El viaje deI presidente
LA PROGRESION de las actuales tensiones internacionales han revaluado el inter¨¦s pol¨ªtico del viaje del presidente Su¨¢rez a Siria y Arabia Saud¨ª, pa¨ªses, respectivamente, radical y moderado en la crisis de Oriente Pr¨®ximo y amigos y aliados, uno y otro, de la Uni¨®n Sovi¨¦tica y de Estados Unidos ante los ¨²ltimos acontecimientos de Ir¨¢n y Afganist¨¢n.Las relaciones de Espa?a con ambas naciones ¨¢rabes son francamente buenas en sus planos pol¨ªtico y econ¨®mico. La transparente posici¨®n hispana en favor de una soluci¨®n global a la crisis ¨¢rabe-israel¨ª, que contemple la realidad de la naci¨®n palestina y la retirada de todos los territorios ¨¢rabes ocupados desde la guerra de 1967, constituye el puntal pol¨ªtico central de estas relaciones que se prolongan en los ¨¢mbitos,cultural y econ¨®mico desde hace ya muchos a?os.
En contrapartida, y ante el anacronismo del no reconocimiento de Israel por la democracia espa?ola, el Gobierno de Madrid incurre en contradicc¨ª¨®n con su principio de establecimiento de relaciones con todos los pa¨ªses del mundo y sufre el acoso econ¨®mico del lobby jud¨ªo. Vale la pena recordar ahora que la CEE ha pedido a Grecia que establezca relaciones con Israel antes de que entre en vigor su tratado de adhesi¨®n al recinto comunitano.
La estancia en Damasco del presidente Su¨¢rez tiene tres puntos de especial inter¨¦s. En plena crisis internacional entre el Este y el Oeste, con sus proyecciones en Ir¨¢n, Afganist¨¢n y Oriente Pr¨®ximo, la visita de Su¨¢rez al presidente sir¨ªo, y buen aliado de la URSS, constituye, de facto, un respiro o desahogo del Gobierno de Madrid frente a las presiones de alineamiento incondicional que exige Washington a los pa¨ªses de Europa occidental. En este mismo ¨¢mbito de las influencias americanas se inserta el di¨¢logo que Su¨¢rez y el presidente El Assad (y en el que posiblemente tambi¨¦n participe Arafat) mantendr¨¢n sobre el conflicto de Oriente Pr¨®ximo, en el que el l¨ªder sirio y el dirigente de la OLP ostentan puestos relevantes como promotores activos del llamado ?frente de rechazo? a los acuerdos de Camp David, entre Egipto e Israel. Por ¨²ltimo, la crisis de Ir¨¢n, cuyos dirigentes cuentan con el apoyo sirio, ser¨¢ en Damasco otro tema de inter¨¦s en los debates.
Arabia Saud¨ª, pa¨ªs moderado entre los ¨¢rabes y aliado de Washington, presenta otra perspectiva. En Riad el presidente espa?ol podr¨¢ obtener informaci¨®n precisa de la situaci¨®n pol¨ªtica y militar del ¨¢rea del golfo P¨¦rsico, as¨ª como indicaciones sobre las reacciones ¨¢rabes ante la invasi¨®n sovi¨¦tica de Afganist¨¢n, condenada en la cumbre isl¨¢mica de Islamabad, que acaudill¨® Arabia Saud¨ª hacia meses.
En esta etapa se incluyen de manera especial las relaciones econ¨®micas y comerciales hispano-saud¨ªes, que est¨¢n marcadas por m¨²ltiples proyectos de cooperaci¨®n conjunta y por el aprovisionamiento espa?ol del petr¨®leo de este pa¨ªs. El desarrollo de estas relaciones es objetivo de ambos Estados, que incluyen en su haber las excelentes relaciones personales que el rey Juan Carlos mantiene con la familia real saud¨ª.
No se esperan resultados espectaculares de este viaje. S¨ª una acumulaci¨®n de informaciones de primera mano sobre temas candentes de la actualidad y el reforzamiento de unos lazos ya existentes. Tambi¨¦n el citado respiro ante la presi¨®n de Washington, que, con motivo de la etapa de Damasco, puede servirle al presidente Su¨¢rez para insistir en definir su pol¨ªtica exterior como ?peculiar?, como lo hizo el jefe del Gobierno al t¨¦rmino de su visita oficial a Irak, pa¨ªs que compite con Cuba y Yugoslavia por el liderazgo de la organizaci¨®n de las naciones no alineadas. Una peculiaridad esta que nada en la confusi¨®n que va desde la presencia hispana en la cumbre no alineada de La Habana hasta la candidatura del ingreso en la OTAN que incluye el programa del partido gubernamental.
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