Los jeques del petr¨®leo desconf¨ªan de Estados Unidos
?El principal problema de los norteamericanos es que han perdido toda credibilidad. Embutido en un traje safari, y mientras mira con notorio desencanto al zumo de frutas que la estricta observancia de los preceptos cor¨¢nicos en Kuwait le obliga a beber, un hombre de negocios brit¨¢nico, con casi veinticinco a?os de experiencia en la lona, comenta en un hotel de Kuwait City los ¨²ltimos acontecimientos ocurridos en el ¨¢rea del golfo P¨¦rsico y se muestra pesimista respecto al futuro.La fecha clave, explica, es 1971. Londres retir¨® ese a?o todas sus tropas al este del Canal de Suez y puso fin as¨ª a siglo y medio de pax britannica en el oc¨¦ano Indico y sus mares adyacentes. Desde entonces no han dejado de pasar cosas, a cual m¨¢s grave, y Estados Unidos ha ido cometiendo error tras error hasta llegar a la situaci¨®n actual. EI empresario ingl¨¦s, que viaja m¨¢s d¨¦ seis meses al a?o por el Golfo, vendiendo equipo m¨¦dico-quir¨²rgico altamente sofisticado, asegura que eta culpa no es s¨®lo de Carter, sino tambi¨¦n de Kissinger, de Nixon y de otros muchos m¨¢s.
En plena guerra de Vietnam, Washington no pudo llenar directamente el vac¨ªo de poder dejado por los brit¨¢nicos, aparte de que la presencia de una nueva potencia extranjera en la zona hubiera sido muy mal recibida. Se opt¨® entonces por otro sistema, que permitiera defender indirectamente los "intereses m¨ªnimos" de Estados Unidos en el ¨¢rea: libre tr¨¢nsito por los estrechos, acceso al petr¨®leo, ausencia de bases sovi¨¦ticas en la regi¨®n y moderaci¨®n de los pa¨ªses ¨¢rabes hacia el Estado de Israel.
Surgi¨® as¨ª la llamada teor¨ªa de los dos pilares, seg¨²n la cual las dos potencias regionales, es decir, Ir¨¢n y Arabia Saud¨ª, ser¨ªan las encargadas de ejercer la funci¨®n de polic¨ªa en el golfo P¨¦rsico, el mar Rojo y la pen¨ªnsula Ar¨¢biga. En la pr¨¢ctica, sin embargo, el papel de gendarme fue desempe?ado esencialmente por el Ir¨¢n del sha Reza Pahlevi, a quien los norteamericanos hab¨ªan instalado en el poder en 1953 y quien form¨®, tambi¨¦n con la ayuda de Estados Unidos, el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso de la regi¨®n.
Durante alg¨²n tiempo, el esquema funcion¨® a satisfacci¨®n de Washington. Tropas iran¨ªes eran enviadas, por ejemplo, al sultanato de Om¨¢n si la rebeli¨®n en la provincia occidental de Dhofar tomaba caracteres alarmantes. La potencia militar de Ir¨¢n contribu¨ªa a mantener congeladas las reivindicaciones territoriales del prosovi¨¦tico Irak sobre el emirato de Kuwait. En su celo por defender la ruta del petr¨®leo y el estrat¨¦gico estrecho de Ormuz, el sha pudo ocupar tranquilamente, en 1971, las islas de Tumbs y de Abu Musa, en la entrada del Golfo, que pertenec¨ªan a dos peque?os emiratos hoy agrupados en los Emiratos Arabes Unidos, sin otras consecuencias que alguna protesta formal.
El presidente Jimmy Carter homolog¨® el r¨¦gimen del sha, pes¨¦ al escaso apego de ¨¦ste hacia los derechos humanos, al pasar la Nochevieja de 1977 en el palacio imperial de Teher¨¢n. Nadie pod¨ªa pensar entonces que la revoluci¨®n isl¨¢mica del im¨¢n Jomeini estaba a poco m¨¢s de un a?o vista y que con ella iba a desaparecer no s¨®lo la monarqu¨ªa de los Pahlevi, sino el equilibrio estrat¨¦gico del ¨¢rea.
Aunque todav¨ªa es demasiado pronto para comprender las repercusiones, a largo plazo, del derrtrmbamiento del trono del Pavo Real, es evidente que, de momento, representa una ventaja para la Uni¨®n Sovi¨¦tica, no porque vaya a obtener concesiones inmediatas del r¨¦gimen isl¨¢mico, que ha sido pr¨®digo en declaraciones anticomunistas y condenado repetidamente la intervenci¨®n militar de Mosc¨² en el vecino Afganist¨¢n, sino porque supone una seria p¨¦rdida de influencia de Washington en el Golfo y en todo Oriente'Pr¨®ximo. Aparte, claro es, de las ventajas adicionales, como puede ser la desaparici¨®n de las estaciones de espionaje electr¨®nico norteamericanas en Ir¨¢n o el hipot¨¦tico acceso al petr¨®leo iran¨ª que antes compraba Estados Unidos.
Ajedrez y p¨®quer
Shirley Temple, ex ni?a prodigio del cine y ex embajadora norteamericana en Ghana, compar¨® en una ocasi¨®n las pol¨ªticas exteriores de Estados Unidos y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica con lo que ella defin¨ªa como los respectivos juegos nacionales, el p¨®quer y el ajedrez
Para la se?ora Temple, que fue despu¨¦s jefa de protocolo del Departamento de Estado, los sovi¨¦ticos construyen una pol¨ªtica exterior coordinada, planificada a largo plazo, similar al planteamiento que se hace al principio de la partida un jugador de ajedrez, que piensa desde el principi¨® en sacrificar algunas piezas en aras del triunfo final y que prev¨¦, en la medida de lo posible, c¨®mo contrarrestar los movimientos del adversario. Ello, no evita, por supuesto, que el jugador sea con frecuencia malo y que reciba serias derrotas.
Los norteamericanos, por el contrario, segu¨ªa comparando Shirley Temple, echan una mirada al mundo exterior, toman sus cartas y juegan hasta que la baza se termina, sea con una victoria o con una derrota. Y, como en el p¨®quer, tras una pausa para beber un trago de whisky y dar una chupada al cigarrillo, se disponen a jugar la siguiente mano.
El hombre de negocios brit¨¢nico est¨¢, en l¨ªneas generales, de acuerdo con el s¨ªmil hecho por la se?ora Temple, aunque puntualiza que Washington juega decididamente mal al p¨®quer y carece de la m¨¢s m¨ªnima idea de lo que es el ajedrez, por lo menos del que se est¨¢ jugando ea el tablero de Oriente Pr¨®ximo.
La Uni¨®n Sovi¨¦tica sufri¨® una importante p¨¦rdida de influencia en el ¨¢rea cuando el presidente
Anuar el Sadat expuls¨® de Egipto a millares de consejeros sovi¨¦ticos en 1972 y, poco despu¨¦s, cancel¨® el tratado de amistad y cooperaci¨®n entre Mosc¨² y El Cairo. Pero desde entonces, la URSS se ha apuntado varios tantos. Ha estabilizado su presencia en Etiop¨ªa tras el cambio de alianzas registrado en el "cuerno de Africa"; ha firmado un tratado con Irak y obtenido acceso al puerto de Basora; y hace s¨®lo unas meses que ha firmado otro acuerdo con Yemen del Sur, aunque desde hacia tiempo ten¨ªa facilidades navales y a¨¦reas en Ad¨¦n.
La intervenci¨®n militar sovi¨¦tica en Afganist¨¢n, a finales del a?o pasado, ha sido el movimiento m¨¢s audaz y arriesgado de Mosc¨² en la regi¨®n. Queda por ver si ha sido tambi¨¦n el m¨¢s err¨®neo. El mundo isl¨¢mico ha condenado la acci¨®n sovi¨¦tica y ello podr¨ªa tener consecuencias, a medio o largo plazo, entre los casi cincuenta millones de musulmanes que viven en el Asia central.
En los emiratos del golfo P¨¦rsico existe, obviamente, el temor de que la intervenci¨®n en Afganist¨¢n sea s¨®lo un preludio de nuevas acciones militares sovi¨¦ticas en territorios m¨¢s cercanos. A Mosc¨² no le interesaba un Afganist¨¢n hostil en su frontera, pero tampoco un Ir¨¢n ca¨®tico, dominado por fundamentalistas isl¨¢micos.
La URSS y el petr¨®leo
La mayor¨ªa de los expertos en el ¨¢rea consideran altamente improbable una intervenci¨®n sovi¨¦tica en el Golfo, que, por otra parte, ser¨ªa un casus belli para los norteamericanos, de acuerdo con las ¨²ltimas declaraciones de la Administraci¨®n C¨¢rter. El peligro real radica en que Mosc¨² y sus aliados del este de Europa quieran competir con Occidente en e1 acceso al petr¨®leo de la zona.
Un informe elaborado por la CIA norteamericana y hecho p¨²blico el a?o pasado preve¨ªa serias dificultades en el suministro energ¨¦tico de los pa¨ªses socialistas, durante la d¨¦cada que ahora se inicia. Y mientras algunos piensan que los recursos petrol¨ªferos en Siberia, a¨²n sin explotar, ser¨¢n suficientes para colmar esas necesidades, no faltan voces pesimistas que aseguran que los sovi¨¦ticos intentar¨¢n obtener crudo del golfo P¨¦rsico, porque, pese a las subidas de precios decretadas por la OPEP ser¨¢ m¨¢s barato que el de Siberia y menos costoso de extraer.
La primera alarma registrada en Occidente sobre una conexi¨®n sovi¨¦tica con el petr¨®leo del Golfo se produjo en 1969, cuando t¨¦cnicos sovi¨¦ticos llegaron a Irak para trabajar en la apertura de los nuevos pozos petrol¨ªferos de Rumail y en la construcci¨®n de un oleoducto de 150 kil¨®metros. Sin embargo Mosc¨² no demostr¨® ninguna intenci¨®n de monopolizar el crudo iraqu¨ª y en los ¨²ltimos a?os sus relaciones con la industria petrolera del Golfo han sido escasas.
Dado el sistema tan cerrado de elaboraci¨®n de la pol¨ªtica sovi¨¦tica, poco m¨¢s que especulaciones pueden obtenerse sobre los planes a largo plazo de Mosc¨² en el ¨¢rea del golfo P¨¦rsico y en Oriente Pr¨®ximo en general. Como en otras esferas de conflicto, los sovi¨¦ticos alegan que tienen, cuando menos, el mismo derecho a estar presentes en la regi¨®n que Estados Unidos.
A principios de este a?o, y a pesar de la crisis de Afganist¨¢n, el predente Jimmy Carter lanz¨® nueva advertencia sobre cualquier ambici¨®n sovi¨¦tica en esta zona estrat¨¦gica, vital para Occidente. En su discurso ante el Congreso sobre el Estado de la Uni¨®n, Carter formul¨® as¨ª su ultim¨¢tum: "Cualquier intento, por parte de una potencia extranjera, de ganar el control de la regi¨®n del golfo P¨¦rsico ser¨¢ considerado como un ataque a los intereses vitales de Estados Unidos, y dicha agresi¨®n ser¨¢ rechazada por todos los medios necesarios, incluidos los militares.
Son casi exactamente las mismas palabras que se conten¨ªan en la declaraci¨®n del Gobierno brit¨¢nico, en 1903, en la que se consideraba un acto hostil contra los intereses brit¨¢nicos, susceptible de ser respondido por "todos los medios a nuestro alcance?, el establecimiento por cualquier potencia de "una base naval o un puerto fortificado en el golfo P¨¦rsico".
Pero el imperio brit¨¢nico buscaba esencialmente con esta pol¨ªtica la defensa del tr¨¢fico mar¨ªtimo hacia la India y en mantener abietas y seguras las rutas comerciales en el oc¨¦ano Indico. El petr¨®leo a¨²n se desconoc¨ªa en la regi¨®n y la nueva ¨¦poca, que cambiar¨ªa el motivo la importancia estrat¨¦gica del golfo P¨¦rsico, no iba a comenzar hasta principios de los a?os treinta, en lo que hoy es el emirato independiente de Bahrain.
Nueva estrategia
El derrocamiento del sha, en febrero de 1979, supuso el fin de la pol¨ªtica de los dos pilares y oblig¨® a Washington a replantear toda estrategia en la regi¨®n del Gofo.
De una parte la Administraci¨®n Carter presion¨® sobre los egipcios e israel¨ªes para conseguir el tratado bilateral de paz, que se firm¨® en la Casa Blanca en marzo de ese mismo a?o. De otra, el Pent¨¢gono anunci¨® una presencia militar superior y m¨¢s frecuente en el Indico, el golfo de Om¨¢n y el mar Ar¨¢bigo, en una versi¨®n corregida y aumentada de la tradicional "diplomacia de las ca?oneras".
Una docena de aviones de combate F-15 fueron enviados a principios de 1979, en visita de ?buena voluntad?, a Arabia Saud¨ª y otros pa¨ªses. Dos meses despu¨¦s, el portaviones Constellation, al frente de una flotilla de buques de guerra, lleg¨® al mar Ar¨¢bigo. Se comenz¨® a hablar entonces de la posible creaci¨®n de una quinta flota?, que estar¨ªa encargada de defender la ruta del petr¨®leo y de patrullar el oc¨¦ano Indico, entre la Sexta Flota, del Mediterr¨¢neo, y la S¨¦ptima Flota, del Pac¨ªfico.
En marzo del a?o pasado, con ocasi¨®n del conflicto fronterizo entre el pro occidental Yemen del Norte y el marxista Yemen del Sur, Washington se apresur¨® a establecer, con la colaboraci¨®n de Arabia Saudi, un puente a¨¦reo por el que envi¨® a Yemen del Norte moderno material b¨¦lico y t¨¦cnicos militares. La mediaci¨®n de la Liga Arabe congel¨®, semanas despu¨¦s, el conflicto.
Posteriormente, y tras la ocupaci¨®n de la embajada norteamericana en Teher¨¢n y la captura de cincuenta rehenes por extremistas isl¨¢micos, el pasado cuatro de noviembre, nuevas unidades navales estadounidenses han sido enviadas al ¨¢rea, hasta totalizar una fuerza muy importante, con centenares de aviones y una treintena de nav¨ªos de guerra.
La creaci¨®n de una "fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida", compuesta por 100.000 hombres, ha sido ya aprobada por el Gobierno norteamericano y sustituir¨¢ al proyecto de la "quinta flota". Destinada a intervenir en cualquier punto del globo, pero especialmente en el golfo P¨¦rsico, esta "fuerza de intervenci¨®n r¨¢pida" estar¨¢ basada en territorio de Estados Unidos y ser¨¢ aerotransportada a bases cercanas a la potencial ¨¢rea de conflicto, donde esperar¨¢ almacenada el equipo y material de guerra.
El diario ingl¨¦s The Observer revel¨®, a mediados de mayo, nuevos detalles de este plan norteamericano para el golfo P¨¦rsico, en el que est¨¢ prevista la realizaci¨®n de "intervenciones quir¨²rgicas" en algunos pa¨ªses de la zona, en caso de que el suministro de petr¨®leo se vea amenazado por una insurrecci¨®n o un ataque exterior.
Egipto ser¨ªa en este plan una especie de gigantesco almac¨¦n de aviones de combate y material b¨¦lico norteamericano, y las recientes declaraciones del presidente Anuar el Sadat confirman su deseo de colaborar con esta nueva estrategia de Washington. Los restantes puntos de apoyo log¨ªstico para las fuerzas estadounidenses en el ¨¢rea del golfo estar¨¢n sittiados cn los puertos de Mombasa (Kenia) y de Berbera (Somalia), as¨ª como en las islas de Diego Garc¨ªa (brit¨¢nica) y de Masira (Om¨¢n), todos ellos en el oc¨¦ano Indico.
Toda esta estrategia para el golfo P¨¦rsico, que Washington est¨¢, ultimando con las negociaciones para arriendo de bases y el env¨ªo de los primeros cargamentos de material de guerra a la zona, era, sin embargo, puesta en duda por un reciente informe elaborado por la biblioteca del Congreso norteamericano. El documento resalta la dificultad qpe supone el proteger y mantener en funcionamiento los pozos de petr¨®leo, tan f¨¢ciles de sabotear, aun despu¨¦s de producida la intervenci¨®n militar de Estados Unidos en un pa¨ªs productor de crudo. La ocupaci¨®n de los pozos requerirla, casi con seguridad, el env¨ªo de t¨¦cnicos y operarios desde Norteam¨¦rica para garantizar que continuara fluyendo el petr¨®leo.
Los dirigentes de los emiratos del golfo repiten constantemente que la seguridad de la regi¨®n es responsabilidad ¨²nica de los pa¨ªses ribere?os y que las grandes potencias deben mantenerse alejadas de all¨ª. Aunque la mayor¨ªa de los jeques del petr¨®leo se volver¨ªa hacia Estados Unidos en el improbable caso de una intervenci¨®n sovi¨¦tica, la mayor¨ªa tambi¨¦n se opone al establecimiento de bases norteamericanas o incluso a la utilizaci¨®n de su territorio como punto de escala para una acci¨®n militar estadounidense. S¨®lo Bahrain, que ha albergado tradicionalmente una simb¨®lica flotilla de tres nav¨ªos norteamericanos, y el Sultanato de Om¨¢n, que permiti¨® el paso de los aviones que participaron en la fallida operaci¨®n de rescate de los rehenes de Teher¨¢n, han mostrado mayores deseos de colaboraci¨®n con Washington.
La escalada ae la presencia militar de Estados Unidos en el ¨¢rea del golfo P¨¦rsieo coincide con el progresivo deterioro de la iniciativa de paz emprendida por Sadat en 1977 y que culmin¨® con el tratado egipcio-israel¨ª de Camp David. El fracaso de las negociaciones sobre autonom¨ªa de los palestinos en los territorios ocupados ha supuesto un nuevo golpe a los planes norteamericanos de pacificaci¨®n de la zona.
L¨¢ hipot¨¦tica creaci¨®n de un eje El Cairo-Tel Aviv-Riad, que, bajo el patrocinio de Washington, impusiera el orden en Oriente Pr¨®ximo, quedaba as¨ª descartada en la pr¨¢ctica.
Aliados tan tradicionales de Estados Unidos como Jordania y Arabia Saud¨ª emprend¨ªan, por otra parte, un distanciamiento a ra¨ªz de la paz bilateral entre Egipto e Israel, que, en su opini¨®n, no presenta la m¨¢s m¨ªnima posibilidad de soluci¨®n del problema palestino.
Arabia Saud¨ª, el ¨²nico pilar restante de la antigua estrategia, ha visto con creciente desconfianza c¨®mo sus aliados norteamericanos han permitido una implantaci¨®n sovi¨¦tica en el vecino ?cuerno de Africa?, al otro lado del mar Rojo; c¨®mo han reaccionado con indiferencia a la rebeli¨®n de Dhofar, en 1978, y, sobre todo, c¨®mo han dejado caer al sha de Ir¨¢n, tras una serie de vacilaciones y errores, en favor de un r¨¦gimen fundamentalista, sospechoso de querer extender la revoluci¨®n isl¨¢mica a la otra orilla del golfo.
La pasividad de Estados Unidos ante determinados acontecimientos y la pol¨ªtica zigzagueante seguida por la administraci¨®n Carter en Oriente Pr¨®ximo han creado evidentemente una desconfianza entre los dirigentes de la regi¨®n. ?Hablan demasiado, titubean mucho y hacen poco..," es la opini¨®n m¨¢s com¨²n que puede escucharse cuando se pregunta por tos norteamericanos en los emiratos del golfo P¨¦rsico.
El fracasado intento de rescate de los rehenes, a finales de abril, sembr¨® la alarma en esos mismos emiratos, que criticaron en mayor o menor medida la acci¨®n de Washington. El brusco cambio desde una pasividad casi absoluta a una intervenci¨®n susceptible de desencadenar un conflicto abierto es tambi¨¦n motivo de irritaci¨®n entre los privilegiados jeques del petr¨®leo.
Atrapados entre la revoluci¨®n isl¨¢mica, por un lado, y el fracaso de la paz de Camp David, por otro, hasta los reg¨ªmenes m¨¢s moderados del ¨¢rea podr¨ªan deslizarse hacia un cierto grado de antiamericanismo y adoptar posturas m¨¢s radicales frente a Israel. El temor de que una frustraci¨®n palestina se traduzca en sabotajes, atentados o revueltas protagonizadas por los refugiados palestinos est¨¢ presente en algunos paises del Golfo, donde aqu¨¦llos son minorias muy numerosas e influyentes. Los conflictos internos aparecen como el peligro principal para el suministro de petr¨®leo a Occidente, seg¨²n muchos observadores, que dudan de una amenaza exterior sobre cl golfo P¨¦rsico.
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