La victoria de Andaluc¨ªa
La mayor¨ªa absoluta conseguida por el s¨ª a una autonom¨ªa de los andaluces, por los andaluces y para los andaluces; el rechazo expl¨ªcito y ultrajado a toda carta otorgada, no ha constituido la victoria de la izquierda, sino algo mucho m¨¢s importante: la victoria del pueblo andaluz, que ha votado pueblo.Tan clara mayor¨ªa absoluta a nivel global, mucho mayor a la necesaria si se hubiera repartido por i
gual entre todas las provincias y mucho mayor que la conseguida nunca, ahora o durante la Rep¨²blica, por vascos, catalanes o gallegos, es una realidad de tal volumen y peso que no podr¨¢ ser ignorada. Nos encontramos, pues, efectivamente y en cualquier caso, ante una trascendental victoria pol¨ªtica del pueblo andaluz.
Dif¨ªcil ser¨¢ tener el desparpajo para repetir que los andaluces han preferido el ?camino seguro? de un Estatuto de Autonom¨ªa que decida en Madrid para ellos una mayor¨ªa parlamentaria constituida por unas UCD y CD que han acallado a sus propios andaluces, y por las minor¨ªas nacionalistas vasca y catalana. Ha quedado muy claro que el pueblo que ha dado a Espa?a m¨¢s (y menos olvidados) legisladores, que han protagonizado la elaboraci¨®n de todas las constituciones democr¨¢ticas de Espa?a desde que ¨¦sta conquist¨® por primera vez su libertad entre nuestros muros, se ha negado de plano a la propuesta que le hac¨ªa el Gobierno: renunciar ?prudentemente? a elaborar su propio Estatuto de Autonom¨ªa.
Ha sido in¨²til que el Gobierno, abrum¨¢ndolo con todo el peso de los medios de difusi¨®n del Estado, haya tratado de dividirlo, sin importarle las consecuencias, y enajenarle un sector sin el que no hubiera sido posible la mayor¨ªa obtenida, presentando el verdadero debate entre una autonom¨ªa andaluza y otra de importaci¨®n como el ?asalto al Estado? por una izquierda frentepopulista amenazadora de la paz de sus esp¨ªritus e incluso f¨ªsica. Ha sido in¨²til incluso que alguna fuerza de la izquierda haya colaborado con el Gobierno, y no menos irresponsablemente, en dar esa enga?osa imagen.
El pueblo andaluz no ha ca¨ªdo en la trampa. Ha estado a punto de conseguir, si no lo ha conseguido, con un censo inflado y sin que sus emigrantes hayan podido votar, la mayor¨ªa requerida en todas las provincias, aun las m¨¢s rurales y marginadas, super¨¢ndola muy crecidamente en las m¨¢s pobladas y significativas. Han votado juntos s¨ª electores del PSOE y de UCD, de CD y del PCA.
El pueblo andaluz ha demostrado que no son un t¨®pico los 3.000 a?os de cultura y sufrimientos que lleva a sus espaldas, y que han dado lugar a las normas de convivencia popular m¨¢s evolucionadas, pac¨ªficas y solidarias de Espa?a. As¨ª ha respondido, junto con la dignidad inherente a todo pueblo, con un civismo ejemplar. Ha sorprendido s¨®lo a los que no lo conoc¨ªan y lo menospreciaron.
El escrutinio definitivo dir¨¢ si ha superado o no los duros, in¨¦ditos, requisitos que se le exig¨ªan y acept¨®, y con los que no hubieron de enfrentarse nunca vascos, catalanes o gallegos para acceder a una autonom¨ªa propia y plena. Este pueblo andaluz, pac¨ªfico y civilizado, acatar¨¢ la ley en cualquier caso, pero un Gobierno sensato no podr¨¢ desconocer un hecho de la magnitud de la victoria andaluza del 28 de febrero: la voluntad inequ¨ªvocamente expresada por el pueblo andaluz de construir por s¨ª mismo su propio futuro.
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