Estatuto de empresa y c¨¢mara econ¨®mica y social
La preocupaci¨®n por buscar la soluci¨®n a los problemas econ¨®micos, partiendo exclusivamente de los planteamientos de la macroeconom¨ªa o de la realizaci¨®n de los equilibrios globales de oferta y demanda, ha eclipsado los planteamientos que parten de la visi¨®n empresarial. De alg¨²n modo se presupone que si se alcanzan los grandes equilibrios, las empresas podr¨¢n realizar los suyos en el desarrollo arm¨®nico de la econom¨ªa de mercado. Pero no es as¨ª.Es preciso ir hacia una pol¨ªtica econ¨®mica global que incluya una pol¨ªtica empresarial. Para que pueda existir una planificaci¨®n eficaz, primero hay que llegar a una definici¨®n de la empresa, de su funci¨®n, responsabilidades y un estatuto de la misma.
El funcionamiento de un sistema econ¨®mico se puede comparar con el tr¨¢fico urbano. Si se organiza mal aquel tr¨¢fico, aunque funcione perfectamente cada veh¨ªculo, habr¨¢ atascos, p¨¦rdida de energ¨ªa, de tiempo, de dinero. Se incrementa, por una mala organizaci¨®n. global, el coste del sistema.
Pero tambi¨¦n es verdad que, aunque se organice perfectamente el tr¨¢fico, si hay muchos veh¨ªculos en mal estado de mantenimiento se producir¨¢n atascos y mal funcionamiento del tr¨¢fico por accidente o aver¨ªas. Se volver¨¢ a producir p¨¦rdida de energ¨ªa, de tiempo, de eficacia econ¨®mica.
En el planteamiento econ¨®mico pasa igual. Necesitamos organizar nuestros circuitos econ¨®micos y planificar nuestro desarrollo, pero, adem¨¢s, asegurar el buen estado de. nuestros veh¨ªculos econ¨®micos: las empresas.
En Espa?a, gran parte del problema econ¨®mico proviene, precisamente, de que junto a empresas pr¨®speras coexisten empresas en situaci¨®n deplorable. Muchas de ¨¦stas son los veh¨ªculos averiados de nuestra econom¨ªa y la cifra anual de quiebras lo demuestra.
La econom¨ªa espa?ola est¨¢ en crisis en gran parte por creencia de que son suficientes unos equilibrios globales. Esta perspectiva lleva a desatender otra cuesti¨®n fundamental, la de la vida empresarial y sus equilibrios b¨¢sicos.
Este problema afecta a todos los pa¨ªses desarrollados, sean de r¨¦gimen capitalista o comunista, porque todos han partido de la idea exacta pero insuficiente, de que la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno es, esencialmente, lograr la armon¨ªa en el desarrollo general. Han partido de la premisa de que el desarrollo empresarial, sea merced a un sistema de planificaci¨®n central o a una metodolog¨ªa que emplea el mercado como instrumento de orientaci¨®n, se realiza autom¨¢ticamente como consecuencia de lo anterior. Y no es as¨ª, porque para llegar a un planteamiento macroecon¨®mico coherente, es preciso incluir una pol¨ªtica empresarial que garantice el buen funcionamiento de los instrumentos econ¨®micos de base.
Hacia el estatuto de la empresa
Necesitamos, al igual que en el tr¨¢fico automovil¨ªstico, una norma que garantice el buen funcionamiento de nuestro parque empresarial, de nuestros veh¨ªculos econ¨®micos. Para ir al grano, ha llegado el momento de buscar una pol¨ªtica econ¨®mica que considere la empresa en s¨ª misma como c¨¦lula econ¨®mica de base y dotarla de un estatuto.
Necesitamos, hoy, definir objetivamente el equilibrio en los gastos de la empresa entre los cuatro factores que garantizan su buen funcionamiento. El trabajo o salario, es decir, el factor humano, que es, o al menos deber¨ªa serio, el motor, la meta " de la vida econ¨®mica. La Seguridad Social, que es, como su nombre indica, el seguro de los usuarios del sistema. La amortizaci¨®n o renovaci¨®n del capital fijo inmovilizado, que es el mantenimiento en buen estado del aparato, productivo del veh¨ªculo econ¨®mico. El beneficio del capital de riesgo, que es la garant¨ªa de la promoci¨®n de innovaciones, del dinamismo del sistema.
Si no existen equilibrios en el empleo de estos cuatro factores principales de la producci¨®n, el veh¨ªculo econ¨®mico, en particular, el sistema en general, dejar¨¢ de funcionar satisfactoriamente.
Mientras que el trabajador, reducido a ser una especie de funcionario asalariado, no sepa cu¨¢l es la parte que le toca del fruto de la labor empresarial, su descontento estar¨¢ eternamente justificado.
Mientras que el capital fijo? inmovilizado no se considere como instrumento productivo que necesita un ritmo regular de renovaci¨®n y que presupone un gasto de capital anual relativamente elevado, ser¨¢ imposible para la empresa garantizar el mantenimiento necesario a su buen funcionamiento. Ser¨¢ imposible evitar, en muchos casos, la descapitalizaci¨®n de la misma, que representa, al fin y al cabo, pan para hoy. y hambre para ma?ana.
Mientras los impuestos y, sobre todo, la Seguridad Social se recauden sin relaci¨®n a la situaci¨®n real de prosperidad de cada empresa, representar¨¢n jara las m¨¢s pr¨®speras un gasto m¨¢s bien llevadero, y para otras, en dificultad, un peso insoportable.
Mientras que el capital de riesgo no tenga alguna forma clara de derecho y de obligaciones, que le permitan realmente arriesgarse a la p¨¦rdida o a la obtenci¨®n de beneficios, no habr¨¢ inversiones renovadoras y dinamismo econ¨®mico en la sociedad.
Donde la econom¨ªa se hace pol¨ªtica
Todo lo anterior es consecuencia del convencimiento de que la econom¨ªa de una sociedad moderna, sea de interpretaci¨®n socialista o capitalista, necesita de un estatuto de la empresa que permita dotar a los factores de la producci¨®n de una financiaci¨®n justa, comprensible y econ¨®micamente fundada. Es decir, objetiva. De esta forma, los planteamientos globales, los equilibrios macro-econ¨®micos, responder¨¢n a unos equilibrios reales a niveles empresariales y humanos, es decir, a niveles pol¨ªticos. Porque de lo que se trata es de conseguir el necesario equilibrio pol¨ªtico. Mientras los grupo sociales enfrentados, luchando por el reparto de la escasez, no tengan una norma clara y objetiva que defina cite reparto, ser¨¢ imposible evitar una situaci¨®n de conflicto permanente y de crisis econ¨®mica sin soluci¨®n comprensible.
?Qu¨¦ defiende el empresario?: Realizar unos beneficios brutos que le garanticen un ritmo de re novaci¨®n suficiente de su aparato productivo y, si es posible, de innovaci¨®n para asegurar el crecimiento. Este beneficio bruto se alcanza, evidentemente, a costa de los otros tres factores, impuestos o Seguridad Social, beneficios netos y salarios. ?Qu¨¦ defiende el accionista?: Los beneficios repartibles o netos. ?Qu¨¦ defiende el Estado?: Sus impuestos y la recaudaci¨®n de la Seguridad Social. ?Qu¨¦ defiende el trabajador?: Aunque el factor trabajo conlleva muchos otros aspectos humanos, en el conflicto de intereses materiales es el salario lo que aparece como objetivo m¨¢s visible.
A fin de cuentas, cada uno de estos grupos o fuerzas sociales defiende unos intereses contradictorios con los dem¨¢s. Todos estos intereses conflictivos que intentan repartirse un bien escaso, el producto de la empresa, no pueden seguir, como hasta hoy, enfrentados sin base objetiva. Enfrentados y teniendo como ¨²nica plataforma de di¨¢logo la posici¨®n relativa de fuerza.
Construir y organizar una econom¨ªa moderna. impone desarrollar una teor¨ªa de la empresa y de una teor¨ªa de la democracia econ¨®mica que institucionalice el di¨¢logo patronal-sindical. Solucionar la crisis, en definitiva, presupone la realizaci¨®n de una pol¨ªtica que promocione los instrumentos pol¨ªticos empresariales o de soluci¨®n de los problemas concretos y aquellos otros instrumentos pol¨ªticos, tambi¨¦n de di¨¢logo, para solucionar los problemas macroecon¨®micos. Presupone definir la funci¨®n de los ¨®rganos econ¨®micos, dentro de un sistema que pretende ser una econom¨ªa descentralizada y que se define a s¨ª mismo como ?de mercado?.
El equilibrio entre lo general y lo particular, entre los planteamientos macro-econ¨®micos y los de econom¨ªa de empresa, no se puede encontrar mientras no afrontemos los dos problemas de fondo: la institucionalizaci¨®n del di¨¢logo patronal-sindical en una c¨¢mara econ¨®mica y social y la definici¨®n de la empresa y su concreci¨®n en un estatuto.
La otra opci¨®n es la de una econom¨ªa burocratizada y administrada desde el Estado. Es curioso observarla contradicci¨®n. Mientras los sistemas comunistas intentan, desesperadamente, sacudirse los defectos de aquel sistema burocr¨¢tico, los pa¨ªses de econom¨ªa de mercado, al contrario, buscan cada vez m¨¢s -la soluci¨®n a su problema econ¨®mico en un mecanismo burocr¨¢tico en vez de buscarlo -por v¨ªas, institucionales de di¨¢logo dentro del marco de los estatutos y c¨¢maras antes mencionadas.
Un socialismo moderno no puede dejar de considerar la problem¨¢tica empresarial como punto de partida de la prosperidad material y de la democracia econ¨®mica. No puede dejar de considerar el di¨¢logo patronal-sindical en una c¨¢mara econ¨®mica y social, como instrumento de superaci¨®n democr¨¢tica de los antagonismos sociales. No tiene por qu¨¦ aceptar la filosof¨ªa capitalista para transformar una t¨¦cnica de mercado en un instrumento social y humanamente v¨¢lido. para la construcci¨®n de una sociedad nueva, m¨¢s justa, libre y pr¨®spera.
En nuestra naciente democracia, en plena crisis econ¨®mica y de transformaci¨®n pol¨ªtica, precisamente porque la econom¨ªa es pol¨ªtica, se pueden abrir v¨ªas nuevas que solucionen los problemas de hoy, abriendo perspectivas de ma?ana.
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