Democracia y delincuencia
Cuesta trabajo creer hasta qu¨¦ punto hemos llegado en el deterioro de la seguridad ciudadana. Hasta qu¨¦ punto la permisividad y la falta de autoridad est¨¢n haciendo imposible la convivencia. Qu¨¦ lejos quedan esas id¨ªlicas escenas llenas de alegr¨ªa, paz y confianza que los carteles de. propaganda de los partidos pol¨ªticos nos ofrec¨ªan durante las campanas electorales. ?Realmente era esta la convivencia democr¨¢tica que nos promet¨ªan? La triste realidad es una sociedad de puertas blindadas, antirrobos, atemorizada por atracos y navajazos, que hace que no s¨®lo no nos atrevamos a salir ya de noche, sino tampoco de d¨ªa. Que sintamos temor e inseguridad hasta en nuestros propios hogares y que han convertido a la nuestra en una sociedad temerosa e insolidaria, con un solo tema de conversaci¨®n. Y a la delincuencia, sin ning¨²n tipo de freno, encada vez m¨¢s osada y sanguinaria.
Es falso que esta situaci¨®n se deba al paro existente. La propia naturaleza de los delitos m¨¢s reiterados hace evidente que ni se roba por comer, ni quienes lo hacen hayan trabajado nunca ni pi¨¦nsen hacerlo en un futuro. Al menos mientras todo sea tan f¨¢cil y protegido.
Evidentemente, cuando mayontariamente votamos,la ley pala la Reforma Pol¨ªtica, no pod¨ªaimos imaginarnos esto. Parece como si la democracia la hubiesen tra¨ªdo los delincuentes o algo se les debiese, pues de lo contrario no se comprende el trato de favor que gozan con respecto al resto de los ciudadanos. Tampoco tiene nada que ver con la democracia ni con el nivel europeo. Sin embargo, s¨ª tiene mucho que ver con el creciente descontento y el gran descenso en la credibilidad de los partidos pol¨ªticos m¨¢s importantes, ¨²nicos responsables, que con su desdichada gesti¨®n han quitado el m¨¢s sagrado derecho del ciudadano: el de vivir en paz y confiadamente. As¨ª la democracia no se consolida y tampoco es posible ni mucho menos deseable./
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