Los sesenta a?os del PCE
EN EL mes de abril de 1920 una serie de discusiones y enfrentamientos en el seno del Partido Socialista Obrero Espa?ol produjo la escisi¨®n que cre¨® el partido comunista. Su base esencial en aquel momento, y la raz¨®n-para que se separase del tronco marxista del PSOE, era la adhesi¨®n al ejemplo de la revoluci¨®n rusa, que hab¨ªa sucedido tres a?os antes, y a la Tercera Internacional: es decir, a la base revolucionaria y al internacionalismo proletario. El PCE, que celebra ahora el sesenta aniversario de su fundaci¨®n, parece cada vez m¨¢s lejos de aquellas tesis que justificaron su fundaci¨®n y de otras como la dictadura del proletariado o las doctrinas del leninismo. Estas han transmigrado, a su vez, a otros partidos menores, considerados por el PCE como ?grup¨²sculos? o v¨ªctimas de la ?enfermedad infantil del comunismo? (el izquierdismo, seg¨²n el propio Lenin), pero que se aferran a la nomenclatura comunista, a la ortodoxia y a la pureza original. No tienen hoy peso real en la vida del pa¨ªs. Tampoco lo tuvo, ni en 1920 ni durante mucho tiempo despu¨¦s, el partido comunista, que se mantuvo durante a?os con un n¨²mero de afiliados que oscil¨® entre 5.000 y 10.000, que s¨®lo lleg¨® a los 400.000 votos dos a?os despu¨¦s de proclamada la Rep¨²blica y que coloc¨® catorce diputados en el Parlamento de 1936 gracias a la coalici¨®n del Frente Popular. Pero el Frente Popular fue en gran parte, obra suya, como lo hab¨ªa, sido en Francia, y en la guerra civil su ascenso inmediato en afiliados se debi¨® a una capacidad organizativa, a un optimismo pr¨¢ctico y a una definici¨®n clara de objetivos. No ser¨ªa un fen¨®meno ¨²nico: otros partidos comunistas europeos -Francia, Italia- crecer¨ªan en la especial forma de guerra civil que fue la segunda guerra mundial: durante la lucha contra la ocupaci¨®n alemana, en la organizaci¨®n de la resistencia.Hay una psicolog¨ªa del hombre comunista que incluso transita por encima de la dificultad de ser que pueda tener un militante para seguir los distintos avatares de la ideolog¨ªa del partido: hay un compuesto de fe, de seguridad, de optimismo hist¨®rico, de hero¨ªsmo personal, de disciplina y de organizaci¨®n que han conseguido sacarlo adelante y hacerlo sobrevivir a las persecuciones m¨¢s duras y a las circunstancias m¨¢s adversas. Ha sido y es la v¨ªctima predilecta de todas las contrarrevoluciones, y hasta ahora las ha traspasado siempre. Todas estas virtudes de los tiempos dif¨ªciles pueden ser especialmente funestas cuando el resultado de sus an¨¢lisis le conduce al error.
Los sesenta a?os que ahora celebra el PCE han sido muy duros para ¨¦l. Ha conocido desde el enfrentamiento con las otras formas de la izquierda hasta los pelotones de fusilamiento; ha experimentado la profunda decepci¨®n del exilio en la URSS, las grandes escisiones a nivel del movimiento mundial y las peque?as escisiones dentro de su direcci¨®n. Ha tenido que prescindir de algunos de los que se consideraron como dogmas; ha producido movimientos de conciencia muy diversos entre sus intelectuales. En estos mismos momentos est¨¢ viviendo una circunstancia compleja, fruto de su identidad con el ?eurocomunismo? y el choque con la guerra fr¨ªa y la crisis mundial; la dificultad de hacerse una identidad nueva y al mismo tiempo perenne dentro de la pol¨ªtica espa?ola es notoria. Se siente v¨ªctima de un aislamiento -que existe de hecho, pero, pr¨¢cticamente, cada partido trata hoy de aislar a los dem¨¢s-, pero trata de que ese aislamiento no le conduzca a regresar a principios revolucionaristas que pudieran aumentarlo. Parte de su identidad se ha perdido en la historia contempor¨¢nea; la identidad nueva todav¨ªa no est¨¢ acabada de hacer. Queda en muchos de sus militantes esa psicolog¨ªa cl¨¢sica del optimismio y la creencia en el futuro; en otros ha penetrado el desconcierto. Es decir: no es una excepci¨®n dentro de la confusi¨®n general.
Dentro de todo ello, la existencia de un partido comunista es un hecho positivo en la Espa?a actual: da una dimensi¨®n determinada al mosaico de partidos y de ideolog¨ªas de la democracia y representa el ideal de unos cientos de miles de votantes para quienes es imprescindible. Est¨¢ en un momento decisivo: hay una encrucijada de circunstancias, de cambios, de modificaciones, en la estructura de nuestra sociedad y de la sociedad mundial.
Nada se parece a las condiciones de vida, de trabajo, de composici¨®n social que reinaban en Espa?a y en el mundo en el a?o en que fue fundado: sesenta a?os de aceleraci¨®n de la historia, de guerras y revoluciones, de innovaciones t¨¦cnicas, de variaciones econ¨®micas, de aparici¨®n de otras ideolog¨ªas y de otras fuerzas, lo han cambiado todo. De la manera en que el PCE sepa insertarse en estas nuevas realidades y analizar su desarrollo depender¨¢ que, en efecto, su papel hist¨®rico siga siendo positivo. Algo que no dejan de examinar sus dirigentes cl¨¢sicos y los sectores que pugnan por hacerse o¨ªr y sustituir a las capas que se extinguen.
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