Los palestinos y Jomeini preocupan m¨¢s que Mosc¨² a los emires del golfo
Apenas instalados en el poder, los revolucionarios iran¨ªes rompieron relaciones diplom¨¢ticas con Israel, proclamaron su apoyo a la causa palestina y recibieron calurosamente en Teher¨¢n al l¨ªder de la OLP, Yasir Arafat. Las im¨¢genes de ¨¦ste saludando desde el balc¨®n de lo que fuera Embajada israel¨ª ante el sha -entregada a los palestinos por la revoluci¨®n isl¨¢mica-, en un clima-de confraternizaci¨®n y alborozo, sintetizaban, para varios dirigentes del golfo P¨¦rsico, l¨®s peligros m¨¢s inmediatos que les preocupan.En efecto, la ret¨®rica, radical del im¨¢n Jomeini y la exasperaci¨®n creciente de los exiliados palestinos ante la imposibilidad de retornar a su patria pueden actuar como detonadores en los Estados del ¨¢rea, donde palestinos y chiitas son partes muy importantes de la poblaci¨®n.
Minor¨ªa influyente
No se sabe con certeza cu¨¢ntos palestinos viven en la pen¨ªnsula Ar¨¢biga, pero no parece aventurado hablar de medio mill¨®n. Solamente en Kuwait, donde se procede este a?o a la confecci¨®n de un censo, se estima su n¨²mero en 240.000, una sexta parte de la poblaci¨®n del emirato. En cualquier caso, y aparte de los lugares tradicionales del exilio palestino, como Jordania y el L¨ªbano, el golfo P¨¦rsico registra la mayor concentraci¨®n palestina de todo Oriente Pr¨®ximo.
Si bien es cierto que existen otras minor¨ªas irriportantes en los Estados de la regi¨®n (egipcios, indios, paquistan¨ªes y un largo etc¨¦tera) atra¨ªdos por el boom petrolero, y hasta el punto de que en algunos emiratos los extranjeros superan en n¨²mero a los nativos, tambi¨¦n es verdad que los palestinos son, con mucho, los m¨¢s organizados y los que est¨¢n dotados de una mayor conciencia nacional.
Dado su alto nivel de educaci¨®n, los palestinos ocupan adem¨¢s puestos muy destacados en la estructura administrativa y econ¨®mica de los peque?os Estados de la zona. Es realmente sorprendente comprobar hasta qu¨¦ cargos de responsabilidad gubernamental puede llegar un palestino en algunos emiratos, sin que en la mayor¨ªa de los casos se le otorgue la nacionalidad del pa¨ªs en cuesti¨®n.
Esa destacada participaci¨®n de los palestirios en todos los ¨¢mbitos de lavida en la costa ¨¢rabe del golfo multiplic¨¢ l¨®gicamente su influencia en las pol¨ªticas exteriores de los Estados, firmes defensores y f¨ªnanciadores de la causa palestina. Por otra parte, la participaci¨®n es tal que, en el caso hipot¨¦tico de que un pa¨ªs del ¨¢rea rompiese con el movimiento palestino y pretendiese la expulsi¨®n de todos los exiliados de su territorio, no podr¨ªa hacerlo sin safrir un grav¨ªsimo quebranto en su estructura pol¨ªtica y econ¨®mica:
El estallido en 1975 de la guerra civil de L¨ªbano, donde los palestinos tuvieron una participaci¨®n directa, aliados con los izquierdistas frente a los grupos derechistas cristianos, tuvo repercusiones inmediatas en el golfo. A la ola de inquietud entre los exiliados palestinos respondieron los emires con un endurecimiento de las normas de control pol¨ªtico, ya de por s¨ª r¨ªgidas. En alg¨²n caso, como el de Kuwait, la guerra de L¨ªbano influy¨® indirectamente en la suspensi¨®n por el emir del Mailis, o Asamblea Nacional, que todav¨ªa no ha reanudado su funcionamiento.
Al temor de que los palestinlos puedan terminar creando un Estado dentro del Estado que les acoge, como en la pr¨¢ctica ocurre en L¨ªbano, se suma el de la influencia ideol¨®gica. Pese a la solidaridad ¨¢rabe con la causa palestina, los jeques del petr¨®leo dif¨ªcilmente pueden olvidar los postulados revolucionarios de la guerrilla y en especial de los grupos m¨¢s extremistas, como el FPLP, del doctor Habash, o el FDLP, de Nayef H¨¢watmeh.
Acciones desesperadas
No es f¨¢cil, sin embargo, que los movimientos palestinos vayan a poner en peligro la importante ayuda econ¨®micwque reciben,de los pa¨ªses del golfo P¨¦rsico con acciones de apoyo a movimientos revolucionarios, por otra parte m¨ªnimos o inexistentes en la mayor¨ªa de esos pa¨ªses, con la excepci¨®n quiz¨¢ del Frente Popular para la Liberaci¨®n de Om¨¢n.
S¨®lo la frustraci¨®n creada por un grave rev¨¦s, militar o pol¨ªtico, de la causa palesti.na podr¨ªa llevar a acciones desesperadas que, dirigidas en realidad contra Occidente, causaran graves problemas en los Estados del golfo. Acciones que ir¨ªan, previsiblemente, dirigidas contra los pozos petrol¨ªferos o contra los superpetroleros que transportan el crudo.
El resurgir isl¨¢mico
El otro motivo de inquietud en los pa¨ªses de la regi¨®n, tras el triunfo revolucionario en Ir¨¢n, es el movimiento chiita en particular y el fundamentalismo isl¨¢mico en general. La ocupaci¨®n de la Gran Mezquita de La Meca, en noviembre pasado, por un grupo de extremistas religiosos contribuy¨® a avivar ese sentimiento de inquietud.
Novecientos millones de personas practican la religi¨®n musulmana en el mundo, es decir, una quinta parte de la poblaci¨®n del globo. De ellas, una de cada diez es de fe chiita, la secta minoritaria del Islam que ve a Al¨ª, el yerno de Mahoma, como el heredero del liderazgo espiritual del profeta.
Durante siglos, los clifitas han sido minor¨ªas oprimidas y despreciadas en los pa¨ªses ¨¢rabes donde predomina la rama sunita del Islam. El triunfo de la revoluci¨®n iran¨ª ha servido para que los chiitas del otro lado del golfo recuperen en parte su orgullo perdido y el temor de que la llama encendida por el ayatollah Jomeini se extienda por el ¨¢rea se deja sentir especialmente en paises como Irak o Bahrain, donde los ch¨²tas son mayor¨ªa.
Las tensiones religiosas se han mantenido relativamente soterradas en el ¨²ltimo a?o, pero Kuwait expuls¨® en septiembre a un mullah chiita por sus actividades pol¨ªticas en la mezquita y una serie de disturbios religiosos se registraron en el sur de Irak.
En Bahrain, con un 75% de poblaci¨®n chiita, el enfrentamiento religioso ha ido unido a las reclamaciones territoriales hechas por Ir¨¢n o, m¨¢s exactamente, por algunos l¨ªderes revolucionarios, como el ayatollah Ruhani. Pese al r¨ªgido bloqueo informativo, ha podido saberse que se registraron manifestaciones a principios del presente a?o y que la polic¨ªa fue acusada de la muerte de un detenido, v¨ªctima de los malos tratos.
El antiguo ministro iran¨ª de Asuntos Exteriores Ibrahim Yazdi dijo en una ocasi¨®n que Ir¨¢n no iba a intentar exportar la revoluci¨®n isl¨¢mica, pero a?adi¨® que tampoco pod¨ªa hacer nada por contrarrestar la influencia que pudiera tener la revoluci¨®n en los pa¨ªses vecinos. La declaraci¨®n no sirvi¨®, desde luego, para calmar la inquietud existente en Estados como Qatar, con un 20% de chiitas; los Emiratos Arabes Unidos, con un 25%; Kuwait (30%) y Om¨¢n (50%). En Arabia Saud¨ª, la sede de la ortodoxia sunita, donde jam¨¢s se ha realizado un censo de poblaci¨®n, el n¨²mero de chiitas se estima entre 150.000 y 300.000, y la mayor¨ªa habita en la zona oriental del pa¨ªs, junto a los pozos petrol¨ªferos.
El resurgir del Islam puede crear problemas adicionales en varios Estados del golfo P¨¦rsico, donde el dinero del petr¨®leo ha supuesto una modernizaci¨®n relativa, un cambio en las costumbres y ha facilitado la corrupci¨®n. Para muchos musulmanes, la ca¨ªda del sha no fue s¨®lo el fin de una dictadura brutal y corrupta, sino principalmente la derrota de la ?occidentalizaci¨®n? y el triunfo del Islam frente al materialismo.
El ?demonio occidental? se identifica con Estados Unidos desde la revoluci¨®n iran¨ª, y el resultado es una ola de antiamericanismo que puede influir en la conducta de los emires del golfo, deseosos de no vincularse demasiado con el nuevo Sat¨¢n, pero dependientes en ¨²ltima instancia de ¨¦l para conservar el poder.
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