Berrocal va por lana al tendido del siete
El empresario Jos¨¦ Luis Mart¨ªn Berrocal ocup¨® una localidad de tendido bajo del siete. Estaba en su derecho, pero evidentemente no era su sitio, y all¨ª hubo de o¨ªr las verdades del barquero. Se ve que, para Berrocal, el d¨ªa tocaba de relaciones p¨²blicas, y deleg¨® sus funciones espec¨ªficas en el callej¨®n, para ejercer aqu¨¦llas cerca de los aficionados. Fue a por lana y sali¨® trasquilado.Alguien nos ha dicho que se fue precisamente al siete para unir sus protestas a las del p¨²blico, cuando los subalternos acercaran los novillos al burladero, como absurdamente suelen hacer antes de que empiece la suerte de varas. Habr¨ªa sido todo un poema contemplar al empresario peg¨¢ndoles gritos a los toreros. Lo que sucedi¨®, en cambio, fue que se los pegaron a ¨¦l -el p¨²blico-, unidos a diversos calificativos que la prudencia nos impide reproducir.
Plaza de Las Ventas
Primer festejo de la feria de San Isidro. Tres primeros novillos de Francisco Ortega, desiguales de presencia, flojos. Tres restantes (el quinto, sobrero) de Garcia Romero, desiguales de comportamiento. Carlos Arag¨®n Cancela: Pinchazo, otro hondo y rueda de peones (aplausos y salida al tercio). Pinchazo, otro hondo y descabello (vuelta protestada). Lucio Sand¨ªn: Estocada corta, perpendicular y delantera, y cuatro descabellos (palmas y pitos y saludos). Pinchazo a paso de banderillas, estocada contraria, rueda, estocada corta atravesada, dos descabellos, avisos y otro descabello (silencio). Yiyo: Tres pinchazos bajos, rueda de peones y cuatro descabellos (divisi¨®n de opiniones cuando sale a saludar). Estocada corta (silencio). Presidi¨® sin acierto el comisario Corominas. Muy buena entrada.
Todo fue porque desde el segundo de la tarde, con tipo sardinal empezaron a menudear los cojos, los inv¨¢lidos, los justitos de trap¨ªo, y esto no es ni lo qu¨¦ la categor¨ªa de la plaza exige, ni lo que el propio empresario nos hab¨ªa prometido cuando se hizo cargo de la plaza, ni lo que el buen sentido debe ofrecer a un p¨²blico que vuelve a ir a los toros con ilusi¨®n y ¨¢nimo de quedarse si no le dan gato por liebre.
Por otros conductos sabemos adem¨¢s que Berrocal se negar¨¢ en redondo a servir m¨¢s de un sobrero, aunque lo ordenen los presidentes, sencillamente porque el regalmento s¨®lo le obliga a uno. Pues bien: ya que tan reglamentario se pone el empresario, sepa que el mismo reglamento en el que se ampara precribe unas caracter¨ªsticas concretas del toro de lidia, para que sea apto, entre las cuales no est¨¢n los productos tipo sardina ni los inv¨¢lidos. Y m¨¢s cosas dice el reglamento, desde las condiciones que han de reunir los caballos de picar, por ejemplo, hasta la obligaci¨®n de depositar el importe ¨ªntegro de los abonos vendidos en el Banco de Espa?a, a disposici¨®n del gobierno civil, etc¨¦tera. De manera que, reglamento en mano, mucho habr¨ªa que discutir. Berrocal ha empezado a pisar terreno resbaladizo.
Pero est¨¢bamos en que el empresario aguant¨® el chaparr¨®n desde el tendido y fue una pena que hubiese motivos para que se produjera, pues, en otro caso, se habr¨ªa visto muy buen toreo. Los novilleros apuntaban calidad, exhibian gusto en la interpretaci¨®n de las suertes, que tienen muy bien aprendidas. Son de escuela, y se les nota. Su paso por la Escuela de Tauromaquia les ha dado un barniz de torer¨ªa muy raro en el actual escalaf¨®n novilleril y en el otro. Hubo en la tarde muletazos soberanos, a cargo de los tres espadas, y algunos de los que instrument¨® Yiyo en el tercero los habr¨ªa firmado cualquier maestro.
Sin, embargo, no luc¨ªan, por culpa de los novillos. Ese tercero, de gran nobleza, perd¨ªa las manos continuamente. El segundo era tan flojo y escuchimizado que el p¨²blico no tuvo en cuenta la finura de los pases que instrument¨® Sand¨ªn. El quinto, sobrero de Garc¨ªa Romero, aunque chico, recibi¨® en varas un castigo insuficiente y adem¨¢s acab¨® gazap¨®n, de lo que result¨® una suma de problemas insuperables para elioven novillero. Al sexto, que se quedaba corto y era incierto, no consigui¨® Yiyo cuajarle faena, pero qued¨® constancia de su forma de citar, muy aut¨¦ntica (dando medio pecho, la muleta adelante y en rectitud, como mandan los c¨¢nones ... ), y cuaj¨® adem¨¢s unos ayudados por bajo tan garbosos como eficaces.
A Cancela le correspondi¨® un novillo que cabeceaba continuamente, el primero, al que mand¨® mucho en naturales y derechazos, a pesar de que el viento le descubr¨ªa, y construy¨® una torera faena en el cuarto, la cual no pudo lucir del todo, pues, el novillo, flojo, frecuentemente se le quedaba en el centro de la suerte o se revolv¨ªa. Este Cancela, como Sand¨ªn y Yiyo, merecen volver a la Monumental. Pero con mejor ganado. Que baje del tendido el empresario y lo traiga.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.