El concierto de Police

Y mientras en la calle se produc¨ªa el tumulto, en el interior del Pabell¨®n del Juventud de Badalona tenia lugar uno de los grandes conciertos de la temporada. En primer lugar, actuaba Coz, grupo veterano y madrile?o de rock duro (que volver¨¢), quienes, con su aspecto proletario y un sonido fuerte, aunque no muy balanceado, tuvieron, entre otras, la virtud de no alargarse en demas¨ªa, logrando una buena respuesta por parte del p¨²blico y dejando un buen sabor de boca para poder apreciar lo que ven¨ªa a continuaci¨®n.La enorme ventaja de Police (el grupo estrella) es que desde su aparici¨®n sobre una tarima ya tienen ganado al p¨²blico. El bater¨ªa, Stewart Copeland, y el bajo-cantante, Sting, son, m¨¢s que guapos, bell¨ªsimos. El primero mantuvo durante todo el concierto una expresi¨®n de sufrimiento m¨ªstico, parecida a la que vemos en muchos martirios de san Sebasti¨¢n, mientras el otro parec¨ªa ir a dejarnos en cualquier momento para, acerc¨¢ndose por cualquier galaxia, mostrar c¨®mo Flash Gordon es s¨®lo un h¨¦roe de chicle blando a su lado. Andy Summer, el guitarra, daba el contrapunto cotidiano a la irrealidad de sus compa?eros: currante de la m¨²sica, concentrado en ese instrumento y s¨®lo parecido a los otros en lo rubio de su testa.

La imagen era tremenda, las luces pocas, pero efectivas, y adem¨¢s, la m¨²sica.

Ya es anormal que un grupo con s¨®lo dos elep¨¦s, no s¨®lo se haya colocado como los grandes triunfadores del pasado a?o, sino que puedan hacer desde ese principio un ¨¢lbum de grandes ¨¦xitos, para el que encima sobrar¨ªan canciones. Porque eso fue el concierto, un repaso por sus mejores canciones, con el a?adido de varias nuevas, que previsiblemente formar¨¢n parte de su pr¨®ximo elep¨¦. Lo cierto es que en Badalona se mostraron las razones de la irresistible ascensi¨®n de esta gente. Canciones mejor que buenas, que combinan los rocks m¨¢s directos con el reggae; un cantante que se puede quedar colgado de su propia voz en cualquier momento, unos instrumentistas mejor que buenos y con un sentido del humor y una comprensi¨®n de las ansias de participaci¨®n de la gente que, depuro inhabitual, resultaban enternecedoras. Para que no hubiera equ¨ªvocos, Police toc¨® sus canciones casi como en los discos, reserv¨¢ndose p¨¢rrafos de improvisaci¨®n (siempre cortos) cuando el tema lo hac¨ªa posible (por ejemplo, en Walking on the Moon, Roxanne o Regatta de Blanc), incitando a los coros o a las palmas de la concurrencia, etc¨¦tera. El sonido fue lo peor, pero es que tambi¨¦n va estando claro que en los grandes pabellones no se pueden pedir goyer¨ªas.

Este ha sido uno de los grandes conciertos de la temporada, uno de esos espect¨¢culos que dejan a la gente agotada pero feliz. La ¨²nica pega es que los mesetarios, valencianos, vascos y aragoneses (que aportan el mayor contingente de romeros del rock hasta la ermita badalonesa) comienzan a estar hartos de viajes. En Francia, Police da un buen n¨²mero de conciertos; en Hong Kong act¨²an frente a trescientas personas... Es una l¨¢stima que nuestro ¨²nico organizador, Gay Mercader, se conforme con las migajas de la programaci¨®n internacional, en vez de luchar por una mayor actividad en nuestra tierra. Es m¨¢s c¨®modo lo otro, pero, eso s¨ª, se hace a costa de la incomodidad de muchas personas, que encima tienen que dar las gracias.