Debate sobre la identidad de la literatura latinoamericana en las Jornadas de Barcelona
Los escritores latinoamericanos no creen en la literatura latinoamericana, al menos los componentes de la mesa redonda celebrada el pasado jueves en el seno de las primeras jornadas literarias, que organiza la Editorial Bruguera.Coordinados por el escritor chileno Mauricio Wacquez, se sentaron ante un sal¨®n atestado de gente, Juan Carlos Onetti, Guido Castillo, Osvaldo Soriano y J. J. de Armas Marcelo. Y no estaba, aunque los magisterios pesan y se notaba, Jorge Luis Borges, que durante los sucesivos ataques a su persona y chistes a su costa -con la sensata excepci¨®n del se?or Armas y algunos matices de Castillo y Wacquez- iba not¨¢ndose c¨®mo la figura del escritor verdadero, como el padre freudiano al que hay que asesinar, y como esa cumbre literaria dif¨ªcil de alcanzar.
El debate fue calificado un¨¢nimemente de flojo. Hubo un poco de todo, ante la desesperaci¨®n de algunos jovenc¨ªsimos que trataban, in¨²tilmente, de que ?se hablara de literatura?. Juan Carlos Onetti, m¨¢s hablador que de costumbre, introdujo sorprendentemente el tema de la vocaci¨®n antidictatorial y anticapistalista de la gran novela latinoamericana, cuando se discut¨ªa la posible identidad y la existencia de una literatura del continente. Respecto a este tema, Onetti afirm¨® que no existe la literatura latinoamericana, y ¨¦ste fue el punto en que parec¨ªan estar de acuerdo todos; varias literaturas, diferenciadas por el paisaje o por la ideolog¨ªa, parec¨ªan ser el punto com¨²n. El ¨²nico espa?ol de la mesa, J. J. de Armas, fue el primero y el ¨²nico que se refiri¨® al primer hecho diferencial de la literatura, que es la lengua, y a las peculiaridades culturales.
Osvaldo Soriano, por su parte, dijo que de literatura pura ya hablar¨ªa Borges, y que era mejor aprovechar el momento para denunciar la conducta de las dictaduras del Cono Sur y la desaparici¨®n y muerte de muchos escritores. Refiri¨¦ndose a sus pa¨ªses, dijo que ?hoy la literatura se escribe en el exilio o se guarda en un caj¨®n. En Argentina, s¨®lo se publica la de los c¨®mplices de Videla?. Mauricio W¨¢cquez caus¨® una enorme turbaci¨®n cuando dijo que ?tal vez dentro de unos a?os, o tal vez ya, Borges sea considerado un escritor revolucionario?. Onetti apunt¨® que qu¨¦ futuro tan negro esperaba entonces, y Guido Castillo y el propio Wacquez matizaron el papel de cambio de conciencias y, en la memoria de los pueblos, de la literatura, se?alando el caso de Sthendal, considerado reaccionario de su ¨¦poca pero vigente hoy.
La palabra bomm latinoamericano trajo a colaci¨®n inmediatamente a la revoluci¨®n cubana como detonador. Un joven del p¨²blico denunci¨® la decadencia literaria de las ¨²ltimas producciones de los grandes, mientras Onetti se desmarcaba del fen¨®meno, afirmando que nunca form¨® parte de tal cosa. J. J. de Armas, ante la insistencia del tratamiento al boom como un fen¨®meno exclusivamente propagand¨ªstico, se refiri¨® a la existencia de grandes novelas dentro y fuera de la d¨¦cada prodigiosa, de esos autores latinoamericanos.
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