Los comunistas italianos exigen la intervenci¨®n del Gobierno para salvar la FIAT
Se ha celebrado en Tur¨ªn un congreso nacional del Partido Comunista italiano sobre la empresa automovil¨ªstica FIAT, la industria de mayor envergadura del pa¨ªs. El congreso se ha basado en el resultado de un sondeo hecho entre 15.000 obreros de la FIAT. Se ha tratado de una iniciativa que ha causado no poca sorpresa. Hay quien asegura que los comunistas se han jugado el tipo conscientemente.
Ha sido ya un hecho revolucionario, han subrayado algunos observadores, el que los comunistas se hayan interesado con tanto calor por la empresa de la familia Agnelli, considerada hasta ayer como un adversario pol¨ªtico de la clase trabajadora. Y m¨¢s a¨²n que lo hayan hecho para pedir que el Estado ayude a la primera f¨¢brica privada del pa¨ªs. Seg¨²n el comentarista econ¨®mico de Repubblica: ?Ha existido mayor novedad en este congreso comunista sobre la FIAT que en los miles de p¨¢ginas dedicados a los temas del compromiso hist¨®rico y de la solidaridad nacional.?Pero lo cierto es que los resultados del congreso no han gustado ni a los dirigentes de la FIAT ni a los sindicalistas.
A los empresarios de FIAT no les ha gustado porque, seg¨²n ellos, no es un descubrimiento el hecho de que el Estado est¨¢ en deuda con la empresa, ya que no le ha ayudado a evitarla crisis que se est¨¢ cerniendo sobre ella. En Italia, m¨¢s que en otros pa¨ªses europeos, la empresa automovil¨ªstica privada ha merecido poca comprensi¨®n del Estado. Ahora los comunistas, dicen estos empresarios, descubren el huevo de col¨®n, pero lo hacen con una intenci¨®n bien clara: a costa de una mayor ?intervenci¨®n? del Estado en la empresa.
Clausurando el congreso, el responsable de la pol¨ªtica econ¨®mica del Partido Comunista italiano, Gerardo Chiaramente, considerado el n¨²mero dos del partido, dijo, respondiendo sobre todo a las preocupaciones de los sindicatos, que el PCI no pide una limosna para la FIAT, ni tampoco aceptar¨¢ que se les d¨¦ dinero a la familia Agnelli, ?para sacarles las casta?as del fuego?. Seg¨²n Chiaramente, los comunistas piden que el Estado intervenga para salvar la empresa, pero exigiendo al mismo tiempo garant¨ªas muy claras de una nueva programaci¨®n.
Lo cual no significa nacionalizar la FIAT, pero s¨ª una intervenci¨®n del Estado en las decisiones importantes de la empresa, y al mismo tiempo ha afirmado que el Partido Comunista se compromete a defender una pol¨ªtica de mayor productividad y sacrificio en materia salarial.
Ha sido esto lo que menos ha gustado a los sindicatos. Uno de sus militantes, escuchando a Chiaramonte, exclam¨®: ?Hoy han quedado archivados diez a?os de historia sindical.?
Los comunistas responden que el problema del futuro inmediato en todo el mundo ser¨¢ el desempleo, que las f¨¢bricas no se pueden dejar s¨®lo en manos de los intelectuales y de los sindicalistas y que la primera exigencia de una empresa es que produzca. Han afirmado que ?ser defensores del desarrollo y dialogar en este terreno con el patronato fue siempre la l¨ªnea del PCI.
Del sondeo organizado por los comunistas entre los trabajadores de la FIAT ha quedado de manifiesto la gran diferencia entre la vieja clase obrera y la nueva generaci¨®n del 68.
Los primeros insisten sobre la seguridad del puesto de trabajo y la higiene en la f¨¢brica, mientras los segundos, sobre todo, exigen la participaci¨®n en la gesti¨®n de la empresa.
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