Latinidad y arabismo en el norte de Africa
Incidentes en la Kabilia, informaciones en la Prensa y comentarios consiguientes me replantean una cuesti¨®n de fondo: cu¨¢l es la identidad del norte de Africa, en qu¨¦ supuestos culturales, ¨¦tnicos y sociales se basa, qu¨¦ factores econ¨®micos dificultan su mantenimiento o su eclosi¨®n en libertad, en su variedad y riqueza y unidad profunda.Y qu¨¦ interpretaciones ha hecho de ello el eurocentrismo y qu¨¦ maniobras se han intentado desde Europa para desviarla y desvirtuarla.El flujo y reflujo que el Islam produce y, luego, sufre en el sur del Mediterr¨¢neo y en la Pen¨ªnsula Ib¨¦rica implica una arabizaci¨®n superficial en los siglos VII-VIII, una acentuaci¨®n de la misma en el IX, con el desarrollo del comercio caravanero, y la definitiva en el XI, con la invasi¨®n de las tribus hilal¨ªes. Esta ¨²ltima, que el historiador tunecino Ibri Jaldun (s. XIV) denuncia como devastadora (ida urriba jurriba: ?si se arabiza se destruye?) produce destrucciones (no mayores que las que ocasionaron los cruzados contempor¨¢neos, arabizaci¨®n ling¨¹¨ªstica y un aumento del nomadismo. Sucintamente, esta es la historia. Pero al llegar la colonizaci¨®n francesa en el XIX. ¨¦sta advierte la utilidad que puede extraer del relativo conflicto e insolidaridad ocasional entre minor¨ªas ber¨¦beres y mayor¨ªa ¨¢rabe, y exacerba la contradicci¨®n elev¨¢ndola a categor¨ªa intelectualmente indiscutible. En esta actitud se mantiene el resentimiento del frustrado colonialismo franc¨¦s, sin que para nada importe que estudios posteriores (Lacoste, Larui) hayan demostrado que ni todos los ber¨¦beres eran sedentarios ni todos los ¨¢rabes n¨®madas, ni la fricci¨®n era norma, sino excepci¨®n, etc¨¦tera. Ni, a?adimos, que el actual conflicto cultural de Kabilia lo que est¨¢ proclamando a voces es un descontento social que rebasa el ¨¢mbito puramente ber¨¦ber y que nuestros izquierdistas de catecismo se han negado a ver hasta que les ha pillado el toro.
El eurocentrismo visceral con que opera la mayor parte de los intelectuales europeos cuando abordan temas referentes a pueblos que han sido nuestras v¨ªctimas inmediatas en el pasado se agrava en el caso de los espa?oles que, por lo general, suelen moverse con informaciones de segunda mano, tambi¨¦n, por lo general, adquiridas a trav¨¦s de Francia o del conglomerado sociocultural franc¨¦s. As¨ª, establecer parangones entre hechos hist¨®ricos, ling¨¹¨ªsticos y sociales muy alejados geogr¨¢fica y cronol¨®gicamente requiere, como m¨ªnimo, un buen conocimiento de ambos extremos de la comparaci¨®n y una gama de matices que, por desgracia, escapa al espacio de un peri¨®dico. De ah¨ª que resulte aventurado trasplantar cuestiones como el nacionalismo vasco o irland¨¦s a un Estado musulm¨¢n subdesarrollado, reci¨¦n llegado a la independencia y con una, como poco, confus¨ªsima noci¨®n de nacionalidad antes de la colonizaci¨®n. Me pregunto si tiene alg¨²n sentido, y de manera amplia, hay los ¨¢rabes en el siglo VII con la moderna noci¨®n de imperialismo y su expansionismo consiguiente. Y, en todo caso, por qu¨¦ acordarse s¨®lo de la conquistas ¨¢rabes. ?Por qu¨¦ no mencionar las de Alejandro, o Ciro, o Asurban¨ªpal? ?Por que olvidar la conquista-colonizaci¨®n romana, incluso del norte de Africa? ?O es que una conquista pierde su legitimidad y su sentido hist¨®rico por otra anterior?
E incidiendo en el terreno del aplastamiento o superposici¨®n de culturas no est¨¢ de m¨¢s recordar que la unidad de Espa?a se mont¨® sobre la expulsi¨®n f¨ªsica y la persercuci¨®n sistem¨¢tica de moriscos y jud¨ªos, sin que podamos encontrar minor¨ªas religiosas o culturales diferenciadas como las de Egipto (15%de cristianos), L¨ªbano (50%) o Marruecos y Argelia con sus m¨¢s que minor¨ªas ber¨¦beres. En este sentido, y de manera amplia, hay que convenir en que el Islam ha sido menos opresivo y decapitador de culturas (?qu¨¦ decir de la gran haza?a de la conquista de Am¨¦rica?). Sin que podamos ignorar que el prejuicio anti¨¢rabe, tan f¨¢cil de detectar entre intelectuales y universitarios espa?oles, arranca de aquella unificaci¨®n por decreto de los Reyes Cat¨®licos, Cisneros, Felipe II, etc¨¦tera, ni que la Espa?a imperial de los cuarenta intent¨® remedar en rid¨ªcula parodia de los franceses (los Areilza-Castiella) la relatinizaci¨®n del norte de Marruecos.
El fondo de la cuesti¨®n que se debate en estos apoyos desinteresados de europeos al nacionalismo de la Kabilia es la fallida -por fortuna- reconversi¨®n a la latinidad que los franceses intentaron desde el inicio de la colonizaci¨®n en el norte de Afr¨ªca como medio de perpetuar su dominio. Mi estupor es grande al leer en EL PA?S (22-4-1980) que el profesor Tovar estima ?un ejemplo admirable? la publicaci¨®n por los franceses de una gram¨¢tica de Tamahaq, cuando hasta ¨¦l sabe que el fomento del ber¨¦ber y del ¨¢rabe vulgar se inscrib¨ªa en la descarada estrategia de dividir, seg¨²n ¨¦tnias y hablas, a los habitantes de la colonia para hacerles m¨¢s dependientes de la cabeza rectora central. Y ello junto a la pr¨¢ctica proscripci¨®n en la vida p¨²blica del ¨¢rabe cl¨¢sico como lengua de cultura. Estimo indispensable separar los esfuerzos cient¨ªficos de Moulieras, Mar?ais o Foucault de su utilizaci¨®n pol¨ªtica por la administraci¨®n colonial. Del mismo modo que debemos separar el derecho de toda minor¨ªa (o mayor¨ªa: en Argelia, la ¨¢rabe) a vivir sus particularidades culturales, del trasnochado sentimiento de frustraci¨®n de quienes a¨²n sue?an con el imperio romano, cargando la responsabilidad a los ¨¢rabes, quienes vinieron a romper ese id¨ªlico norte de Africa latino y cristiano que, as¨ª, tal cual, nunca existi¨®.
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