una reuni¨®n en la cafeter¨ªa Dollar y all¨ª le fue presentado a Prieto por Juan Antonio.
-Puede retirarse el testigo.
-Se?or presidente...
-Puede retirarse, le digo.
El siguiente testigo era precisamente Antonio Prieto. La defensa estaba satisfecha, en sus rostros se ve¨ªan amplias sonrisas de triunfo. Sin embargo, se truncaron bruscamente cuando oyeron instantes despu¨¦s que el se?or Prieto no hab¨ªa comparecido.
A continuaci¨®n intervino como testigo el letrado Juan Jos¨¦ del Aguila, quien fue interrogado po
la defensa sobre sus relaciones con el despacho de Atocha, 55, que dijo, eran de ¨ªndole laboral.
-?No ten¨ªa constancia de la no legalizaci¨®n del Partido Comunista?
-Es obvio y evidente, corno tan tas otras fuerzas democr¨¢ticas.
-Jen¨ªa conocimiento de que en Atocha, 55, se dirig¨ªa la huelga del transporte?
-No.
El testigo fue interrogado despu¨¦s por el letrado Gonz¨¢lez Fr¨ªas, defensor del procesado Fern¨¢ndez Cerr¨¢.
-?El t¨¦rmino tan manido de abogado laboralista quiere decir que el resto de los abogados no in corporados a Comisiones Obreras somos una panda de necios?
El presidente del tribunal le cort¨® y le llam¨® la atenci¨®n, al tiempo que le pidi¨® no formulara esa cuesti¨®n. Se produjo entonces un di¨¢logo entre el defensor y el tribunal. El primero renunci¨® a preguntar. El presidente le inquiri¨® sobre si eso quer¨ªa decir que consideraba que toda pregunta ser¨¢ in¨²til o desestimada por el tri bunal. Gonz¨¢lez Fr¨ªas manifest¨® que a lo largo del juicio oral hab¨ªa tratado de evitar incidentes, y el presidente le interpel¨® diciendo que quiz¨¢ lo que hab¨ªa querido preguntar es si el testigo entiende que los abogados no laboralistas no tienen categor¨ªa jur¨ªdica. Gonz¨¢lez Fr¨ªas respondi¨®:
-S¨ª, h¨¢gase cargo de mi estado de ¨¢nimo.
El testigo Juan Jos¨¦ del Aguila afirm¨® que muchos de sus compa?eros no tienen la especialidad de laboralistas y son competentes y dignos.
Otro miembro de la defensa interroga al testigo:
-?Conoc¨ªa usted a Joaqu¨ªn Navarro.
-No.
-?Como responsable de finanzas -le interrumpe el testigo- ?y organizaci¨®n? de los abogados del Partido Comunista -el testigo a?ade ?de Espa?a?- hizo un abono para un viaje del Partido Comunista a Cuba?
-Ignoro lo que dice el letrado. ?Podr¨ªa concretarme? ?En que fecha?
-En verano.
El presidente interviene para decir que no es procedente la pregunta, ?porque el viaje a Cuba no tiene nada que ver con esto?. Asimismo manifest¨® que las preguntas deben ser serias y formales y que los letrados deben evitar las risas.
Levantamiento de la sesi¨®n
El ministerio fiscal propuso entonces el levantamiento de la sesi¨®n, poco antes de las nueve menos cuarto de la noche, ?dada la gravedad de la pena que se solicita para el procesado Fern¨¢ndez Cerr¨¢ y el estado emocional de su letrado?. El presidente accedi¨® ?por dos razones: la del ministerio fiscal y porque lo hubiera hecho pronto?.
Se ley¨® entonces un escrito remitido por la Capitan¨ªa General de la I Regi¨®n Militar, referido a la petici¨®n de comparecencia del comandante de la Guardia Civil Antonio Prieto Cueto, vinculado por la declaraci¨®n de S¨¢nchez Covisa como persona en relaci¨®n con la Presidencia del Gobierno que conoc¨ªa de antemano los hechos que iban a producirse en el despacho de Atocha. El escrito de la Capitan¨ªa General dice que el comandante se encuentra ?fuera de territorio nacional en comisi¨®n de servicio?.
Al levantarse la sesi¨®n, una de las presentes entre el p¨²blico calific¨® el juicio como farsa, en alta voz, y dijo que ?lo que quieren es colgarlos, aqu¨ª dentro o fuera?. En ese momento se levantaron los procesados y Fern¨¢ndez Cerr¨¢ forceje¨® para soltarse del polic¨ªa que le custodiaba, al que grit¨®: ??Su¨¦ltame, co?o! ?
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