A medida que avanza la Liga
el juego se torna m¨¢s conflictivo. Los equipos en apuros recurren a cuantos medios est¨¢n a su alcance para ganar los encuentros. Los conjuntos que buscan los lugares de privilegio tambi¨¦n olvidan la heterodoxia con frecuencia. Los malos gestos y la dureza suelen empa?ar los finales de campa?a. Las argucias de algunos jugadores son, en ocasiones, el detonante de las explosiones antiarbitrales. Los p¨²blicos que s¨®lo aspiran al triunfo de los suyos pasan siempre por alto las jugadas punibles de sus jugadores. Aunque no pueda afirmarse que la mala intenci¨®n preside las acciones de ciertos jugadores, es evidente que a veces la excesiva impetuosidad puede causar m¨¢s de una lesi¨®n
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