"La Espa?a necesaria"
Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, uno de los personajes principales de la transici¨®n hacia la democracia, acaba de publicar su manifiesto pol¨ªtico. Se trata de un libro que se llama La Espa?a necesaria. Es un libro que tiene un gran atractivo y bastante informaci¨®n sobre el ¨²ltimo quinquenio. Las ideas las tiene arraigadas y resultan serias. Hace la invocaci¨®n de la Espa?a moderna y contempor¨¢nea, a trav¨¦s de un largo proceso constituyente, y recoge un l¨®gico pesimismo hist¨®rico. Ocurre que, despu¨¦s, se rearma de esperanza, como les sucede a todos los pol¨ªticos en activo. Estoy seguro que la ¨²nica esperanza que tiene es en su realidad filos¨®fica o ideol¨®gica, en la creencia de lo que dice, pero se le nota que todo eso tiene despu¨¦s una pesada siembra y un dudoso florecimiento en la realidad.
A Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez no lo conozco suficientemente en lo que podr¨ªamos referimos al dinamismo pol¨ªtico y a la intimidad de sus creencias. Pienso que es un personaje abierto, sensible, honesto, pero pol¨ªticamente indeciso y poco valeroso. Es uno de los mejores personajes de la democracia actual y, sin embargo, dif¨ªcilmente armar¨ªa una acci¨®n a favor de esto o contra aquello. No es inseguro de s¨ª mismo, sino dudoso de los dem¨¢s, y esta es una buena doctrina socr¨¢tica, que pol¨ªticamente lleva al des¨¢nimo, al recelo y a la impotencia. Adolfo Su¨¢rez le tiene a su alrededor por necesidad, y no por amor; por temor, y no por confianza. Esto lo sabe muy bien Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez; pero el h¨¢bito de pol¨ªtico exige el oficio y el ritual de la ceremonia y el disimulo. Por su parte, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez sospecho que tiene una idea desfavorable de Adolfo Su¨¢rez, pero est¨¢ seguro de su respaldo de poder; en esto el pol¨ªtico tiene que moverse entre impurezas calculadas. Por otro lado, este suceso ocurre en todos los partidos pol¨ªticos. La identidad ideol¨®gica no exige ni la fe ni la lealtad. Pero el caso es que Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, como intelectual pol¨ªtico de buena traza, anda un poco flotante. Es un socialdem¨®crata moderno y su gran parentesco pol¨ªtico y admirativo era el de Dionisio Ridruejo, aquel falangista que se consider¨® estafado, o decepcionado, ante la estructura autoritaria y conservadora que fundaron los hombres de influencia y de poder de la posguerra civil. El caso ahora es que la socialdemocracia la titulariza y la ha ocupado el socialismo europeo, en una transformaci¨®n inicial que empezar¨ªa despu¨¦s de la primera guerra mundial y que se afianzar¨ªa y se concretar¨ªa despu¨¦s de la segunda. Cuando el socialismo proclama la libertad del individuo, con el mismo rango con que proclama los derechos sociales de los trabajadores, aparece la socialdemocracia. Aqu¨ª estuvimos antiguos en 1931, con el ala revolucionaria socialista, y volvimos a estarlo con el nuevo socialismo joven, y sin conexiones con el pasado, que pilotaba el nuevo socialismo en la transici¨®n hacia la democracia. Pero Felipe Gonz¨¢lez, Enrique M¨²gica, el propio Alfonso Guerra, con sus literarias boutades, Tierno Galv¨¢n, y hasta el ?sector cr¨ªtico?, encabezado por esa cabeza brillante de G¨®mez Llorente, encontraron enseguida el sitio del socialismo en la Espa?a de los a?os ochenta. Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez estaba entre el pensamiento liberal de los conservadores progresistas y reformadores, y el socialismo moderno. Est¨¢ con un pie en cada sitio, que es andar recelado y temido por todos. Ni puede irse al socialismo, porque le falta historia, ?marxismo ut¨®pico? y credenciales, ni est¨¢ seguro en UCD, porque le sobran oportunistas, cr¨ªticos y conservadores.
En su libro hay este sustancioso p¨¢rrafo: ?La gravedad de la situaci¨®n demanda la m¨¢xima visibilidad pol¨ªtica. La m¨¢xima conexi¨®n entre la pol¨ªtica y la realidad. Ya no cabe la f¨®rmula mixtificadora de hablar de una pol¨ªtica que no se hace, y hacer una pol¨ªtica de la que no se habla. Ya no es posible el juego o la prestidigitaci¨®n. Ante una crisis global solo cabe una respuesta global.? La radiograf¨ªa de UCD es asombrosa en este p¨¢rrafo. Pero se extiende tambi¨¦n a todo el espectro pol¨ªtico de la naci¨®n. Ciertamente se est¨¢ hablando permanentemente de una pol¨ªtica que no se hace, mientras que lo que se hace es una pol¨ªtica de la que no se habla. Desde mi condici¨®n profesional de observador, a m¨ª no me interesan m¨¢s que dos sucesos ?de esa pol¨ªtica de la que no se habla?, que es el aislamiento activo del presidente del Gobierno en el palacio de la Moncloa y la relaci¨®n frecuente del presidente del Gobierno con el Rey. Todo los dem¨¢s me parece pol¨ªticamente una gigantesca feria. Los ministros est¨¢n al aire que pueden para afrontar, con distinta fortuna, los asuntos habituales en sus departamentos. A estos efectos procede hacer una distinci¨®n elogiosa del ministro de Trabajo, que, sin ninguna fatuidad administrativa, ha afrontado un di¨¢logo muy dif¨ªcil con las centrales obreras, ha sacado adelante el Estatuto de los trabajadores, tiene ultimado el desarrollo constitucional en materia de huelga, est¨¢ siendo parsimoniosamente responsable respecto al patrimonio sindical y est¨¢ soportando sobre sus espaldas de profesor, con tesoros de paciencia, el suceso no propio del desempleo. Pero la pol¨ªtica orientadora y de identidad del pa¨ªs -que es a la que me refiero-, y que es la pol¨ªtica exterior, la pol¨ªtica econ¨®mica y la fabricaci¨®n del nuevo Estado, es esa pol¨ªtica de la que no se habla y que est¨¢ produciendo una seria descapitalizaci¨®n del sistema pol¨ªtico, eso que obliga a decir a Francisco Fem¨¢ndez Ord¨®?ez en el pr¨®logo de su libro: ?Que ha aparecido otra vez el pesimismo nacional.?
El otro d¨ªa o¨ªa decir a uno de los hombres m¨¢s h¨¢biles de UCD, que es el portavoz en el Congreso, Gim¨¦nez Blanco, su decepci¨®n o su sorpresa por no haberse conseguido, o intentado hacer, el consenso de todo el t¨ªtulo octavo de la Constituci¨®n, que se refiere a las autonom¨ªas. Ahora se denuncia, por ejemplo, que el consenso de los pactos de la Moncloa no salieron adelante, y era un consenso secundario e imposible. Entonces hubo un pol¨ªtico receloso de aquellos pactos, que fue Nicol¨¢s Redondo, y un esc¨¦ptico, que fui yo. Parece que el tiempo nos dio la raz¨®n. Pero si efectivamente las fuerzas pol¨ªticas de la nueva democracia ten¨ªan que haberse puesto de acuerdo con algo, no era en otra cosa que en los aspectos capitales de la creaci¨®n del Estado nuevo. No pensaron en esto, y ah¨ª tienen los acontecimientos.
Por todas estas cosas, y con un rico anecdotario que est¨¢ alrededor de todo esto, el libro de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ser¨¢ solamente un texto de inter¨¦s, un libro relevante, pero nada m¨¢s; la pol¨ªtica en nuestro pa¨ªs ha surgido muy d¨¦bilmente de las creencias y de las ideolog¨ªas, y esto, a lo sumo, ha creado revoluciones, o guerras, o rupturas. Despu¨¦s, la pol¨ªtica es una disposici¨®n casi morbosa para instalarse o para conservar el poder. Las selecciones de los pol¨ªticos no suelen hacerse por aquellas cosas en las que creen, sino por ciertas aptitudes para adaptar las creencias a las realidades de los personajes o de los acontecimientos. La pol¨ªtica es ya m¨¢s una oportunidad que una filosof¨ªa, y si Mirabeau dice que la historia no era otra cosa que el relato de sus leyendas, no hac¨ªa otra cosa que desvelar el comportamiento de muchos de sus personajes.
El ex ministro Enrique S¨¢nchez de Le¨®n, a quien le han preguntado estos d¨ªas si exist¨ªa autocr¨ªtica dentro de UCD, ha manifestado que ?todo el mundo sabe que UCD es demasiado joven para que eso sea posible; hemos llegado arriba?, dice, ?demasiado pronto?. En eso la Iglesia es m¨¢s sabia. Los ni?os no hacen otra cosa que cantar en el coro, y el oficio de la misa est¨¢ reservado a los sacerdotes ?ordenados?. Todav¨ªa dice algo peor el ex ministro de Sanidad; se refiere a una estructura de intereses ?en el que el sitio de cada cual est¨¢ en funci¨®n del jefe o de los cercanos al jefe?.
Por eso, cuando aparece un libro de inter¨¦s pol¨ªtico, hist¨®rico e intelectual, como La Espa?a necesaria, procede relacionar todo lo que se dice en sus p¨¢ginas con lo que acontece en la vida diaria, y resulta que son materias diferentes. El propio personaje diferente es Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, un hombre desenganchado positivamente, y honestamente, en el antiguo r¨¦gimen, porque no lo sent¨ªa, y ahora resulta enganchado en un partido donde le sostiene solamente la pol¨ªtica en sus aspectos menos serios, que a veces resulta como una inercia insalvable.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.