Nadie se lo cree

?Basta con echar una ojeada a las listas de Hacienda para comprobar lo lejos que estamos de la justicia fiscal. Algunas declaraciones mueven a pena; uno se siente tentado a sentar en su frugal mesa a alguno de los pr¨®ceres que tan lastimeramente exponen al pa¨ªs su pobreza de solemnidad.La credibilidad de la reforma fiscal no depende de las declaraciones ministeriales y ni siquiera del Bolet¨ªn Oficial; depende simplemente de la intendencia, de los medios materiales y humanos que se asignen a la noble tarea de estimular a cada vecino para que pague a la sociedad en proporci¨®n a sus ingresos reales.

Tan urgente empresa es inviable con una plantilla de inspectores que ha ido disminuyendo en los ¨²ltimos a?os y con un personal auxiliar y unos medios instrumentales que, si bien han aumentado, siguen bordeando la miseria. Sirva de ejemplo que cada cuatro inspectores deben repartirse una secretaria, lo que obliga a aqu¨¦llos a formalizar a mano sus partes.

Adem¨¢s, el Centro de Proceso de Datos en el que tantas esperanzas se hab¨ªan colocado, no termina de funcionar a pleno rendimiento, aunque ha mejorado notablemente su utilizaci¨®n.

Ha venido a agravar este problema el cese -injustificado, seg¨²n opini¨®n generalizada en el Ministerio- del subdirector general de Inform¨¢tica Fiscal y director del Centro de Proceso de Datos. El relevo del se?or Seigi en el actual proceso de transici¨®n y acoplamiento es, al menos, inoportuno.

7 de abril