Bajo el signo del desempleo
SE CELEBRA hoy el tercer Primero de Mayo legal de la democracia, bajo el signo de una notable clarificaci¨®n de la vida sindical espa?ola y de unas perspectivas sombr¨ªas para los asalariados. Tras la escisi¨®n de la Uni¨®n Sindical Obrera hacia la Uni¨®n General de Trabajadores y Comisiones Obreras, el eclipsamiento del anta?o fort¨ªsimo anarcosindicalismo y la desorientaci¨®n de las radicales CSUT y SU, a causa del fracaso de la fusi¨®n de sus partidos correspondientes (PTE y ORT), el bisindicalismo parece consolidado en este pa¨ªs en manos de las centrales socialista y comunista. Las recientes elecciones sindicales en Seat han supuesto un rotundo triunfo para UGT, que ya se evidencia como la central relativamente hegem¨®nica, reforzada por el acuerdo-marco suscrito con la gran patronal, del que ser¨ªa injusto ignorar que se benefician las dos partes. Bien es verdad que no debe olvidarse que las elecciones en Seat se han visto influidas por los supuestos pactos entre los comunistas italianos y la familia Agnelli para repatriar las inversiones exteriores de la Fiat, pero el hecho no empa?a el ¨¦xito de la pol¨ªtica de coherencia y realismo del sindicato ugetista.De entre las reivindicaciones que ser¨¢n hoy coreadas en las manifestaciones unitarias de UGT y Comisiones, una deber¨ªa mover a sonrojo al Gobierno: la restituci¨®n del patrimonio sindical a las centrales representativas. Hace dos a?os las esperanzas del partido en el Gobierno de crear alguna suerte de sindicato ucedista explicaban al menos la renuencia a devolver los bienes y servicios del sindicalismo vertical; hoy retrasar esa restituci¨®n ya no sirve a ning¨²n inter¨¦s de partido, no resta cr¨¦dito a las centrales de clase y perjudica exclusivamente a los trabajadores.
Las diferencias sustantivas entre comunistas y socialistas en la discusi¨®n parlamentaria del Estatuto de los Trabajadores impiden ahora una contestaci¨®n global a este texto de inequ¨ªvoca inspiraci¨®n ucedista y mal copiado del estatuto italiano. En cierto modo, puede tildarse el estatuto como generador de mayor desempleo, como hacen los comunistas (libertad de despido, contrataci¨®n temporal, facilidades para expedientes de crisis), pero tambi¨¦n contribuye a mejorar las condiciones de trabajo del empresariado, a clarificar el mercado de trabajo, a animar la inversi¨®n y a propiciar pactos sociales como el acuerdo-marco, entre UGT y CEOE.
Peor lectura tiene el proyecto de ley b¨¢sica del empleo, a las puertas del Parlamento. Es dudoso que UCD utilice su mayor¨ªa para aprobar contra viento y marea una ley que, en el mejor de los casos, sugiere la posibilidad de privatizar el seguro de desempleo y que lo hace proporcional a los a?os trabajados, castigando as¨ª al trabajador que pierde r¨¢pidamente su empleo (aunque sea por causas ajenas a ¨¦l) y condenando a la indigencia a toda la juventud que no logra penetrar en el mercado de trabajo. Con un mill¨®n y medio de parados admitidos oficialmente y un considerable cupo de emigraci¨®n ser¨ªa un disparate pol¨ªtico empeorar o dificultar a¨²n m¨¢s la situaci¨®n de los desempleados.
Cierra el calendario legislativo laboral el anteproyecto de ley de huelga, que deber¨ªa apuntar hacia la autorregulaci¨®n de la misma desde las centrales sindicales o hacia las justas limitaciones claramente establecidas por el Gobierno para las empresas estatales o servicios de inter¨¦s p¨²blico. Todo ello sin olvidar que, constitucionalmente, la ley de huelga no es obligada, y acaso la mejor regulaci¨®n no sea la legislativa, sino la que imponga la l¨®gica diaria de las relaciones laborales y el cumplimiento de los pactos sociales que se vayan suscribiendo.
En cualquier caso, sobre este Primero de Mayo sigue planeando esa tremenda cadencia de mil parados diarios acumulables; el azote m¨¢s visible de la crisis econ¨®mica, y que no recae s¨®lo en el campesinado o el proletariado tradicional, sino que empieza a golpear a las clases medias y a los profesionales reci¨¦n egresados, sin distinci¨®n. Las actuales cifras de paro y la previsi¨®n de su crecimiento introducen variables en la correlaci¨®n de fuerzas sociales y en la intencionalidad del voto. As¨ª lo han entendido UGT y Comisiones (acaso con m¨¢s ¨¦nfasis la primera), abri¨¦ndose t¨¢citamente al interclasismo.
Cabr¨ªa reprochar a las centrales sindicales su sostenimiento de un ineficaz empleo comunitario, que no es otra cosa que una mezcla de subvenci¨®n al orden p¨²blico y de bander¨ªn de enganche pol¨ªtico para el partido mayoritario en cada Ayuntamiento, su tibieza en la denuncia de los fraudes que se cometen con el actual sistema de seguro de desempleo o la misteriosa congelaci¨®n de los fondos de garant¨ªa salarial; tampoco estar¨ªa de m¨¢s, por parte de los grandes sindicatos, una abierta pol¨ªtica de mayor solidaridad, tendente a la restricci¨®n voluntaria de las horas extraordinarias en beneficio de la creaci¨®n de nuevos puestos de trabajo.
Finalmente, y siendo el desempleo una de las consecuencias m¨¢s visibles e inmediatas de la crisis econ¨®mica, no parece ning¨²n desprop¨®sito un esfuerzo del Gobierno por conectar m¨¢s estrechamente con las centrales mayoritarias o sus partidos correspondientes en materia de pol¨ªtica econ¨®mica. No es la pr¨¢ctica habitual de las mayor¨ªas parlamentarias en el Gobierno, pero, as¨ª las cosas, las leyes laborales y las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica econ¨®mica ser¨¢n cada d¨ªa m¨¢s dif¨ªciles de elaborar sin, al menos, el asentimiento de las fuerzas sindicales.
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