Terrorismo e independentismo
Los CR?MENES de ETA Militar no pierden nunca, pese al car¨¢cter acumulativo y atroz de su frecuencia, la capacidad de producir esa invencible sensaci¨®n de horror y de desprecio que suscita siempre la cobard¨ªa cruel de los asesinos, y que lleva, una y otra vez, a preguntarse c¨®mo la especie humana puede admitir en sus c¨®digos de conducta la posibilidad de que alguien prive de la vida a un semejante.Las justificaciones pol¨ªticas y las motivaciones ideol¨®gicas que esgrimen los terroristas para convertir sus siniestras emboscadas en estampas ¨¦picas s¨®lo a?aden a la vileza del crimen el desd¨¦n respecto a la capacidad de los hombres para razonar, discutir y decidir por su cuenta el destino de su vida p¨²blica. Porque esos energ¨²menos, aferrados a las simplificaciones de sus catecismos y a la culata de sus metralletas, no utilizan el convencimiento, sino la intimidaci¨®n, para imponer, a sangre y fuego, sus programas y sus ideas. Se equivocan quienes piensan que las banderas sirven para lavar la sangre de Ca¨ªn, que mancha a los asesinos, o que los himnos patri¨®ticos necesitan el tableteo de las armas como acompa?amiento. Aunque al revolucionarismo verbal y gestual de los compa?eros de viaje de ETA Militar le ofenda resultan cada vez m¨¢s indistinguibles, en sus mecanismos de motivaci¨®n y sus conductas asesinas, los terroristas vascos. y los fascistas de ultraderecha. Ciertamente son distintos los emblemas simb¨®licos, los sones guerreros, las racionalizaciones pol¨ªticas y los contenidos ideol¨®gicos de ambas especies de patriotas. Sin embargo, el desprecio por los semejantes, la negaci¨®n de ese derecho humano fundamental que es el derecho a la vida y la fan¨¢tica y est¨²pida arrogancia de considerarse propietarios de la verdad y depositarios de misteriosas esencias emparenta en la hermandad del crimen a esas dos tribus de cultivadores de la violencia.
La nueva oleada de asesinatos en Euskadi, ha coincidido con la proposici¨®n no de ley que el PNV va a someter al Parlamento vasco, que sigue a las valientes declaraciones anteriores del Gobierno vasco y de la Consejer¨ªa del Interior contra la violencia y el ?impuesto revolucionario?. No se trata de una casualidad. As¨ª como en el pasado cada medida del Gobierno y de las Cortes en favor de la autonom¨ªa y de la pacificaci¨®n de Euskadi tuvo como respuesta un acto de barbarie terrorista, el claro encaminamiento del Gobierno vasco hacia la paz y el fortalecimiento de la democracia recibe ahora una contestaci¨®n criminal id¨¦ntica.
El PNV llama a todas las fuerzas pol¨ªticas de Euskadia renunciar ?a la violencia de cualquier clase y al recurso de las armas? y a aceptar ?las v¨ªas pol¨ªticas como ¨²nico cauce, dentro del sistema democr¨¢tico, para la leg¨ªtima y necesaria confrontaci¨®n de todas las ideolog¨ªas y opciones?. Tambi¨¦n subraya la necesidad de asegurar el ?respeto estricto de todos y cada uno de los derechos de la persona, en especial el de la vida?.
El documento se ocupa igualmente de otros temas y problemas que se relacionan con esa consolidaci¨®n de las estructuras de convivencia entre los vascos, que permitir¨ªan erradicar el fen¨®meno de la violencia a medio plazo. As¨ª, la legalizaci¨®n de todos los partidos pol¨ªticos y la libertad de expresi¨®n, reivindicadas en el texto, apuntan, sin duda, hacia la conveniencia de no privar de la voz ni de la posibilidad de organizarse dentro de la legalidad a las opciones independentistas. En m¨¢s de una ocasi¨®n hemos defendido, desde estas columnas, el derecho de todos los ciudadanos a expresar libremente las opiniones y a organizarse para propagarlas. La ¨²nica limitaci¨®n a ese derecho de asociaci¨®n no es defender pac¨ªficamente el independentismo, sino la que establece el art¨ªculo 22 de la, Constituci¨®n, que prohibe ?las asociaciones secretas y las de car¨¢cter paramilitar? y que establece que ?las asociaciones que persigan fines o utilicen medios, tipificados como delito son ilegales?.
En cuanto al delicado tema de las medidas de gracia, resulta transparente el prop¨®sito del PNV de favorecer y alentar el definitivo abandono de las armas por quienes est¨¦n inclinados a dar ese paso, mediante la promesa de hacer posible su reintegraci¨®n a la vida ciudadana. Se puede estar de acuerdo o discrepar con esa estrategia pacificadora. Pero conviene, en todo caso, recordar que un hombre p¨²blico tan poco sospechoso de extremismos o de imprudencias como el se?or Areilza, diputado del grupo parlamentario que dirige el se?or Fraga, ha defendido la necesidad de negociar con ETAm, lo que incluir¨ªa l¨®gicamente la adopci¨®n de medidas de gracia. El di¨¢logo es un camino al que ning¨²n Gobierno civilizado puede renunciar, m¨¢xime si del di¨¢logo pudiera derivarse la erradicaci¨®n de la violencia.
La proposici¨®n no de ley insiste en ?el desarrollo y profundizaci¨®n del Estatuto de Autonom¨ªa? para lograr aut¨¦nticas instituciones de autogobierno. En verdad, el ¨²nico camino para que las bases sociales y electorales de los terroristas comiencen a debilitarse y a descomponerse es que el Gobierno de Euskadi demuestre a su pueblo que la v¨ªa de la autonom¨ªa no es un callej¨®n sin salida, sino una realidad pol¨ªtica e hist¨®rica. Y el asesinato de miembros de las Fuerzas de Orden P¨²blico resultar¨¢ m¨¢s dificil cuando la polic¨ªa auton¨®mica vasca se encargue de misiones que hoy tienen asignadas la Polic¨ªa Nacional o la Guardia Civil.
En cualquier caso, las dudas razonables que pudieran honestamente albergarse acerca de la sinceridad del PNV y de su Gobierno en su b¨²squeda de una salida pac¨ªfica, constitucional y democr¨¢tica al conflicto vasco no podr¨¢n ser mantenidas de buena fe tras el virulento comunicado que hizo p¨²blico ayer ETAm. El texto ataca sa?udamente al Gobierno vasco -calific¨¢ndolo de ?Gobierno marioneta?-, por sus condenas de la violencia y sus consejos para que los ciudadanos (siguiendo el ejemplo de valor c¨ªvico del se?or Alcorta) resistan Las extorsiones y los chantajes mafiosos, pomposamente maquillados de ?impuestos revolucionarios?. Por eso la reciente ola de asesinatos puede ser m¨¢s el punto de la desesperaci¨®n pol¨ªtica que de otra cosa. Si as¨ª resultara, resultar¨ªa tambi¨¦n que hemos comenzado, quiz¨¢s sin ser conscientes de ello, el largo y lento camino hacia la pacificaci¨®n de Euskadi.
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