Joe Jackson en concierto, la intensidad de un paranoico
Joe Jackson ven¨ªa a Madrid para cerrar su corta gira por el sur de Europa. Tras Barcelona y Lisboa, Carabanchel (o el cerrado cine Imperio, que viene a ser lo mismo). Tan ex¨®tico lugar hizo las delicias de los capitalinos, que se las vieron y se las desearon para encontrar el sitio. Y no es que Carabanchel est¨¦ muy lejos (que lo est¨¢), lo que ocurre es que ni se sab¨ªa d¨®nde se escond¨ªa el cine de marras ni las comunicaciones andan muy finas en la periferia. Sin embargo, estas mismas dificultades impidieron mayores problemas en la entrada, que se resolvi¨®, tras un cierto tira y afloja entre servicio de orden y gente sin entrada, con una contundente aparici¨®n de la Polic¨ªa Nacional.
Teloneros portugueses
El concierto estaba programado para las diez, pero a eso de las nueve media salieron unos teloneros portugueses que, bajo el nombre de Arte&Oficio dieron una muestra de que musicalmente no somos el rabo de Europa. Los hay peores, todo un consuelo.Luego iban a actuar Sissi, pero problemas con las pruebas de sonido impidieron la intentona. A todo esto, los organizadores estaban muy contentos, que todo iba bien y a pesar de que se pod¨ªan introducir potenciales armas arrojadizas (botellas) en la sala, la situaci¨®n no pas¨® de potencialmente peligrosa.
Joe Jackson sali¨® a las once, alto, rubio, calvo, asm¨¢tico y alcoh¨®lico. Empieza preguntando que cu¨¢nta gente hay y alg¨²n optimista le grita que mil personas. Luego se dirige a un tipo de la primera fila y le pregunta que si es Ingl¨¦s: ?yes, yes? dice el otro, patriota y alborozado ?Pues que te vayan dando, yo he venido aqu¨ª a ver espa?oles?, y as¨ª todo: peque?os intentos de comunicaci¨®n frustrados por el escaso poligiotismo del personal.
Poco tiempo para tanta m¨²sica
Pero lo importante era la m¨²sica. Joe Jackson canta con una voz tremenda, a¨²n m¨¢s dura que la de su colega Elvis Costello, Y el grupo son tres salvajes que, de cuando en cuando se iban a improvisar locuras chirriantes que le dejaban a uno sin aliento. Como, adem¨¢s, las canciones son conocidas y fuertes, la conjunci¨®n de todo ello resultaba sencillamente demoledora. Lagente s¨®lo se sent¨® una o dos veces y por all¨ª se iba gritando el estribillo de Do You Hear Me On The Radio o Is She Really Going Out With Him con unas ansias de desrepresi¨®n enternecedoras. Y mientras la gente botaba, Joe Jackson se peleaba con el micro, romp¨ªa peri¨®dicos, tiraba cerveza encima del bater¨ªa y no paraba. Luego se iba para el piano o cog¨ªa la mel¨®dica para ense?ar que ese instrumento puede ser algo m¨¢s duro que la utilizaci¨®n que de ¨¦l se hac¨ªa en la yenka. Un concierto que aumenta la credibilidad de quien lo hizo y que tuvo adem¨¢s el detalle de contar con una versi¨®n sorprendente de un supercl¨¢sico del reggae: The Harder They Come (cuya pel¨ªcula se estrenar¨¢ en Espa?a dentro de poco). Repiti¨® un par de veces y apenas cant¨® una hora, poco tiempo para tanta m¨²sica.Luego intentamos entrevistar al personaje Joe Jackson en el tambi¨¦n ex¨®tico entorno de un bar tailand¨¦s. Pero era muy tarde y aquello degeneraba en una contemplaci¨®n mutua poco interesante. El hombre estaba cansado. Es l¨®gico.
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