Terrorismo habitual

Al o¨ªr por radio la iniciaci¨®n del juicio por el asesinato de los abogados de Atocha, vienen a mi memoria recuerdos que parecen ya viejos, pero que son bien recientes, de aquella ¨¦poca en que se hablaba de ruptura democr¨¢tica versus evoluci¨®n. Al hablar del estremecimiento que recorri¨® Madrid ante la horrible noticia, no me referir¨¦ al entierro, pero s¨ª a los innumerables actos de duelo que se celebraron en oficinas y otros puestos de trabajo. En el m¨ªo, el Ministerio de Asuntos Exteriores, nos reunimos unas 150 personas, bastantes diplom¨¢ticos y otros de los dem¨¢s cuerpos, en uno de los patios del viejo edificio, m¨¢s acostumbrados a ver el paso de diplom¨¢ticos de diversos pa¨ªses. Fernando Sartorius, hermano de Nicol¨¢s y conde de San Luis, pronunci¨® unas palabras, por ser el de mayor antig¨¹edad de los presentes y porque, de haberse producido el salvaje atentado media hora m¨¢s tarde, su hermano hubiera sido una de las v¨ªctimas, y pidi¨® despu¨¦s un minuto de silencio, que observamos todos de forma casi religiosa, y nos marchamos despu¨¦s a nuestras ocupaciones, silenciosos, indignados y preocupadamente conscientes del dramatismo de la situaci¨®n. No sab¨ªamos que tres a?os despu¨¦s cosas parecidas (?infortunada Yolanda!) iban a seguir siendo habituales.

(c¨®nsul general de Espa?a)