La equ¨ªvoca aconfesionalidad del Estatuto de Centros Escolares
La Federaci¨®n de Sindicatos del Profesorado Estatal de EGB (Fespe), que se define como apartidaria y estrictamente profesional y que en reiteradas ocasiones se ha mostrado inequ¨ªvocamente contraria a cualquier instrumentaci¨®n pol¨ªtica de la escuela, ha suscrito, conjuntamente con los llamados sindicatos de clase, un documento en el que se pide a los claustros de profesores y a las asociaciones de padres su pronunciamiento en contra del Estatuto de Centros Escolares, que hoy se debate en el Pleno del Congreso.En los medios docentes se concede especial significaci¨®n a este hecho, sobre todo a la hora de perfilar la l¨ªnea que separa a los grupos sociales enfrentados en torno a este proyecto de ley.
Los movimientos estudiantiles, las asociaciones de padres y los sindicatos de profesores con arraigo en la ense?anza estatal han manifestado claramente su rechazo al Estatuto de Centros. Por el contrario, ¨¦ste ha encontrado su m¨¢ximo apoyo en la patronal del sector confesional de la ense?anza privada, los sindicatos de profesores afines a la misma, las asociaciones cat¨®licas de padres, la Federaci¨®n Espa?ola de Religiosos de la Ense?anza (FERE), y la Iglesia oficial.
Durante el largo y pol¨¦mico proceso de su tramitaci¨®n, el grupo parlamentario centrista se ha esforzado en tratar de demostrar que este proyecto de ley no pretende apoyar a la ense?anza privada ni consolidar el predominio que en ella ejerce la Iglesia cat¨®lica.
No obstante, parece estar claro que, con independencia de la izquierda pol¨ªtica, la oposici¨®n al Estatuto de Centros se encuentra fundamentalmente dentro del ¨¢mbito de la ense?anza estatal y que el apoyo procede casi exclusivamente de la ense?anza privada y, muy concretamente, del sector confesional cat¨®lico.
Probablemente porque no existe al menos con la fuerza y presencia suficientes, ning¨²n grupo ha defendido el Estatuto de Centros Escolares desde la perspectiva de una ense?anza privada de corte aconfesional, liberal o laico. La verdad es que en el supuesto dif¨ªcilmente imaginable de que el franquismo hubiese respetado las opciones educativas de este signo, muy probablemente esta ley no habr¨ªa merecido tanta discusi¨®n dentro y fuera del Parlamento.
Todo el problema reside en la contemplaci¨®n de la realidad escolar creada a lo largo de la dictadura, caracterizada por la ausencia de esa pluralidad de opciones educativas que el Estatuto de Centros Escolares propone.
Realidad escolar actual
La izquierda parlamentaria es incapaz de sustraerse a esa realidad, sobre la que el partido del Gobierno pasa como sobre ascuas, apelando al sentido de futuro y con la vista puesta en un ideal europeo, del que tan lejos nos encontramos.
Para socialistas y comunistas, la oferta de la ense?anza estatal es mala e insuficiente y la de la ense?anza privada est¨¢ en manos de quien est¨¢ y en unas zonas geogr¨¢ficas y urbanas muy concretas. Desde esta perspectiva, la pluralidad de opciones educativas les parece un sue?o inalcanzable y bastante m¨¢s ut¨®pico que la viabilidad de una escuela internamente pluralista, respetuosa con las convicciones ideol¨®gicas de profesores, padres y alumnos, y en la que los futuros espa?oles podr¨ªan educarse en la mutua tolerancia y en los valores de la libertad y de la democracia.
Entre tanto, y sin necesidad de adentrarse en el espinoso terreno de las especulaciones prof¨¦ticas, parece haber quedado demostrado que, al menos en lo que concierne al ¨¢mbito de la educaci¨®n, el consenso que hizo posible la redacci¨®n de la Constituci¨®n ha resultado absolutamente est¨¦ril.
El acuerdo en torno a la redacci¨®n del art¨ªculo 27, ahora se ve con toda claridad, s¨®lo fue posible merced a la ambig¨¹edad de sus t¨¦rminos. Una ambig¨¹edad que permiti¨® a las dos grandes fuerzas pol¨ªticas en juego abrigar cada una en su fuero interno la secreta esperanza de poder desarrollar en el futuro su peculiar concepci¨®n de la educaci¨®n sin tener que hacer la menor concesi¨®n al contrario.
A nadie puede extra?ar, pues, este verdadero di¨¢logo entre sordos en que se ha convertido la discusi¨®n sobre el proyecto de ley que hoy llega al Pleno del Congreso y donde nadie espera ya el milagro del entendimiento.
Muy por el contrario, son muchos los que temen que, tras un nuevo, infructuoso y m¨¢s o menos largo debate, cuando las cifras del tablero electr¨®nico del Congreso consagren el triunfo de los redactores de este proyecto de ley, estaremos asistiendo al verdadero comienzo de la tan tra¨ªda y llevada guerra escolar.
Los grupos pol¨ªticos comprometidos en el respeto al sistema parlamentario, aunque aceptar¨¢n moment¨¢neamente el resultado que arrojen los votos, ya han anunciado su prop¨®sito de luchar en el futuro para que esta ley sea derogada. El secretario general del PSOE, Felipe Gonz¨¢lez, as¨ª lo anunci¨® en un reciente mitin celebrado por su partido en el Palacio de los Deportes de Madrid.
El hecho de que se trate de una ley org¨¢nica que afecta a un tema de tanta trascendencia, hubiera exigido un mayor esfuerzo por parte de todos, a fin de que, como la Constituci¨®n, hubiese servido para unir y no para separar. No en vano este tipo de leyes requieren la mayor¨ªa absoluta para su aprobaci¨®n.
UCD tiene garantizada esa mayor¨ªa, pese a la ausencia del Grupo parlamentario Vasco, con los votos de Coalici¨®n Democr¨¢tica, la Minor¨ªa Catalana y gran parte del Grupo Mixto. El Grupo Andalucista, que ha estado ausente durante casi todas las sesiones de trabajo en la Comisi¨®n de Educaci¨®n del Congreso, votar¨¢ muy probablemente en contra, junto con los grupos Socialista y Comunista.
Esta circunstancia es la que ha hecho afirmar en varias ocasiones a los portavoces centristas que a esta ley s¨®lo se opone la izquierda marxista; pero parece esta una afirmaci¨®n demasiado radical si se observa toda la oposici¨®n que el Estatuto de Centros Escolares ha venido suscitando fuera del Parlamento.
De cualquier modo, el debate que se inicia esta tarde, seg¨²n las previsiones del propio grupo centrista, se prolongar¨¢, muy probablemente, durante m¨¢s de una semana, puesto que los partidos de la izquierda parlamentaria se proponen mantener pr¨¢cticamente todas y cada una de las numerosas enmiendas que ya defendieron durante las fases de ponencia y de comisi¨®n.
Como ya sucediera en la Comisi¨®n de Educaci¨®n, algunos grupos parlamentarios no han aceptado la discusi¨®n de este proyecto de ley por bloques de temas, como se ha hecho en algunas otras ocasiones, al preferir la discusi¨®n art¨ªculo por art¨ªculo, lo que prolongar¨¢ los debates.
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