La militar americana de Torrej¨®n fue asesinada por motivos pasionales
La cabo primero de la base americana de Torrej¨®n de Ardoz Vanessa Pandora Green, de veinticinco a?os de edad, fue asesinada por razones pasionales, seg¨²n los indicios que ofrecen las primeras investigaciones. Todo hace pensar que el autor del crimen ser¨ªa una persona de su confianza: se supone que la acompa?¨® a casa y se da por cierto que salt¨® por la terraza de la vivienda, un primer piso, que comunica con la calle paralela a la del portal de entrada.
La reuni¨®n de los testimonios de las vecinas ha permitido recomponer el suceso en todos sus extremos conocidos. Vanessa Pandora era de raza negra, estaba casada con un superior en graduaci¨®n, el sargento Tyrone H. Green, cuyo ba¨²l militar se conserva todav¨ªa en la terraza que utiliz¨® el asesino para huir. Una de las vecinas del matrimonio, que se hab¨ªa instalado ?sobre el mes de julio? en el mismo portal (calle de Atenas, n¨²mero 9), asegura que la fallecida le hab¨ªa pedido el divorcio a su marido, pero que ¨¦l se hab¨ªa negado varias veces a conced¨¦rselo. Desde hace alg¨²n tiempo, un mes aproximadamente, Tyrone dej¨® de ser visto en las inmediaciones de la casa, zona por la que sol¨ªa pasear con su hijita de tres a?os.Hasta entonces, el matrimonio nunca hab¨ªa promovido esc¨¢ndalos o altercados apreciables. El vecindario ten¨ªa adem¨¢s buena imagen de Vanessa, ?una mujer muy distinguida que sab¨ªa elegir perfectamente su vestuario?. Sobre el sargento se saben menos cosas.
Se sabe, por ejemplo, que a las 10.30 de la ma?ana del mi¨¦rcoles puls¨® con ansiedad el bot¨®n del portero autom¨¢tico de una de las vecinas, que vive en el bajo.
Unas horas antes, siete tal vez, la cabo primero hab¨ªa entrado en casa acompa?ada por un hombre, o tal vez ¨¦ste, de confianza para ella, consigui¨® que le franqueara la entrada simplemente llamando al timbre. De madrugada, una vecina del piso superior oy¨® gritos de mujer en el piso de abajo; segundos m¨¢s tarde, el llanto de una ni?a peque?a, y ?la voz pausada de un hombre que probablemente est¨¢ consol¨¢ndola?.
A las 10.30 de la ma?ana siguiente, la vecina del bajo abri¨® el portal al sargento Tyrone H. Green, que llegaba con un compa?ero de la base. El sargento subi¨® corriendo las escaleras y trat¨® de entrar en casa. No pudo hacerlo: el pestillo interior de la vivienda y la cadena de seguridad estaban echados, as¨ª que baj¨® a toda prisa y dijo a la mujer que hab¨ªa abierto el portal: ??T¨² tener tel¨¦fono? Pronto, polic¨ªa.? Inmediatamente, Tyrone, alto y atl¨¦tico, pas¨® al apartamento contiguo y salt¨® de terraza a terraza. Poco despu¨¦s reaparec¨ªa en la escalera, luego de descorrer el cerrojo y soltar la cadena, con su hija en brazos. Seg¨²n las vecinas, estaba llorando.
La polic¨ªa espa?ola tard¨® muy poco en llegar. Vanessa Pandora Green estaba tendida en el suelo del pasillo, completamente desnuda, boca abajo y con los brazos en una posici¨®n violenta; alrededor de su cabeza hab¨ªa un gran charco de sangre; en la pared y en la almohada de la cama de la alcoba, varias manchas. Alguien coment¨®: ?Quiz¨¢ se trate de un suicidio.? Sin embargo, pronto se descubr¨ªa en la regi¨®n occipital de la v¨ªctima la primera se?al de un profundo golpe, una segunda herida en una pierna y marcas de dedos humanos en su cuello. No hab¨ªa duda: aquello hab¨ªa sido un asesinato, perpetrado con toda probabilidad unas siete horas antes.
Aparte de los gritos de la v¨ªctima y el llanto de la ni?a, que concluy¨® en seguida, ninguna se?al de disputa o de violencia. Puede asegurarse que una mujer que se hace los rulos y se desnuda ante un hombre tiene confianza con ¨¦l; adem¨¢s, una ni?a de tres a?os que llora s¨®lo puede ser consolada r¨¢pidamente por alguien a quien conoce y en quien conf¨ªa. Quiere decirse que el asesino ?era una persona de confianza para la madre y para la hija?.
A media ma?ana llegaron a la casa los polic¨ªas militares de la base de Torrej¨®n de Ardoz.
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