Numerosa asistencia a la fiesta de la primavera en la Aut¨®noma
Con todas sus galas y atributos, la primavera acudi¨® a su fiesta en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Radiante, deslumbraba y florecia en todo el campus salpicado de menudos crisantemos y cal¨¦ndulas silvestres; adornaba las cabelleras de los magos y las m¨¢scaras pintadas con paisajes lunares y su perfume se impon¨ªa al de las otras hierbas consumidas fervorosamente.
Ecol¨®gica, musical, casi pastoril, la jornada festiva dur¨® todo el d¨ªa solar a base de m¨²ltiples y sucesivas actuaciones de conjuntos rockeros, festival de cortometrajes y representaciones de teatro de personas, t¨ªteres, marionetas y sombras chinescas. Miles de personas participaron en la fiesta a lo largo de todo el d¨ªa.Cerca de la charca experimental, donde alborotaban bandadas de renacuajos, funcionaba el cerebro de la fiesta, instalado en el centro de la playa musical, incesantemente batida por la marea ac¨²stica de la nueva ola madrile?a. El antinatural y cibern¨¦tico grupo El Aviador y sus Obreros Especializados, Los Esquimales de Alaska y Los Pegamoides, Los Nikys, Para¨ªso y sus Querubines El¨¦ctricos se relevaron en el escenario a lo largo de la ma?ana. Bajo el sol implacable, como aut¨¦nticos gladiadores, aullaron, cantaron, tronaron, hasta agotar los cuatro mil vatios del equipo.
?Soy tan ingenuo que todav¨ªa creo que hay algo mejor/por eso vuelvo a los quince a?os cuando era tierno... galv¨¢n./Si es que hay algo mejor que sea ya?, imploraba Malcolm X, antih¨¦roe ejemplar, ¨ªdolo de la Guam y cantor de su soledad. Bajito y como contrahecho, demasiado horrible para ser feo, se lamentaba: ?Hay chicos guapos que triunfan sin saber cantar?, y rend¨ªa homenaje a Mari Carmen y Gloria, las bordadoras de Vainica Doble.
Mientras, la gente iba y ven¨ªa, se desparramaba por los mullidos c¨¦spedes o se agrupaba en las zonas de sombra para improvisar almuerzos sobre la hierba a base de bocatas vegetales, de tortilla o de chorizo, pasados por cerveza, cubatas o absenta con hielo. La simb¨®lica e inconfundible hoja de mar¨ªa que se exhib¨ªa en uno de los puestos al aire libre demostraba que hab¨ªan pensado en todo.
La mayor¨ªa del auditorio sesteaba pac¨ªficamente, otros jugaban al lanzamiento del disco o al yo-yo. A primeras horas de la tarde, el sol segu¨ªa esquivando las nubes y derrochando calor¨ªas.
En los interiores se celebraba al mismo tiempo la sesi¨®n de cortometrajes -Las ventanas cerradas, de J. N. Arman; F¨®lleme, f¨®lleme, follemet¨ªn, de Pedro Almod¨®var, y otros t¨ªtulos-, las proyecciones de varios largos -Dos hombres y un destino, Mi querida se?orita y La jaur¨ªa humana-, t¨®mbola, cine mudo con pianista y la actuaci¨®n del grupo de teatro Hip¨®lito, que represent¨® Dios, de Woody Allen.
Por la tarde ocuparon el escenario Para¨ªso, Nacha-pop y Sissi, y un poco de todo, en plan gatuperio final, cerr¨® el festival precisamente cuando el sol empezaba a caer.
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