La diputaci¨®n quiere agilizar los tr¨¢mites de adopci¨®n
La legislaci¨®n vigente pone tantas trabas a la adopci¨®n de un ni?o que se da la contradicci¨®n de que 6.000 solicitudes se almacenan desde hace veinte a?os en los archivos de la Diputaci¨®n, en tanto que centenares de ni?os crecen sin familia, acogidos en la Ciudad Escolar Provincial. Ni unos ni otros pueden cumplir su deseo de completar una familia por culpa de unos requisitos legales que rara vez se cumplen en su totalidad. El nuevo gobierno de la Diputaci¨®n quiere dar un nuevo impulso a la soluci¨®n de este tema, de tantas resonancias emotivas, y ha comenzado a analizar todas las solicitudes. Trece ni?os han salido ya de la Ciudad Escolar con unos nuevos padres.
Nieves es una ni?a de apenas cuatro a?os de edad, de madre con graves des¨®rdenes ps¨ªquicos y padre alcoholizado, recogida en un centro de la Diputaci¨®n Provincial. Hasta hace poco, la ni?a ten¨ªa un retraso intelectual tremendo, quiz¨¢ porque las alegr¨ªas de su peque?a vida cotidiana eran muy escasas. Hace unos d¨ªas fue adoptada por un joven matrimonio sin hijos y est¨¢ recuperando la agilidad en el habla y su capacidad de dar y recibir afecto. Nieves ha tenido suerte. Otros miles de ni?os, en Madrid, est¨¢n condenados a pasar toda su adolescencia en centros institucionales, fr¨ªos y masificados, en los que se registran todos los conflictos de personalidad imaginables. Tal vez el centro m¨¢s importante, por el n¨²mero de ni?os recogidos, sea la ciudad escolar de la Diputaci¨®n Provincial. Sus gobernantes actuales, socialistas y comunistas, tratan de suavizar y humanizar la vida en su interior, al tiempo que procuran que estos ni?os sean adoptados por familias mental y econ¨®micamente preparadas para ello.Aunque no existen estad¨ªsticas globales sobre el fen¨®meno, es muy cre¨ªble suponer que una ciudad como Madrid genere un alto n¨²mero de dramas humanos, de impotencias familiares, de despreocupaci¨®n y abandonos e incluso de simples ego¨ªsmos, cuyas v¨ªctimas son ni?os de todas las edades que de repente se encuentran en la calle, sujetos a la caridad p¨²blica. Recogidos por transe¨²ntes o polic¨ªas, su destino com¨²n suele ser la Diputaci¨®n Provincial, responsable de aplicar un concepto tan caduco y con connotaciones tan de sociedad subdesarrollada como es el de la beneficencia.
Seis mil solicitudes desatendidas
Mar¨ªa Visitaci¨®n P¨¦rez de la Paz se encontr¨® al poco tiempo de ser elegida como diputada provincial con la dif¨ªcil papeleta de buscar padres adecuados para los ni?os con posibilidades de adopci¨®n acogidos en la Diputaci¨®n. Hasta entonces, la selecci¨®n de padres era un poco a ojo de buen cubero. Los respensables ced¨ªan los ni?os a matrimonios a los que conoc¨ªan personalmente o a solicitantes con m¨¢s posibilidades econ¨®micas o cuyas recomendaciones fueran escuchadas y tuvieran peso. En la Diputaci¨®n se amontonan m¨¢s de 6.000 solicitudes de adopci¨®n, algunas desde 1960, enviadas por matrimonios de cualquier edad y condici¨®n. Las cartas apenas si se contestaban, ni se realizaban entrevistas personales ni selecci¨®n de ning¨²n tipo. Mientras tanto, cientos de ni?os se quedaban aqu¨ª hasta alcanzar la edad laboral.
En los dos ¨²ltimos meses, y despu¨¦s de una purga exhaustiva de las solicitudes m¨¢s recientes, la Diputaci¨®n ha dado luz verde a los primeros tr¨¢mites de adopci¨®n de trece ni?os, con edades entre los pocos meses y tres a?os. Por las llamadas telef¨®nicas y comunicaciones de sus nuevos padres, la reacci¨®n de los cr¨ªos ha sido en todos los casos de una enorme alegr¨ªa por salir del ambiente de la instituci¨®n e integrarse en el seno de una familia que tiene ahora que aprender a cuidarlos y quererlos.
La selecci¨®n no es f¨¢cil. Mar¨ªa Visitaci¨®n. P¨¦rez lo primero que hizo fue negarse a aplicar procedimientos unipersonales. Se cre¨® una comisi¨®n formada por ella misma, tres asistentes de la Asociaci¨®n de Protecci¨®n a la Adopci¨®n, dos de la propia Diputaci¨®n, un abogado, dos doctores especializados en cuidados infantiles y una psiquiatra. Se estudiaron primero 360 instancias presentadas entre 1975 y 1980, que tras una primera criba quedaron reducidas a sesenta. Trabajo problem¨¢tico, por la alta carga emocional que invariablemente impregna las entrevistas entre solicitantes y responsables. Estos se ven obligados a conocer los motivos reales de los pretendientes a la adopci¨®n, sus caracter¨ªsticas culturales, econ¨®micas, de edad, incluso si trabajan por cuenta ajena o aut¨®nomamente, o si tienen problemas ¨ªntimos.
Hay una serie de normas indispensables (edad, entre 30 y 35 a?os; unas 80.000 pesetas mensuales m¨ªnimas de ingresos, nivel cultural medio como m¨ªnimo), que son en s¨ª tambi¨¦n arbitrarias, puesto que un matrimonio analfabeto, por poner un ejemplo extremo, tambi¨¦n puede perfectamente cuidar a un ni?o en un ambiente familiar gratificante, pero alguna norma hay que aplicar.
Peque?os detalles pueden inclinar la decisi¨®n final por una familia u otra. Los asistentes sociales tienen ya mucha experiencia en calibrar las motivaciones de los solicitantes, as¨ª como si presentan, o parecen presentar, un car¨¢cter formado, maduro, sin tensiones emocionales importantes, sin perjuicios morales demasiado conservadores, no partidarios de los dogmatismos Nueve de esos trece ni?os se han prohijado as¨ª. A mediados de abril tendr¨¢n que volver para una nueva entrevista, en la que la atenci¨®n de los responsables se centrar¨¢ sobre todo en el ni?o, y apreciar¨¢n si ¨¦ste muestra s¨ªntomas claros de encontrarse a gusto.
Este segundo an¨¢lisis ya es mucho m¨¢s f¨¢cil. Ni?os que han pasado los primeros meses o a?os de su vida en habitaciones de hospitales, que se asustan de los espacios abiertos y del ruido del tr¨¢fico madrile?o, atendidos por personal especializado que por mucho que lo intente no puede suplir la funci¨®n de unos padres, se muestran encantados cuando, por fin, los encuentran de verdad, aunque en este caso los de verdad sean por adopci¨®n.
Historia de tres ni?os
Si los padres pasan esta segunda prueba, la adopci¨®n es ya un hecho, aunque falten a¨²n por solventar m¨²ltiples tr¨¢mites burocr¨¢ticos.
En otros casos, el proceso reviste formas muy diferentes, tal vez an¨®malas, pero plenamente justificadas por su fin, que es encontrar un ambiente hogare?o para los ni?os. As¨ª, de los trece en cuesti¨®n, cuatro fueron prohijados sin selecci¨®n, directamente a personas que por diversos motivos ya estaban encari?ados con ellos.
Es el caso de Francisca, una ni?a aquejada de una dolencia grave, que se ha quedado con uno de los m¨¦dicos que la atend¨ªan, o el de Enrique, un beb¨¦ de apenas un a?o que fue abandonado en Vallecas, encontrado por un se?or que a la una de la madrugada sac¨® a pasear a su perro, y que acab¨® en la secci¨®n de puericultura del hospitat infantil. Jes¨²s ser¨¢ ahora hijo de una madre adoptiva soltera, puesto que la enfermera que se ha hecho cargo de ¨¦l no est¨¢ casada ni tiene a¨²n los treinta a?os cumplidos que se piden como requisito. Pero, en este caso, parece que el fin s¨ª justifica las peque?as trampas legales, y Jes¨²s ya est¨¢ esperando que pase el tiempo hasta que ¨¦sta tenga la edad para ser madre y pueda regularizar totalmente su situaci¨®n. Le falta apenas un a?o.IA ley entorpece la adopci¨®n
Estas son historias de ni?os que, como se dijo al principio, han tenido, suerte. Los verdaderos problemas se plantean con aquellos otros que presentan adem¨¢s taras mentales o f¨ªsicas que les convierten en seres menos agraciados, que permiten prever fuertes problemas de educaci¨®n y convivencia familiar, que resultan menos deslumbrantes a los ojos de quienes se han decidido por adoptar un ni?o. La Diputaci¨®n tendr¨¢ que trabajar mucho, seg¨²n declar¨® Mar¨ªa Visitaci¨®n P¨¦rez de la Paz, para inculcar en la mentalidad de la gente que el afecto que debe rodear la vida de un ni?o no depende de sus condicionamientos. Aunque parezca cruel, la adopci¨®n de un ni?o presenta tambi¨¦n similitudes, tal vez l¨®gicas, con la de otro art¨ªculo, y los adquirentes prefieren que est¨¦ en buenas condiciones.
Pero donde se presentan m¨¢s dificultades para conseguir que los ni?os dejen atr¨¢s una infancia solitaria y traum¨¢tica es en los casos de aquellos que han sido abandonados por su familia, pero que conocen a sus padres naturales, o que no han roto totalmente la relaci¨®n con ellos. Seg¨²n la ley vigente, en apreciaci¨®n de la diputada en cuesti¨®n y de muchos profesionales relacionados con la infancia, Espa?a es uno de los pa¨ªses donde la mentalidad del ni?o como propiedad particular de sus padres, al margen de su catadura moral, est¨¢ m¨¢s fuertemente arraigada en la sociedad y en la legislaci¨®n.
Para adoptar un ni?o abandonado por sus padres, conocidos, es necesario, como principio, que pasen seis meses sin que aqu¨¦llos se preocupen por su suerte, y basta que un d¨ªa antes de cumplido el plazo, el padre o la madre llamen por tel¨¦fono, o vayan a visitarle media hora, para que el tiempo transcurrido no cuente y haya que comenzar de nuevo.
Pero si esto ocurre, y por fin el ni?o es adoptado, la ¨²ltima palabra para que la adopci¨®n sea definitiva depende de un juez. Este, sin l¨ªmite temporal (pueden pasar varios a?os), debe localizar a los padres o a alguno de ellos y tener en cuenta su opini¨®n, observar si queda alg¨²n rastro de cari?o o preocupaci¨®n por su hijo. Es lo que se conoce como la llamada de la sangre. Si el juez cree que esta llamada a¨²n no est¨¢ apagada del todo, que tal vez el padre natural quiera alg¨²n d¨ªa llevar de nuevo a su hijo con ¨¦l, deniega la adopci¨®n definitiva y el ni?o tiene que regresar de nuevo a la instituci¨®n, tal vez despu¨¦s de haber pasado a?os con una familia que despu¨¦s de ese tiempo era la suya propia. Para un ni?o, la vuelta a la ciudad escolar, al gueto, significa ya un trauma, el segundo abandono, del que es pr¨¢cticamente imposible recuperarse, aunque cuenten con la ayuda de profesores o cuidadores. En opini¨®n de los consultados, ser¨ªa necesario anular las prerrogativas excesivas que con respecto a los ni?os concede la figura jur¨ªdica de la patria potestad.
Los semiabandonados, como se les llama, pueden pasar sus primeros tres a?os de vida en puericultura, y pasar luego a cursar estudios a la ciudad escolar, hasta los 18. Un caso l¨ªmite lo constituyen las 55 ancianas acogidas en el colegio de la Paz, tambi¨¦n dependiente de la Diputaci¨®n, cuya vida ha transcurrido por entero entre las paredes de dicha instituci¨®n, sin duda porque hace cuarenta o cincuenta a?os las posibilidades de una mujer para afrontar sola la. vida eran muy dif¨ªciles y prefirieron, o las dejaron, quedarse all¨ª. Son mujeres cuya evoluci¨®n mental no ha conseguido superar el nivel de una muchacha de quince a?os.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.