Gonz¨¢lez contra Su¨¢rez
POR AQUELLO de que donde menos se espera salta la liebre, el PSOE puede apuntarse en su haber, justo en el momento en que la estrella de su popularidad hab¨ªa empezado a declinar, el m¨¦rito indiscutible de haberse convertido en el defensor de los fueros del Parlamento. El debate de la semana pasada, con Felipe Gonz¨¢lez como indiscutible triunfador del Pleno (gracias a su credibilidad personal, la veracidad del discurso, la agilidad para la r¨¦plica y la capacidad de sintonizar con la sensibilidad y las preocupaciones de los ciudadanos), mostr¨® a los asombrados espectadores de televisi¨®n que la vida p¨²blica no tiene por qu¨¦ ser necesariamente el patio de monipodio donde deambulan y trampean los profesionales del poder.El Pleno de hoy pone por eso a los socialistas en el dif¨ªcil compromiso de demostrar que no fue s¨®lo el factor sorpresa la clave de su ¨¦xito. Por otro lado, la decisi¨®n del Gobierno de que Radio Nacional y Televisi¨®n Espa?ola hagan llegar a los espa?oles el debate parlamentario en su integridad no merece m¨¢s que elogios, con el ¨²nico reparo de los canales secundarios de ambos medios y el car¨¢cter diferido de la emisi¨®n televisiva. Bien sea por propia voluntad, bien sea por la din¨¢mica de los acontecimientos, lo cierto es que los medios de comunicaci¨®n estatales han aportado esta vez una contribuci¨®n a la causa de la democracia en nuestro pa¨ªs. Alg¨²n d¨ªa se recordar¨¢n estos debates de la segunda quincena de mayo como la prueba m¨¢s convincente de que realmente algo ha cambiado en Espa?a desde hace cuatro a?os.
La moci¨®n de censura constructiva que hoy comienza a debatirse en el Congreso es un extra?o h¨ªbrido que obliga a pronunciarse, en un solo acto, sobre dos cuestiones de naturaleza diferente. Los diputados que voten afirmativamente la propuesta socialista tienen, al tiempo, que rechazar al se?or Su¨¢rez como presidente del Gobierno y aceptar al se?or Gonz¨¢lez para sustituirle en el cargo; mientras que los congresistas que muestren expl¨ªcitamente su desacuerdo con que el secretario general del PSOE sea investido como jefe del Ejecutivo tienen necesariamente que ratificar en su puesto al presidente de UCD y expresarle su confianza.
De esta forma, el pronunciamiento sobre los aspectos negativos de la moci¨®n, que conciernen a la gesti¨®n del actual Gobierno, queda indisociablemente ligado a las dimensiones positivas de la misma, que significan, nada m¨¢s y nada menos, que investir como presidente del Gobierno a Felipe Gonz¨¢lez. La consecuencia es que los grupos parlamentarios que simult¨¢neamente est¨¢n en contra de que el se?or Su¨¢rez sea jefe del Ejecutivo y el se?or Gonz¨¢lez le sustituya no tienen m¨¢s salida que la abstenci¨®n. Votar a favor de la moci¨®n socialista para manifestar el rechazo de Adolfo Su¨¢rez lleva aparejada la investidura del se?or Gonz¨¢lez como presidente del Gobierno. Votar en contra de la propuesta del PSOE para expresar la disconformidad con que Felipe Gonz¨¢lez logre la jefatura del Poder Ejecutivo, supone declarar la adhesi¨®n al se?or Su¨¢rez.
Todo ello explica que la casi segura derrota de la candidatura de Felipe Gonz¨¢lez como presidente del Gobierno no tiene por qu¨¦ significar de ninguna manera el triunfo de Su¨¢rez. La senda de la abstenci¨®n puede resultar c¨®moda y transitable para la Minor¨ªa Catalana, el Grupo Andalucista, miembros del Grupo Mixto y -caso de que acudiera al Congreso- el PNV. En cambio, los presuntos aliados, por as¨ª decirlo, naturales del PSOE y de UCD se enfrentan con mayores problemas. Por la izquierda, el PCE ha combinado su resuelta decisi¨®n de votar a favor de la moci¨®n socialista con pellizcos de necesarias reticencias. Por la derecha, la votaci¨®n amenaza con llevar al paroxismo las tensiones dentro de Coalici¨®n Democr¨¢tica.
Pero para quienes m¨¢s feo se presenta el d¨ªa del examen es para las corrientes de opini¨®n dentro de UCD, que socavan, abierta o subterr¨¢neamente, el liderazgo de Adolfo Su¨¢rez. Para los barones descontentos la moci¨®n de censura es una molesta e indeseada trampa. Si votan -cosa altamente improbable- a favor de la propuesta socialista cometer¨ªan quiz¨¢ una falta de lealtad con su electorado, que con su voto se pronunci¨® -entre otras cosas- en contra de un Poder Ejecutivo capitaneado por el secretario general del PSOE. Pero si votan -lo que es casi seguro- en contra de la moci¨®n de censura despojar¨¢n de credibilidad sus pretendidas aspiraciones de cambiar la correlaci¨®n de fuerzas en el seno de UCD y del Gobierno. Les resta la soluci¨®n de abstenerse expl¨ªcitamente, lo que equivaldr¨ªa moralmente a votar a favor de la moci¨®n de censura. En cuanto a la abstenci¨®n impl¨ªcita que seria ausentarse del hemiciclo en el momento de la votaci¨®n, s¨®lo les producir¨ªa el odio de los unos y el desprecio de los m¨¢s.
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