Agresores con bandera en de solapa
Bastante sorprendido por lo que vi el d¨ªa 21, despu¨¦s de la sesi¨®n de ma?ana del juicio de Atocha, se lo cuento: A la salida o¨ª voces de ??Guardia y polic¨ªa!?. Mir¨¦ hacia la calle de G¨¦nova y vi c¨®mo varios j¨®venes, con banderas nacionales en la solapa, golpeaban a una chica que ca¨ªa al suelo. A los dos o tres minutos, unos polic¨ªas intentan bajar la escalera de la entrada lateral, pero se vuelven. A poco ya bajan con un capit¨¢n. Mientras, en G¨¦nova, siguen los pu?etazos: unos dan y otros tratan de defenderse. Intervine yo: primero, solicitando, como otros, las fuerzas de orden; despu¨¦s, explicando a los polic¨ªas lo que hab¨ªa visto; finalmente, pidiendo su intervenci¨®n para que arrestaran a los agresores. La pelea ya se hab¨ªa terminado. Estaban paseando tranquilamente los de la bandera nacional entre la polic¨ªa. El grupo agredido hab¨ªa sido echado. Insist¨ª ante los polic¨ªas en la detenci¨®n de los agresores; tambi¨¦n lo hab¨ªan hecho otras personas. Me atrev¨ª incluso a se?alar a los agresores. La polic¨ªa hac¨ªa caso omiso. Por fin, el capit¨¢n orden¨® detenerlos, pero una chica del grupo agresor ostent¨® un objeto que dijo le hab¨ªan roto. La polic¨ªa se neg¨® a detenerles porque, arg¨¹¨ªa, ?todos se hab¨ªan pegado?. Insist¨ª en se?alar qui¨¦nes eran los agresores. Y como yo, tres se?oras que dec¨ªan, junto a la polic¨ªa, lo que vieron: cuatro j¨®venes con bandera en la solapa quer¨ªan obligar a un joven a quitarse una insignia, y como no lo hizo, le sacudieron. Ese fue el origen de la pelea. As¨ª lo confirmaron otros. En ese momento se present¨® un polic¨ªa secreta, amenazante, y me advirti¨® que yo llevaba toda la ma?ana alterando el orden, ma?ana que yo hab¨ªa pasado en el juicio. El s¨ª hab¨ªa presenciado la pelea y no hab¨ªa intervenido. A continuaci¨®n, los polic¨ªas nacionales me pidieron la documentaci¨®n y me advirtieron agresivamente que me marchara. Entre tanto, los agresores charlaban familiarmente con los polic¨ªas; la chica del grupo agresor hablaba ostentosamente de que a los cerdos hab¨ªa que darles y echarles de las calles. As¨ª que la polic¨ªa me advirti¨® ?que me fuera con mi partido?. Le dije que no sab¨ªa de qu¨¦ me hablaban, que iba solo, que denunciaba una alteraci¨®n del orden y que, si no deten¨ªan a nadie, seguir¨ªa repiti¨¦ndose lo de siempre. Evidentemente, me tuve que marchar con la frustraci¨®n de una terrible impotencia. ?Es ¨¦sta la democracia?
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