Angel V¨¢zquez un escritor fuera de n¨®mina
Es bien sabido que en cada momento de la historia hubo escritores ?en n¨®mina? y escritores ?fuera de n¨®mina?. Dec¨ªa Rafael Cansinos -Assens-, que es a quien le robo de la n¨®mina, que: ?En el desconcierto del conciert6de las letras las nominaciones son, por supuesto, un problema de tiempo. Pero como la-escala de valores del tiempo, aunque algunos opinen lo contrario, es variable, hay que andarse con cuidado a la hora de las valoraciones: existen nominados que luego desaparecen e ignorados que un d¨ªa se descubren en una biblioteca, y entran en n¨®mina.?Y como acaba de morir un novelista fuera de n¨®mina -m¨¢s por propia voluntad que por ceguera de los cr¨ªticos, pues los hubo que fueron fieles a su obra-, quisiera dar un simple toque de atenci¨®n sobre una de las cuatro novelas que publicara. El novelista se llamaba Angel V¨¢zquez, y su novela, La vida perra de Juanita Narboni (1).
Adelanto que fui ¨ªntimo amigo de Angel V¨¢zquez y puedo asegurar -al igual que otros que le conocieron- que tanto su ins¨®lita persona como su ins¨®lita vida fueron tan inseparables como imposible -ahora- de resumir en unas l¨ªneas. Angel V¨¢zquez no necesitaba inventarse originalidad alguna. Le bastaba con la propia. Era la suya una originalidad de origen. Y esta originalidad es la que ilumina el estilo personal¨ªsimo de La vida perra de Juanita Narboni.
De siempre he procurado -cosa dif¨ªcil, lo s¨¦- separar al autor de la obra cuando el autor es o era amigo. En este caso, sin embargo, s¨ª creo poder separar a ambos -aunque, en definitiva, como en toda obra mportante, sean inseparables- para afirmar que, aun ignorando el lugar que esta novela pueda ocupar en nuestro actual panorama literario, creo vislumbrar ante tanto esfuerzo -pocas veces conseguido- por crear un lenguaje propio -lo que un hispa nista norteamericano ha calificado de ?lenguaje de sacacorchos? que Angel V¨¢zquez, sin las preten siones y pedanter¨ªas - de algunos, consigui¨® con La vida perra de Juanita Narboni una novela de novedad pasmosa donde, cosa siempre rara, contenido y forma son inseparables, restituy¨¦ndonos al vivo ese castellano en v¨ªas de desaparecer que, en su d¨ªa, se habl¨® en el norte de Africa -concretamente en T¨¢nger-, donde los giros sefard¨ªes y los giros andaluces se confunden luminosamente. En una luminosidad t¨ªpicamente me diterr¨¢nea. De igual forma que su personaje Juanita Narboni tam bi¨¦n confund¨ªa lumino samente la iron¨ªa con el sarcasmo, lo elegante con lo cursi, lo l¨ªrico con lo cotidia no, lo so?ado con lo vivido. Y todo ello a trav¨¦s de un mon¨®logo en tres tiempos -Juanita piensa, habla, contesta...-, mientras toda una ciudad y sus personajes desfilan ante el lector en una cabalgata de feria que se desmorona tristemente. Una ciudad, T¨¢nger, origen y motivo de no poca literatura ex¨®tica y cosmopolita de baja calidad que, por vez primera, se nos aparece como fue y como dej¨® de ser, sin aspavientos ni asombros, ¨ªntimamente. En la intimidad de una clase med¨ªa de hebreos, espa?oles, italianos... que all¨ª fueron, all¨ª vivian, all¨ª se conocieron, a la busca de una vida mejor, y un d¨ªa descubrieron que esa tierra que cre¨ªan ?tierra de nadie? ten¨ªa su due?o. Y del due?o de esa tierra se encargar¨ªa de darnos su testimonio -todo hay que decirlo- otro novelista espa?ol: Juan Goytisolo.
De las otras tres novelas de Angel V¨¢zquez no hablo, a pesar de sus m¨¦ritos, porque sinceramente creo que ¨¦sta, la que aqu¨ª comento, que fue la ¨²ltima publicada -deja otra incabada que iba a titularse El viaje de Jon¨¢s-, las eclipsa en calidad. En las anteriores se dejaba sentir su pasi¨®n por cierta literatura inglesa vinculada al mundo de Bloomsbury. Superada esta pasi¨®n se, encontr¨® a s¨ª mismo y escribi¨® su obra.
De las notas que sobre Angel V¨¢zquez aparecieron en la prensa con motivo de su repentina muerte, hubo una, en concreto, que nos de volvi¨® toda esa amargura -conocida por repetida- con que ciertos medios, desgraciadamente muy espa?oles, entierran a sus muertos borr¨¢ndolos.
Angel V¨¢zquez vivi¨®, insisto, por propia voluntad, de espaldas a nuestro ?mundillo literario?. Concretaniente al de Madrid, donde resid¨ªa. Eduardo Haro Ibars -el ¨²nico que, por el momento, ha escrito sobre Angel V¨¢zquez y su obra sabiendo de qui¨¦n escrib¨ªa- me aseguraba que le resultaba dif¨ªcil encontrar otro novelista espa?ol y actual, tan marginado de sus contempor¨¢neos. Es cierto. Pero tampoco debemos de olvidar que, a pesar de ello, el ¨²nico premio realmente serio de este pa¨ªs -el Premio de la Cr¨ªtica- seleccion¨® La vida perra de Juanita Narboni el a?o en q¨¹e, muy justamente, lo obttivo Rosa Chacel por su Barrio de Maravillas. El poeta surrealista y erudito en arte, el norteamericano Edouard Roditi, escribi¨® en World Literature Today: ?A esta novela, estoy convencido, le llegar¨¢ su hora.? Esperemos que asi sea. M¨¢xime ahora en que -hay que reconocerlo- los hispanistas ingleses y norteamericanos nos est¨¢n ayudando a ordenar nuestro natural desorden.
(1) Angel V¨¢zquez (Antonio Angel V¨¢zquez Molina). (T¨¢nger, 2 de junio de 1929-Madrid, 26 de febrero de 1980). Obras. 1958: El cuarto de los ni?os. 1962: Se enciende y se apaga una luz, Premio Planeta. 1964: Fiesta para una mujer sola. Y en 1976: La vida perra de Juanita Narboni. Todas publicadas por la editorial Planeta.
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