Understatement
Teatro de sobremesa. En torno al oporto, una charla tenue con un tema, Lord Byron. Un tema, un personaje, que fueron esc¨¢ndalo, y br¨ªo, y romanticismo, tratados en esa clave coloquial del understatement ingl¨¦s: se puede decir todo, incluso alguna enormidad, pero con un estilo restringido, reducido, siempre distante, m¨¢s bien impersonal, matizado por el humor. Puede producir alguna sorpresa entre el espectador espa?ol. Aqu¨ª el teatro es casi siempre violento, en lo c¨®mico como en lo tr¨¢gico: enf¨¢tico, moral, restallante.Este cuarteto ingl¨¦s que nos habla de Lord Byron -entre ellos, el propio Lord Byron- nos parece un teatro menor. Lo es, deliberadamente. Hasta la m¨²sica, las cancioncillas que de cuando en cuando entonan los actores -que no son cantantes- reanudan la tradici¨®n del music-hall, de -por ejemplo- las canciones de Noel Coward. Todo agradable, todo amable. Sin embargo, pasan por el escenario las pasiones, la vida y la muerte, la ilusi¨®n, la fuerza de una ¨¦poca.
The lunatic, the lover and the poet,
de Jane McCulloh.Actores: Timothy Dalton, Charles Kay, Trevor Mart¨ªn, Adrienne Posta. M¨²sicos, Donald Fraser, Robin Davis, Alan Lawrence. M¨²sica de Donald Fraser. Direcci¨®n: Tony Robertson. Todos ellos de la compa?¨ªa del Ol Vic, de Londres. Bellas Artes, 26-III-1980.
El montaje es ¨¦ste: los cuatro actores reconstruyen la vida de Lord Byron, de su nacimiento a su muerte. Se recitan poemas, se leen cartas, documentos. Testimonios. Las cartas desde el colegio -Harrow, luego Cambridge-, los primeros versos y las opiniones que despiertan; las relaciones con su enloquecida madre, el peregrinaje, los amores; la famosa estancia con Shelley y Mari Godwin, y el doctor Polidori, en Ginebra -de donde saldr¨ªa Frankestein, escrito por Mary Shelley- donde se discut¨ªa de la ciencia y el humanismo. La muerte de Shelley, en Italia; la de Byron, en Grecia.
Solo un papel es permanente, el de Lord Byron; los dem¨¢s son, al mismo tiempo, relatores e interlocutores, asumen distintos personajes que importaron algo, o mucho, en la vida del poeta.
Es un cuarteto admirable. Voces educadas, capaces de todos los matices y de todas las inflexiones. Gestos sobrios, subrayados tenues. Un engranaje perfecto entre todos ellos, y con la breve formaci¨®n musical: piano, trompa y guitarra. El recital, el di¨¢logo, se hace, muchas veces, canci¨®n: canci¨®n, evidentemente, para actores, pero para actores con alguna educaci¨®n musical.
Un espect¨¢culo grato. Quiz¨¢ no muy exportable: es demasiado ingl¨¦s en su ideaci¨®n, y est¨¢ muy apoyado en el texto, en la palabra -apenas es algo m¨¢s que palabra- para que un p¨²blico poco acostumbrado llegue hasta su fondo. As¨ª y todo, el trabajo de los actores sobrepasa las fronteras y se gana las ovaciones.
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