?Ganancia de pescadores?
AYER comenzaron en Rabat las negociaciones para la pr¨®rroga del actual acuerdo pesquero Espa?a-Marruecos, que expira el 31 de marzo. Llama la atenci¨®n el hecho de que, por primera vez, se inician tales conversaciones sin que existan pesqueros rehenes o pescadores espa?oles en manos de Marruecos ni graves tensiones extrapesqueras de pol¨ªtica exterior. Sin rehenes, el di¨¢logo es m¨¢s f¨¢cil.Sin embargo, en el problema global de la pesca resaltan fundamentalmente los aspectos no pesqueros implicados en el ya viejo conflicto del paso de las doce a las doscientas millas de aguas territoriales. Argelia, Sahara occidental, Mauritania, Comunidad Econ¨®mica Europea, etc¨¦tera, son temas de fondo que determinan habitualmente la fecha de los apresamientos de pesqueros espa?oles por parte de Marruecos.
El permanente conflicto pesquero se ha ido convirtiendo as¨ª en una guerra abierta, y es un problema diplom¨¢tico de primera fila.
Dif¨ªcilmente puede haber soluci¨®n diplom¨¢tica solvente entre dos Estados en medio de la arbitrariedad que preside las particulares relaciones de nuestros armadores con las autoridades marroqu¨ªes. La actitud permisiva de Rabat con algunos de nuestros armadores que pescan en aguas oficialmente prohibidas, o sin licencia, es un elemento a tener en cuenta a la hora de negociar. El juego limpio es la ¨²nica garant¨ªa que ambos Estados tienen para defender los intereses generales de sus respectivas comunidades por encima de los intereses particulares de un sector o grupo de presi¨®n. En aguas revueltas no hay forma de saber el precio que cada espa?ol paga por cada pescado. Las irregularidades, apresamientos, ametrallamientos, multas o requisas de artes son repercutidas espectacular y autom¨¢ticamente como un impuesto m¨¢s sobre los espa?oles consumidores de unas capturas cada vez mayores. El espa?ol tiene de la pesca una imagen catastrofista, de hecatombe econ¨®mica. Sin embargo, el an¨¢lisis fr¨ªo de las cifras muestra que, pese a todos los problemas -el principal de los cuales es que las aguas tradicionalmente libres ya no lo son, y los pa¨ªses ribere?os piden, por tanto, contrapartidas por las capturas-, los precios del pescado no han cesado de aumentar y el tonelaje que traen a puerto los barcos espa?oles tampoco ha dejado de aumentar. Suben, pues, los precios, y suben tambi¨¦n las capturas. Buen negocio, en tiempos de crisis, que contrasta con la imagen tormentosa que nos ofrece el lobby de los grandes armadores pesqueros, convertido en un verdadero coto cerrado de enorme influencia.
Los armadores principales negocian directamente con Marruecos, que acostumbra a hacer la vista gorda hasta que pol¨ªticamente necesita el apresamiento de algunos barcos para chantajear las relaciones hispano-argelinas. Los peque?os armadores quedan dentro de la legalidad del acuerdo hispano-marroqu¨ª y, por tanto, fuera de juego.
En estos momentos de negociaci¨®n sin tensiones conviene hacer una reflexi¨®n serena sobre la conducta, algunas veces irregular, de algunos de nuestros pescadores. Lo que es bueno para los grandes armadores no tiene que ser siempre obligatoriamente bueno para Espa?a. Si las reglas de juego quedan claras en el pr¨®ximo acuerdo se reducir¨¢n a corto plazo algunas ganancias pesqueras, pero se sentar¨¢n las bases de unas relaciones leg¨ªtimas de respeto mutuo y sin posibilidad de chantaje pol¨ªtico. Y la contrapartida de los pa¨ªses ribere?os del Atl¨¢ntico, especialmente los africanos, no puede ser una vergonzante cl¨¢usula secreta sobre el paso preferente de las naranjas u otros productos por tierra hispana camino de la CEE. Ser¨ªa desnudar a un santo para vestir a otro. La contrapartida m¨¢s com¨²n y leg¨ªtima de estos pa¨ªses sin tradici¨®n pesquera es la de ?ens¨¦?eme usted a pescar?. De esta forma, Espa?a construye pesqueros para Senegal e instruye a los pescadores de estos pa¨ªses, lo que, a la larga, redundar¨¢ en perjuicio de los intereses pesqueros espa?oles. Pero ya que la pesca va por ese camino irreversible de las doscientas millas, no hay m¨¢s remedio que iniciar la colaboraci¨®n con los paises aprendices mediante empresas mixtas, por una parte, y la reconversi¨®n urgente de nuestra flota hacia grandes barcos e infraestructura adecuada para el Atl¨¢ntico y el Indico, en sus doscientas millas territoriales, que son las de gran porvenir.
Espa?a, por su situaci¨®n y tradici¨®n, es una potencia pesquera mundial, que puede dejar de serlo si nuestros pescadores no hacen juego limpio y dejan de confundir a la opini¨®n p¨²blica mediante el juego de buenos y malos. Conviene reflexionar sobre el hecho poco conocido de que nuestras capturas en aguas comunitarias, por ejemplo, crecen incesantemente, mientras que las capturas de los pa¨ªses comunitarios descienden voluntariamente en sus propias aguas.
Marruecos, en temas pesqueros o en cualesquiera otros, es diplom¨¢ticamente un interlocutor retorcido, un punto taimado y siempre lleno de argucias. Y en la negociaci¨®n hispano-marroqu¨ª sobre asuntos de pesca no conduce a nada esgrimir banderas ultranacionalistas. Primero hay que empezar a clarificar ante la opini¨®n p¨²blica la cuenta de resultados de algunos armadores que faenan en aquellas aguas y sacar a la luz las componendas heredadas del r¨¦gimen anterior entre grupos de presi¨®n de Madrid y de Rabat. S¨®lo entonces algunas provocaciones marroqu¨ªes -sobre nuestros pesqueros y hasta sobre unidades de nuestra Armada- podr¨¢n encontrar una respuesta adecuada.
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