Montserrat Caball¨¦ protagoniza "Turandot"
La quinta sesi¨®n de abono de la presente temporada de ¨®pera madrile?a puso en escena Turandot, la obra pucciniana que, al quedar incompleta a la muerte del gran compositor, en 1924, fue terminada por Alfano en un esfuerzo dignamente coronado, aunque no impide el lamento acerca de lo que pudo ser (y no es) el postrer d¨²o amoroso de Turandot y Calaf.Este comentario se hace desde la segunda representaci¨®n -d¨ªa 20- que fue recibida en clima de apoteosis por un p¨²blico que, acaso por no poder manifestarse m¨¢s que al final de cada acto, habida cuenta de la admirable continuidad conferida por Puccini a la partitura, se hizo notar en acciones individuales m¨¢s o menos afortunadas, como la censura al maestro Gatto solicitando menos volumen a la orquesta (en realidad tal volumen no alcanz¨® a ?tapar? al muy competente apuntador de la Caball¨¦, en el ¨²ltimo acto), como aquel siseo al aparecer en escena el maestro del Coro, Jos¨¦ Perera, lo que era de estricta justicia, pues mucho es su trabajo en Turandot, o como la curiosa reacci¨®n de un grupito de espectadores que aclam¨® al lucido tenor protagonista al grito de ?Franco, Franco, Franco!
17? Festival de la ?pera
Turandot, de Puccini. Con Monserrat Caball¨¦, Yasuko Hayashi, Franco Bonisolli y Antonio Zerbini. Maestro director: Armando Gallo. Director de escena: Giuseppe de Tomasi. Orquesta Ciudad de Barcelona. Teatro Real. 20 de mayo de 1980.
Realmente, fue Franco Bonisolli, para nosotros, el ?descubrimiento? de una velada que hubi¨¦ramos calificado de buena de haber estado el desarrollo esc¨¦nico a, la altura del musical. Ya sabemos que el escenario de la Zarzuela no da para mucho, pero nos falta por saber si esto se tiene siempre en cuenta al plantear una ¨®pera ?de masas? que va a hacerse all¨ª y no en otro lugar. Pero vayamos con lo positivo. Bonisolli compuso un Calaf muy notable: la voz, sin excesivo brillo, tiene calidad.
La, soprano Yasuko Hayashi -que fue ovacionada en la misma medida- hizo, una Liu que hubi¨¦ramos deseado menos dura, m¨¢s flexible; menos aristada, algo m¨¢s delicada. Antonio Zerbini estuvo muy bien como Timur, as¨ª como Enrique Serra, Piero di Palma (el veterano y siempre admirable tenor de tantos papeles secundarios) y Franco Ricciardi, en ese singular personaje tric¨¦falo que es el de los tres dignatarios Ping, Pang, Pong. Cmnplieron Jos¨¦ Manzaneda y Mario Ferrier (Altourn y Mandar¨ªn, respectivamente), y tambi¨¦n el Coro del propio teatro en su abundante y nada f¨¢cil misi¨®n, con el apoyo de la Escolan¨ªa de la Sagrada Familia, preparada por C¨¦sar S¨¢nchez.
Y luego, Montserrat Caball¨¦. Su endiablado papel de princesa Turandot no lo parece tanto al ser abordado con semejante dominio t¨¦cnico de una materia prima sobre la que todo se ha dicho. Una vez m¨¢s, su garra dram¨¢tica prendi¨® en el p¨²blico.
Armando Gatto dirigi¨® con pleno conocimiento y entrega a la Orquesta Ciudad de Barcelona, dign¨ªsima ocupante del foso.
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